Por Siempre

297 20 3
                                    

Mientras Mugi y Ritsu pasaban sus vacaciones en Finlandia, Yui, Mio y Satoru se encontraban en Toyosato. Mientras la guitarrista usaría el tiempo para descansar de las arduas jornadas universitarias, la bajista presentaría al joven Koizumi como su novio ante su familia. Él estaba nervioso al no saber cómo recibirían los esposos Akiyama al primer novio de su hija y esperaba agradarles.

Al llegar a su casa, Mio se sorprendió de no hallar a nadie ahí. Esperaba que al menos su madre estuviera en ese lugar al haber dado aviso de su regreso. Satoru notó un pequeño papel doblado sobre la mesa del comedor con el nombre de la bajista escrito en él. Tras hacerlo notar a su novia, ella procedió a leerlo.

"Querida hija. Lamentamos no poder estar en casa a tu llegada. Surgió un problema en nuestro trabajo que requirió nuestra presencia. Esperamos regresar lo más pronto posible. Con amor, papá y mamá".

—Bien, parece que estaremos solos por un rato... —Mio vio cómo Satoru observaba con curiosidad una guitarra que se encontraba en una esquina de la sala. Al acercarse, él notó que las cuerdas estaban invertidas.

—¿También sabes tocar la guitarra, Mio?

—Sí. Fue mi primer instrumento antes de pasar al bajo. Esa guitarra me la compró mi papi cuando era niña...

—¿Papi? —una leve sonrisa apareció en el rostro de Satoru al notar la infantil forma en la que Mio se refirió a su progenitor.

—¡Mi padre! —La bajista no pudo evitar sonrojarse ante este hecho mientras su novio empezaba a reír—. ¡No te burles de mí, Satoru!

—No me burlo de ti, Mio. Solo estoy feliz de que tengas esa ternura hacia tus padres. Eso significa que serás una gran madre cuando llegue el momento.

—Gracias... Supongo...

—Te ves hermosa sonrojada, ¿sabes? —Antes de que la bajista pudiese reaccionar, Satoru le besó tiernamente.

Por su parte, Yui había llegado a su casa, hallándola sola. Sus padres estaban trabajando, como siempre, y Ui estaba en las clases extra de preparación para la universidad. Tras dejar su equipaje en su habitación, fue a la cocina a buscar algo que comer, hallando un par de naranjas. Luego de saciar parte de su apetito con ellas, desempacó a Guitah y comenzó a improvisar. Llevada por las líneas melódicas que su instrumento, la castaña no sintió el paso del tiempo y tampoco que su hermana había llegado hasta que ella le abrazó.

—¡Ui, bienvenida! —saludó la mayor, dejando su instrumento sobre la cama para corresponder el abrazo de su hermanita.

—¡Bienvenida tú también, onee-chan! ¿Cómo va la universidad?

—Es dura, pero he logrado obtener buenas calificaciones. Creo que merezco un helado por eso.

—Cielos, senpai, tú no cambias. Siempre pensando en comida —intervino Azusa desde la puerta. En un abrir y cerrar de ojos, la pelinegra estaba siendo abrazada por Yui. La joven Nakano extrañaba esa calidez y ese confortable sentimiento de pertenecer a esos brazos.

—¡El amor está en el aire! —exclamó Jun al ver esa escena mientras terminaba de subir las escaleras.

—¿Llegué en un mal día? —preguntó Yui tras soltar a Azusa. Ui negó con la cabeza.

—Nunca es un mal día para que nos visites, onee-chan. Nosotras solemos reunirnos en las tardes luego de las clases extra.

—Al menos hoy Azusa podrá dejar de lado el violín —afirma la chica de cabello rizado entre risas. Las hermanas Hirasawa rieron ante este comentario mientras Azusa protestaba. De pronto, Yui detuvo su risa, sorprendiéndose al asimilar lo que la bajista había dicho.

Amigas Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora