Actué como un idiota

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Las clases habían finalizado en medio de los rumores de lo sucedido aquel día. Satoru había recibido insultos de varias de sus compañeras, tanto por la supuesta infidelidad, como por sus fuertes palabras a Fujiko. Él no dio respuesta a nada de eso a sabiendas de que podría quedar aun peor parado ante ellas. Mio no le dirigió la palabra durante las horas lectivas, como acostumbraba, y sus horas libres las pasó con sus amigas. El joven Koizumi creyó que ella iría al salón del club y pasaría el resto del día con la banda, por lo que se dispuso a irse a su residencia. Cuando estaba saliendo de la universidad, una muy conocida voz femenina le llamó.

—Creí que no querrías hablarme, Mio.

—¿Te sientes culpable?

—Por tu sufrimiento. Sé quién soy y lo que he hecho, así que los rumores como tal me tienen sin cuidado. Pero me duele que sufras, Mio, más sabiendo que se me acusa de ello.

—Satoru, acepto que te sientas de esa forma, pero creo que actuaste muy pronto.

—Si lo dices por Fujiko, solo le dije la verdad. Sé que soné duro, pero ya es tiempo de que dé vuelta a la página y continúe su vida sin mí.

—Te comprendo. Pero superar a alguien con quien compartiste parte de tu vida no es fácil.

—Lo sé. Si ella no está de alguna forma involucrada, me disculparé.

—Bien.

—¿Estás enojada, Mio?

—No contigo, pero sí. No puedo creer que alguien quiera separarnos. ¿Qué ganaría con eso? Es nuestra vida, no la de los demás.

—Supongo que hay personas que no pueden ver felices a los demás. Entiendo tu enojo, pero eso no va a ayudarnos.

—¡Lo sé, Satoru! —Mio respiró profundamente al notar que había levantado la voz—. Pero es natural que ese sentimiento aparezca en estas situaciones. Lo mejor será golpear los intereses de esa persona.

—¿Cómo hacemos eso?

—Fácil. No les sigamos el juego, luchemos hasta el final por lo que sentimos. —Tras decir esto, la bajista besó tiernamente a su novio.

Mientras tanto, en las afueras de un edificio de residencias, Fujiko golpeaba insistentemente una puerta, clamando que esta se abriera pronto. Desde dentro, una voz masculina preguntó su identidad. Cuando ella dio esa información, se le permitió el acceso.

—Se acabó, Kageyama. Renuncio a esto —dijo mientras entraba.

—¿Ahora te acobardas, Hinata? Tienes el apoyo de muchas chicas de la universidad, no puedes retroceder.

—¿De qué me sirve si Satoru me odia?

—Te lo advertí y no le diste importancia. Ya es muy tarde para arrepentimientos.

—No importa. Para mí este plan finalizó. —Tras decir esto, Fujiko salió de aquella residencia, azotando la puerta tras de sí. Cegada por el deseo de recuperar a Satoru, no se dio cuenta hasta ahora que lo estaba lastimando. Ella se sabía merecedora de cada palabra que él le dirigió aquella tarde. Él fue su primera experiencia amorosa y creía que iba a ser eterno. Su propia inseguridad, manifestada a través de sus incontrolables celos, había jugado en su contra.

Caminó sin ánimo, subiendo las escaleras hasta la azotea del edificio. Había tomado una drástica decisión, ya que, para ella, vivir sin Satoru no era vivir. Estando cerca del borde, escuchó una dulce voz que cantaba cerca de ella.

kono monogatari no tsudzuki kore kara PEEJI ume you
takusan no kiseki ga matteru konna nani genai ichinichi
atarashii MERODII wo kuchizusa'n de miru'n da

Amigas Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora