Al Rescate

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La estación de policía de Kita-ku, Kioto, había salido de su tranquilidad habitual. 12 horas después de que Satoru pusiera el denuncio del secuestro de Ritsu, el coronel Jinichi Manabe estaba a cargo de la investigación para hallar lo más rápido posible a la amiga de su hija, Nodoka. Él encabezaba un cuerpo encargado de seguir los movimientos de Hayime, pero aquel joven parecía no ocultar nada, simplemente iba de un lado a otro por la universidad como los demás alumnos. Aun así, no iba a darse por vencido y decidió utilizar un as que tenía bajo su manga para agilizar la investigación.

Mugi no podía concentrarse en sus estudios; la preocupación por su novia invadía su mente a cada momento, haciendo que cada segundo fuese una lucha para no llorar. Al final de una de sus clases, su profesor le hizo quedarse un poco. La rubia creyó que iba a ser regañada por su falta de atención, por lo que le tomó por sorpresa la pregunta que le fue hecha.

—¿El secuestrador de Tainaka ha contactado contigo, Kotobuki-san?

—Sí —respondió tras un breve silencio—. Después de secuestrarla, me llamó desde el teléfono de ella.

—¿Contactó a alguien más?

—A Mio-chan. Y fue a ella a quien le dio las condiciones para liberar a Ricchan.

—Bien. ¿Podrías esperarme un momento en la sala de profesores? —Mugi asintió en respuesta, dirigiéndose al lugar indicado por el profesor.

Mio también estaba fuera de sí. En menos de una hora había recibido esas dos noticias que mataron su felicidad. Satoru se mostraba distante y eso le dolía, pero no podía hacer nada hasta que Ritsu volviera a la libertad. Aquel último beso le daba la esperanza de recuperarlo.

Al salir a tomar aire en una hora libre, la bajista se encontró con Fujiko, quien, al verla, comenzó a bombardearla con preguntas sobre lo sucedido con la baterista. La pelinegra relató todo lo que sabía al respecto, incluyendo la decisión de Satoru.

—¡No puedo creer lo idiota que él es! —exclamó la chica de cabello grisáceo—. Podían simplemente fingir que terminaron, para no hacerte sufrir más.

—Tengo la sospecha de que Kageyama está detrás de esto. Fingir no sería una muy buena idea de ser así, Fujiko.

—Supongo que tienes razón, pero...

—Akiyama-san, Hinata-san, ¿puedo hablar un momento con ustedes? —preguntó aquel profesor que había interrogado a Mugi previamente.

—Claro —dijeron ambas simultáneamente.

El profesor las guio a la sala de profesores, donde también estaba Mugi. Las tres chicas estaban nerviosas al no saber el motivo de su presencia en aquel lugar.

—Chicas —inició el profesor luego de que las alumnas tomaran asiento—, las he traído aquí porque es un lugar donde nadie puede espiar. Verán, estamos colaborando con la policía en la investigación del secuestro de Ritsu Tainaka, y ya que ustedes, Akiyama-san y Kotobuki-san, son cercanas a ella, necesitamos conocer en detalle las comunicaciones que el secuestrador haya tenido con ustedes.

—Perdón, pero... —intervino Fujiko— ¿qué tengo que ver es esto? Tainaka y yo apenas hablamos.

—Hinata-san, tú solías ser aliada de Kageyama, el principal sospechoso de este caso, así que tu ayuda sería muy valiosa.

—T-tengo una duda... ¿Quién dio aviso a la policía? —preguntó Mio, bastante nerviosa.

—No lo sabemos. Según el coronel Manabe, quien está a cargo de la investigación, esa es una información confidencial. —A pesar de esta respuesta, las tres chicas comenzaron a sospechar

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