Fiesta en la casa Shaw

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Esa mañana desperté tan fresca como una margarita. Mi cuerpo se sentía liviano y con ganas de vivir. Me levante y me aliste para ir al colegio más dispuesta que en todos mis años de vida. Le di un beso a mi madre antes de salir de casa y me subí al auto para que me llevaran.

Al llegar no me importó que todos me señalaran y me miraran. Algunos con asombro, otros con desprecio, otros con admiración. Todos decían entre cuchicheos "Ella almorzó ayer con Christopper" "¿Cómo es posible?" "¿No es la nula de Sophia?". Sí, los escuchaba claramente. Pero no me molestó, mi día brillaba con suficiente fuerza como para que sus comentarios lo opacaran.

Me senté en mi respectivo puesto, en medio del aula, y saqué mi libro de historia antes de que el profesor llegara. Acostumbraba a tenerlo todo preparado para cuando apareciera. Sí, también era la nerd.

Christopper entró al salón con su aire de grandeza, como siempre rodeado de un sin fin de chicas tontas, y fue directo a donde me encontraba. Me sorprendió verlo caminar en mi dirección. Me sonrió y le devolví la sonrisa tímida. ¿De verdad?

-Buenos días, Sophia- me saludó mostrándome su impecable dentadura con una amplia sonrisa- Qué bueno verte hoy.

-Bu-Buenos días- fue lo único que alcancé decir. ¡Oh Santo Dios!

Se fue a sentar en su asiento, dos filas por delante de mi, y antes de que se aglomeraran el montón de chicas a su alrededor, se volvió para guiñarme, dejándome completamente desconcertada.

Las clases de la mañana transcurrieron con naturalidad. Tome tantos apuntes en la clase de lengua que tal vez necesite una libreta nueva pronto. A la hora del almuerzo me escabullí a la parte trasera del colegio, donde estaba acostumbrada a tomar mi comida desde hace ya bastante tiempo. Casi vomito a mitad del pasillo de regreso a las clases de la tarde debido a que intenté comer demasiado rápido y todo se quedo atorado en mi garganta. Lo detuve a duras penas y asistí a las clases de matemáticas y ciencias sociales.

Aja, lo sé. Maravilloso comienzo de semana con esas materias, pero uno se acostumbra. A veces.

Cuando estaba por subir al auto que ya había llegado a recogerme, una voz familiar gritó mi nombre. Me volví de inmediato y observé cómo corría hacia mi con una sonrisa en el rostro. Simplemente hermoso.

-Christopper.

-Sophia- llenó sus pulmones de aire antes de continuar, se veía cansado por correr- No me esperaste para almorzar- me reprochó de pronto, ahora con semblante de seriedad.

-¿Ah? Yo... Bueno no creí que...

-Desde ahora almorzarás conmigo. Quiero pasar todo el tiempo que pueda junto a ti- soltó de repente- Ahora- sus ojos se iluminaron y su sonrisa volvió- El sábado daré una fiesta en mi casa, irá todo el mundo y quiero que seas mi pareja.

-¿Ah?

¿Acaso no sabes decir más nada? ¡Acepta antes de que se arrepienta!

-Claro, me encantaría.

-Magnífico. Pasaré por ti a las 8:30 pm. Se que no es necesario decirte que te pongas hermosa, siempre lo estás.

Me plantó un sonoro beso en la mejilla y se alejó en dirección opuesta. ¿Qué? ¡Un momento! ¿Yo tenía una cita con Christopper? ¡Y ME HABÍA DADO UN BESO! En la mejilla, pero a quién le importa. Sus labios se sintieron tan suaves. ¡Por los ángeles y los arcángeles! Esto no podía ser cierto.

Al llegar a casa, encontré a mi madre en la plaza pequeña junto con Javier tomando el té, aunque ya era muy tarde para eso. Los miré un momento antes de ir a ellos. Él la miraba embelesado y con ternura, ella reía sin parar de algo que seguramente él le dijo. Se veía feliz.

Tú eres mi escapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora