El día llegó

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Un montón de cosas pasaron en el tiempo que estuve esperando. Intente que no me consumiera el cansancio de la larga espera, a la vez que trataba de no pensarlo. Día tras día me ocupé completamente para hacer los días mas amenos, mas llevaderos. Hice caso a Zara y centré mi atención en Christopper, él se lo merecía, se estaba comportando mejor que ninguno, mejor de lo que siempre soñé.

Se definió, que la dichosa ceremonia de compromiso se haría esperar hasta después de acabado el curso. Eso me llenó de tranquilidad, esperaba que la adelantaran mucho más.

Como él mismo me lo ordenó, fui a arreglar las cosas con los Shaws. Pedí perdón por mi extraño comportamiento durante la cena y me excuse asegurando que habían sido los nervios y la emoción los que me habían atacado. Les aseguré a su vez que estaba mucho más que feliz de poder celebrar la ceremonia de compromiso y que mi amor por Chris era verdadero. Ellos quedaron encantados y excesivamente animados por mis palabras.

Yo lo preparé todo para esa visita, cabe destacar, me hice una nota del tamaño del mundo y me la estudié de memoria, necesitaba que saliera todo bien. Luego de arreglar los malentendidos con la familia Shaw me sentí más relajada, la verdad es que no quería que me tomaran por la chica mala que se casa por dinero, eso no estaba nada bien, si aceptaba este compromiso era por amor, no por dinero. Aunque bien sabido es que a mi padre le da igual qué tipo de sentimiento lleve yo por dentro. Yo sé bastante bien que él mira a Chris como una fortuna inminente, o lo que es lo mismo, una bolsa gigante de diamantes con patas.

Mi relación con Zara mejoró también. Solíamos contarnos todo lo que nos pasaba a una y a otra. Ella descubrió que soy una rebelde sin causa aunque aparente serenidad. Yo de ella descubrí muchas mas cosas, como por ejemplo: que el 95% de su lectura es erótica juvenil. Ajá, es una pervertida en potencia. Ya lo había notado un poco, sin embargo, se encargó de asegurarmelo durante todo este tiempo juntas. Tomó la costumbre de susurrarme guarradas acerca de Chris y yo cada vez que él me pedía salir, incluso insinuaba que él me violaba con la mirada; yo fingía no escucharla, era para mi lo mas sano. Aunque debo reconocer que ya el mal estaba hecho, mi mente jamás seria de nuevo la misma.

Lucas y yo nos hicimos una promesa: que nos veríamos dentro de un mes. Sin embargo, un mes no fue suficiente. Fue muy poco tiempo, mi padre era duro de roer y no bajó tan pronto la guardia. No me dejaba sola mas tiempo del estrictamente necesario, y hasta que no me vio "libre" de todo pensamiento o conducta que le reflejara a los Jerclarf, no estuvo de acuerdo con darme un respiro.

A mi madre y a mi nos costó demasiado trabajo hacer que volviera su confianza, y moví más fichas de las que tenía para que la jugada resultara en mi favor. Zara no ayudaba en la causa, se empeñaba en insultar a mi padre y demostrarle que ella no se doblegaría. No obstante, finalmente aprendió a bajar la cabeza y hablar respetuosamente, aunque fría e indiferente, ante mi padre. No por motivos propios, no, sino mas bien por mi. Yo se lo pedí cuando me di cuenta de que la hora se acercaba y nada había cambiado.

Pero ya lo expresé, hizo falta más tiempo que el estimado, que el planteado, el sugerido.

Cuando la fecha llegó me vi arrastrada por un oleaje tormentoso de irritación, de agobio, de depresión, de desanimo, desespero, preocupación, molestia... Porque estaba atrapada aún. Porque por mucho que lo desee no lo vi alcanzado. Eso me hizo caer. Pero entonces me di cuenta de que él me esperaba y tuve que levantarme y animarme nuevamente.

Él me había dicho que me esperaría el tiempo necesario. Él dijo que esperaría incluso toda una vida.

Y eso fue lo que me impulsó. Lo que devolvió mi alma al cuerpo inerte.

Tuve que humillarme ante mi padre, bajando la cabeza, contestando amablemente, siendo la Sophia que una vez fui, la ciega, la que no miraba errores en su proceder, la que apreciaba perfección en el hombre que la engendró, la que lo amaba incondicionalmente. Tuve que recurrir a una Sophia que estaba muerta. Sí, fui hipócrita. Y cómo me costó fingir amor ante hombre tan despreciable. Qué difícil y qué doloroso tener que sepultar el orgullo y permitir que se impusiera por encima de mi. De la nueva yo, de la Sophia que Lucas había creado.

No solo un mes hizo falta, ni tres, ni cuatro, sino seis.

Seis meses fueron los que me persiguieron lenta y pausadamente. Se hicieron eternos, infinitos. La hora me golpeaba, los días me apedreaban con su lento andar. Y veía cada vez mas lejos mi tiempo junto a él.

En lo posible quise durante el tiempo sumado mantener la calma y la cabeza en su lugar. Pero no siempre lo logré. Había llegado a rechazar a Christopper descaradamente, lo que a su vez acarreaba un sentimiento de culpa acometedor y me otorgaba el deber de pedir disculpas e incluso perdón por mi mal carácter. Ya lo sabía yo que el pobre nada tenia que ver con el hecho de que yo me viese obligada a esperar un tiempo indefinido hasta que se cumpliese la voluntad de mi padre. Pero a su vez, algunas veces, sentía que no podía soportarlo cerca de mi. No paraban de llegar a mi cabeza pensamientos irracionales como: "Justo ahora debería estar hablando con Lucas, no contigo"; "Dejame en paz, necesito a Lucas no a ti"; "Lucas no me diría que hiciese eso"; "Si estuviera con Lucas entonces él no se comportaría de tal o tal manera"; y cosas por el estilo. No soportaba estos pensamiento tampoco. No eran buenos para mi relación ni para nada.

En fin, lo cierto es que luego de mucho combatir diversos combates y algunas guerras, ya lograba palpar el día de la victoria. Mi padre comenzó a ablandarse y a creer que eran ciertas mis palabras y mis interminables elogios. A menudo decía:

-Cariño mio, es maravilloso tenerte de vuelta. Me alegra que haya vuelto mi amada Sophia.

"Sí, sí padre, sigue creyéndolo. Seré tanto como tú quieras si me devuelves a Lucas." Era ese mi único pensamiento diario. Era el que me llevaba adelante.

Otra cosa me había mantenido a flote. Sabía que si algo andaba mal, él me vendría a buscar, o al menos me lo haría comunicar. Y ninguna de las dos había sucedido. No me quedaba mas que esperar a que nada malo hubiese pasado y que él no fuese tan idiota como para no contarmelo.

Ya hacía una semana y media que el gorila no me seguía los pasos. Fue como un regalo de cumpleaños de mi padre, y no sabe él cuánto me alegro verme libre de ese martirio. Ya no soportaba su presencia tras de mi, era como tener un muerto pisandote los talones día y noche. ¡Horrible!

Chris también se alegró de que el tipo desapareciera. De hecho, estoy casi completamente segura de que fue él quien convenció a mi padre de que me dejara sin guarda. Habrá dicho alguna tontería como: "Yo soy suficiente para cuidarla". Ahora era mi prometido y tenía cierto grado de autoridad en lo que a mi respecta. La cuestión verdadera es que mi padre velaba para que todo entre nosotros saliese a la perfección, y eso significaba que Chris estuviera a gusto.

Sacudi mis faldas al bajar de mi yegua. Ya hacia demasiado tiempo que no la había montado. Notaba su cansancio debido a la falta de ejercicio diario, pero se le veía feliz.

Miré ante mi de nuevo la casa de mis pesadillas. Ya no se vislumbraba aterradora, ni daba señales de lo ocurrido esa noche hace seis meses. Las paredes estaban cubiertas de una pintura amarillo canario, los muebles externos lucían un nuevo estampado y las flores se admiraban vivas. Aquella noche todo estaba demasiado oscuro, demasiado pestilente a muerte.

Subí lentamente las escaleras de ingreso y cerré los ojos con fuerza. Ya estaba aquí.

Las piernas me temblaban de emoción y la mano no lograba formar un puño para tocar la puerta.

Ya estaba aquí. Espere tanto tiempo por este momento que ninguna de mis preparaciones me sirvió para estar lista. ¿Cómo debía actuar? ¿Qué debía decir? ¿Me estará esperando aún? ¿Y si se cansó? ¿Y si pensó que ya no vendría jamás? ¿Y si se murió?

Inhala...

Exhala...

Y repite.

Bien, solo...

-¿Soph?- escuche llamar su voz débilmente justo detrás de mi.

Tú eres mi escapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora