Yo cuidaré de ti.

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La casa de Lucas, al igual que mía, se hallaba apartada de la ciudad. Atravesamos el campo y, luego de al menos 30 kilómetros más, ya se vislumbraba la sombría casa. Nuestros caballos iban al límite, fuimos lo más rápido que pudimos.

La tormenta que azotaba no ayudaba en lo más mínimo. La casa se veía antigua y muy marchita. Toda marrón y tonos ocres. Las plantas del pequeño jardín ya secas y la tierra enlodada. Saltamos de nuestros caballos en cuando llegamos y corrimos dentro de la casa. La puerta se encontraba entreabierta y adentro no se veía nada. Solo oscuridad.

Nos adentramos y sólo pude ver el desastre cuando un rayo alumbró toda la estancia. ¡Oh Santo Dios! ¿Qué clase de...? Las paredes salpicadas de sangre, los muebles rasgados, los cuadros en el piso, rotos, había un montón de vidrio esparcido por el suelo, y un olor nauseabundo, como de humedad y muerte, reinaba en el lugar. Quería salir de allí tan pronto como entré. Sentía que podía morir de sólo estar parada a mitad de la sala. ¡Bendita Maria!

Otro rayo alumbró, y fue entonces que me fijé en la pobre madre de Lucas. Ojala la hubiese conocido antes. ¡La mujer daba asco! Por no mencionar que me causaba un miedo atroz nada más mirarla. Ya Lucas se había acomodado a su lado y le susurraba palabras de aliento.

-Tranquila mamá, resiste. Ya un doctor viene. Ya viene. No te preocupes. Quedate conmigo. Toda va a estar bien.

Así seguía todo el rato. Yo me quede plantada a su espalda mirando la deprimente escena. Las lágrimas rodaban por mis mejillas. Y es que en cuanto la vi, me di cuenta de que si se salvaba sería un milagro garrafal. Se encontraba tirada en el mueble más grande de la sala, casi sin sangre en el cuerpo diría yo. Era horrible, estaba pálida, como muerta. Tenía tantas heridas profundas a lo largo y ancho del cuerpo, que se me hacía imposible contarlas; esto, sin mencionar que en algunos lugares se veía deforme, sí, seguramente huesos rotos. ¡Voy a vomitar!

Estaba demasiado asustada. Aquel era un escenario bastante desagradable. Como pude hice que mis pies se movieran en dirección de los afectados y sólo para cerciorarme, puse mi mano sobre la frente de la señora Jerclarf. Esta fría, helada. Un minuto, dos, quizás media hora, o tal vez un día. Pareció eterno el tiempo que esperamos. Sin embargo, el doctor por fin llegó. Nos apartamos al instante de ella y le dejamos hacer su trabajo. Él nos pidió que saliéramos de la casa y obedecimos. Lucas no quería apartarse de su madre, así que tuve que arrastrarlo afuera suplicante. Le abracé y console como pude. No sabía qué debía decir. No quería decirle que se salvaría, porque ni siquiera yo estaba segura de eso, pero tampoco podía decirle que perdiera toda esperanza. Así que sólo lo envolví en mis brazos y le acaricié.

Vimos cómo se aclaraba el cielo después de la fuerte tormenta, y luego cómo el sol salía resplandeciente para dar lugar a un nuevo día. El cielo se tornó amarillo, incluso las nubes se veían un poco rosadas o lilas. Era hermoso. Lo miramos embobados todo el rato, hasta que por fin se alzó por completo. Ya Lucas no lloraba, pero tenia un semblante horrible, despreciable para cualquiera.

-Esta hecho- anunció el doctor saliendo de la casa.

-¿Cómo está mi madre?- saltó inmediatamente. Su cara reflejaba terror.

-Esta viva.- me miró y me hizo señas para que lo siguiera. Me fui tras él, alejándonos de Lucas- Señorita Xan, el estado de la mujer es grave. No hay mucho que yo pueda hacer fuera del hospital, sin embargo, hice cuanto pude.- me entregó un papel- Esta es la lista de medicamentos que debe comprar para su estabilidad. Y esta otra hoja, describe qué cantidad y el horario en el cual deben aplicarseles.- dio un largo suspiro- Es un milagro que este viva. No puedo asegurar que permanezca así. Tenía demasiadas heridas profundas, y un sin fin de huesos rotos. Tengo la esperanza de que si guarda el reposo adecuado y se siguen las instrucciones que allí le dejo, pueda salvarse.- extendió su mano y la tomé- Su madre me llamó a tiempo. Si algo más necesitan, llamen. Estoy en deuda con su familia.

Tú eres mi escapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora