¿La vida comienza a sonreirme?

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Diariamente y sin falta fui al campo donde había conocido a Lucas Jerclarf. Pasaba toda la mañana y casi toda la tarde tirada en el césped, contemplando el cielo, buscando forma a las nubes, deshojando flores, viendo las aves ir y venir, hablando sola o con Betty, pues él nunca apareció nuevamente.

Transcurrieron así el resto de los días veraniegos, sin rastros del chico andrajoso y no podía evitar pensar: "¿Acaso el muy idiota me esta evitando en serio?". Bien, él dijo que lo haría, que no quería volver a verme pero ¡Por todos los santos! No podía él saber que yo vendría a verle. Un chico como él no ha de tener obligaciones pues parece bastante vago y ¿Qué otra cosa podría hacer? ¿Salir con amigos? ¡Bah! Seguramente esta más solo en la vida que yo.

Habían acabado las vacaciones de verano sin noticias del desaparecido y posiblemente muerto Lucas Jerclarf. Él se perdía mis disculpas y elogios. Era lunes por la mañana y lo único que me impulso a pararme de la cama fue pensar en ver a Christopper por fin.

Me aliste rápidamente, me puse el uniforme, peine mi cabello con las manos y lo deje libremente ondulado, puse un poco de brillo rosa en mis labios y lápiz en mis ojos, ¿Rubor? No lo necesito, mis mejillas parecerán tomates en cuanto vean la luz del día. Baje a tomar mi desayuno y luego de despedirme de mis padres me fui directo al auto que me esperaba fuera de casa. El chofer abrió la puerta trasera para que entrara dándome los buenos días y finalmente él mismo subió al auto y fuimos directo al colegio.

En cuanto llegamos espere a que abriera mi puerta y, tomando un último respiro de paz, salí al campo de batalla. Me adentre en las terribles murallas enemigas y una vez dentro del aula me senté en mi asiento rogando que nadie notara mi presencia. Era demasiado temprano como para que comenzara la masacre.

Lo bueno del primer día es que todos están suficientemente concentrados en hablar con sus amistades de lo que hicieron y dejaron de hacer en el verano, mientras yo... Bueno yo los observo, como siempre nadie pide mi opinión o se interesa en saber qué fue lo que hice yo. Sin embargo, eso es una suerte de la cual dispongo, es decir, si llegasen a preguntar ¿Qué diría? "Bueno pase todo el verano esperando a un chico que posiblemente murió o fue secuestrado por ovnis o algo por el estilo, ya que jamás apareció" eso sin lugar a dudas seria mi desgracia y una marca más para mi larga lista de estupideces.

El profesor por fin se digno a hacer acto de aparición y con una brillante sonrisa nos dio la bienvenida de vuelta al colegio mandandonos a hacer una actividad grupal, ¡Oh genial! ¿Qué más hay para hoy? ¿Vomito para almorzar? Odiaba con mi ser las actividades grupales, ciertamente me permitían socializar pero eso solo les sucede a aquellos benditos que no son calificados como marginados sociales. A mi, por mi parte, me tocaba ser ignorada mientras me fajaba a realizar sola el trabajo o ser torturada cruelmente mientras me exprimía los sesos intentando concentrarme en hacer bien el trabajo, sí, yo sola.

Como siempre todos tomaron a sus parejas y yo me quede más sola que la una. Suspire y me dispuse a hacer en paz mi trabajo, feliz de no tener que compartir con nadie mi preciado tiempo. Saque mi cuaderno y la pluma para escribir y me dispuse a comenzar cuando la puerta del aula se abrió de golpe.

Todos volvieron la mirada para ver de quien se trataba y yo, bueno yo casi rompo la pluma al ver a mi dios griego en el umbral de la puerta.

-Señor Shaw, tarde el primer día de clases- le riñó el profesor con el ceño profundamente fruncido- Le dejare pasar pero se ha quedado sin pareja para la actividad... ¡Ah, espere! La señorita Xan esta sola... Otra vez- dijo en voz baja esto último pero alcancé a oírle y baje la cabeza avergonzada.- Vaya con ella.

Con una sonrisa triunfante tomó su silla y se fue a sentar junto a mi. Sacó sus útiles y colgó su mochila detrás de su asiento. Yo aún seguía con la mirada baja, no podía creerlo, él estaba sentado justo frente a mi. No mentiré, estaba hiperventilando y necesitaba normalizar la respiración antes de que notara que me estaba volviendo loca, sentía arder todo mi rostro y tenía los ojos fuertemente apretados. Esto no podía ser peor... O mejor. Ni siquiera estaba muy segura de si me gustaba la idea de que me viera, no estaba lista aún para su desaprobación ¡Jesús, Maria y José Santísimo! Lo más cuerdo seria fingir mi muerte y que me saquen del país.

Tú eres mi escapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora