Promesa

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Christopper saludó a Zara en cuanto la vio conmigo. Debía irme antes de que el gorila se infartara, se ponía como loco si no salía a tiempo. Quizás cree que escapare por el baño o algo por el estilo. En realidad, muchos posibles escapes habían ya pasado por mi cabeza, pero no conseguiría nada de eso. Prometí a Lucas en mi carta que haría tanto como pudiera para que mi padre volviera a confiar en mi, y eso incluía no escaparme.

Ambos nos despedimos de Zara. Antes de irme, le aseguré que hablaríamos al día siguiente. Me sonrió cubriéndose con su libro y yo no pude evitar sentirme afortunada. Esta chica me agradaba. ¿Por qué no le había hablado yo?

Agh cierto, he sido una cobarde toda mi vida. No imaginé nunca que alguien quisiese ser mi amigo. Luego llegó Lucas, y todo en mi vida cambió. Ahora tenía un mejor amigo, el novio que siempre desee, y una amiga. ¡Wow!

-Nos veremos mañana, princesa- me dio un pequeño beso en la mejilla y me dejó al cuidado del gorila.

-Bien grandullón, llevame a casa.

Me miró divertido por como le llamé. Entonces me di cuenta de que, tal vez, este hombre no era tan rudo e insensible como se veía. Subí a la camioneta y me relaje en el asiento trasero. Gracias al cielo, ya estaba rumbo a casa.

Llegamos en 15 minutos, el hombre había conducido como un abuelo de ciento treinta años. ¡Que Cristo me ayude! Un minuto más dentro del auto, y le pegaría la zapatilla por la cabeza, a ver si reaccionaba y pisaba bien el acelerador.

Entré corriendo, pasé a la sala, no estaba; el comedor, no estaba; el jardín, no estaba; la placita, no estaba. ¿Dónde se había metido? Logré vislumbrar a mi madre, estaba sentada en el balcón de la biblioteca. Entré nuevamente a la casa y corrí escaleras arriba. Me adentré en la biblioteca y la salude rápidamente con un abrazo.

-¿Dónde está Javier?- pregunté, intentando recuperar la respiración. Estaba agitada.

-Salió a entregar tu pedido.- me indicó que me sentara a su lado- Tranquila, respira un poco.- llamó a una criada y le pidió que me llevase agua- Te ves un poco mejor. En la mañana estabas echa un lío.

-Estoy mejor. Sólo quiero que Javier regrese. Necesito saber cómo están allá.

-¿Has hablado con Christopper Shaw?

-Sí...- tomé el vaso de agua que la criada me ofrecía. Bebí un poco y le indiqué que se retirara- En serio, había olvidado por completo que salíamos.

-¿Salen? También habías olvidado mencionarmelo. Aunque eso es estupendo cariño. Tu padre se alegrará mucho.

-Sí... La cosa es que yo lo había olvidado. Con todo lo que pasó, no tenía cabeza para eso.

-Oh cariño, eso es comprensible. Entiendo que él se haya decepcionado un poco, pero ya verás como se le pasa.

-También encontré una amiga. Se llama Zara- dije ahora sonriendo- Es decir, no es mi amiga aún. No nos conocemos bien, y hoy fue la primera vez que hablamos. Pero creo que es una chica estupenda.

-Me alegro tanto. Debes traerla un día.- miró afuera y sonrió- Parece que Javier te ha traído la respuesta en persona.

Casi caigo del balcón cuando vi a Lucas acercarse junto a Javier. Se había cambiado la ropa sucia, la que tenía sangre. Ahora llevaba una camisa blanca, un pantalón ocre, junto con un sombrero que ocultaba su rostro.
Pasaron junto al gorila. Lo cierto es que parecía uno más de los criados. Iba a correr a su encuentro, pero mi madre me tomó del brazo y me dijo que esperara. No era prudente lanzarse en brazos de un criado. No podía arriesgarme a que el gorila lo descubriera.

Tú eres mi escapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora