Era extraño volver a estar juntos. Una sensación extraña me llenaba el pecho. Me inundaba. No podía creerlo aún, se sentía irreal tenerlo a mi lado.
Lo miré por enésima vez y, por enésima vez, él me miraba igual. Me sonreía con esa sonrisa que sólo él podía dibujar.
Estaba tan cambiado. De alguna manera se veía como renovado. No parecía el mismo chico sucio y desgarbado que había conocido. No, para nada. Ahora estaba radiante, en todos los sentidos de la palabra. Sus ojos brillaban como esmeraldas traspasada por el sol, sus cabellos recortados y despeinados, su tez tan limpia y radiante, sus brazos gruesos y fuertes, sus manos callosas por el trabajo y a la vez tan reconfortantes, y sus labios, Dios, sus labios, rosados y agrietados, formando esa curva hacia arriba que le hacen parecer a el mismísimo Apolo. Uno, indudablemente, podía beberse su felicidad, pues era tan palpable como la mía.
Acostados en la hierba del campo, uno junto al otro, permanecíamos completamente callados, con tanto que decir y a la vez sin querer romper el momento. El sol estaba ya descendiendo pero no quería pensar en eso, no, luego lo pensaría. Las nubes parecían un campo arado y el azul del cielo era casi como un cyan. Hermoso. A lo lejos escuchábamos los relinchos de nuestros caballos y el murmullo del viento entre los árboles. Pero nada de eso importaba porque estábamos completamente absortos el uno en el otro.
No podía parar de sonreír, una felicidad incalculable me llenaba el alma y no sabría siquiera explicarlo.
-De verdad te extrañe, Soph- susurró acariciando mi cabello.
-De verdad te extrañe, Luke.
Oscureció antes de que pudiéramos hacer nada. El tiempo jugó con nuestro deseo y se nos escapó entre los dedos.
Él me ayudó a subir sobre Betty, sólo para bajarme luego y abrazarme tan fuerte como pudo. Lo empuje riendo pues me estaba quitando el aire, de un montón de formas. Él, como es común, se hizo el ofendido pero no tardo en volver a envolverme, esta vez con suavidad, metiendo la nariz en mi cabello y yo aprovechando de impregnarme de su fragancia.
Esa noche no pude dormir pensando en cómo habían sucedido las cosas. Lo imaginé tantas veces, de tantas maneras y en ese momento simplemente el cerebro no quiso recordar nada de lo que quería hacer o decir. Solo estaba él, solo él y eso fue suficiente. Y me preocupaba, me preocupaba tanto que no me dejaba conciliar el sueño.
Aún sentía el corazón en la garganta cuando lo pensaba. Esto no podía estarme pasando, no podía.
Además, estaba Chris, me estaba yendo muy bien con él e incluso tendríamos pronto la ceremonia de compromiso... No le dije nada a Lucas, aunque no es que importe... Pero tendría que decirle, es mi mejor amigo y tiene derecho a saberlo...
No se cuantas vueltas di en la cama pero se que cuando desperté ya el sol estaba alto en el cielo.
Mi madre se encontraba tejiendo en la sala de estar alguna cosa sin pies ni cabeza cuando entré. Se detuvo para mirarme y luego, con una sonrisa en el rostro continuó.
-Fue extraño- dije sentándome en el sofá grande. Ella esperó a que siguiera- No se cómo explicarlo. No dijimos casi nada... Sólo sonreímos como idiotas y nos miramos como si nunca hubiésemos visto algo mejor que el rostro del otro...- cubrí mi cara con las manos- Fue un desastre... Y a la vez fue perfecto.- la miré por entre los dedos- ¿Entiendes?
Explotó en una carcajada que jamas pensé oír de mi madre. La mire incrédula.
-Esta bien, cariño. No debes preocuparte. Lo entiendo a la perfección. ¿Cuándo volverán a verse?
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Tú eres mi escape
Teen FictionSophia está atrapada en una vida monótona gracias a su opresivo padre, una vida de la cual no es dueña y en la cual no tiene voz ni voto. Sin embargo su padre toma una buena decisión, le deja salir con el inigualable Christopper, claro por razones i...