Perdóname

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Mio y Mugi se encontraban en la biblioteca tratando de leer para despejar sus mentes de los hechos ocurridos durante las últimas horas. La investigación hecha por el cuerpo docente no dio los frutos esperados, ya que los lugares donde Fujiko solía reunirse con Hayime no daban señales de que él haya estado por esos días. Esto irritó a ambas, ya que sentían que no habían avanzado nada.

De repente, el sonido de las sirenas de ambulancias invadió el ambiente, dándole un mal presentimiento a ambas chicas. Tan rápido como sus cuerpos les permitían, salieron de la biblioteca y siguieron el estruendo hasta una caseta alejada del edificio principal. Y lo que vieron no fue nada alentador: Ritsu estaba siendo subida a una de las dos ambulancias que estaban ahí. Tenía una mancha de sangre en su rostro y sus ojos permanecían cerrados.

Mientras que Mugi corría hacia el vehículo, Mio sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas y dichas gotas comenzaban a deslizarse por sus mejillas. De repente, unos brazos la envolvieron desde la espalda y una voz le susurró al oído «tranquila, todo saldrá bien».

—¿Acaso no ves cómo está Ritsu, Satoru? ¡¿Cómo puedes decir eso ahora?!

—Llegué antes, así que conozco mejor lo que sucedió. Yui fue quien descubrió este lugar y dio aviso a las autoridades. Nos mantuvimos ocultos para vigilar el lugar de forma segura. De repente, escuchamos a Kageyama gritar y un disparo. Con un mal presentimiento nos acercamos de nuevo. Al asomarnos, vimos a Kageyama sometido por dos agentes, a su cómplice tendido en el piso y a Tainaka mirando atónita lo que acababa de pasar.

—Mio-chan —intervino Jinichi, acercándose a la bajista—, el chico identificado como Hayime Kageyama le disparó a Ritsu-chan, pero su compañero, identificado como Kojomi Katou, fue quien recibió la bala.

—¿Entonces por qué ella está en la ambulancia? —preguntó la pelinegra.

—Debido al tiempo que permaneció atada, su cuerpo no está respondiendo como ella quiere. Además, presenta señales de deshidratación e hipotermia. Lo mejor es darle pronta atención médica. —Mientras el coronel hablaba, la ambulancia donde Ritsu estaba partió con rumbo al hospital más cercano.

Minutos después, Yui, Mugi, Mio y Satoru se encontraban en la sala de espera del hospital. En el trayecto, la bajista dio aviso de lo sucedido a Hideyuki y Satomi Tainaka, los padres de Ritsu, quienes rápidamente pidieron permiso para ausentarse de sus trabajos para ver a su hija mayor. Los cuatro jóvenes permanecían en silencio en espera de que les autorizaran ver a la baterista.

—Allegados a la joven Ritsu Tainaka —llamó el doctor que atendía a la chica de ojos ámbar dorado—, ya pueden pasar a verla.

Ni bien el doctor había terminado de hablar, Mugi ya se dirigía hacia la habitación de su novia, seguida por Mio, Satoru y Yui. Al llegar ahí, la rubia se abalanzó sobre la baterista, llenándola de besos ante las sonrisas de sus amigos. La bajista inmortalizó aquel momento en una fotografía, hecho que hizo sonrojar a su mejor amiga.

Una hora después, mientras le realizaban a Ritsu algunos chequeos para determinar si debía ser hospitalizada o no, Mio y Satoru caminaban en silencio por los pasillos del hospital. Aún no podían creer todo lo que había pasado durante esas angustiantes 18 horas. Al llegar a la cafetería y pedir dos tazas de té, Mio, mientras tomaba asiento, formuló la duda que traía desde que fue interrogada por aquel profesor en la mañana.

—Satoru, ¿tú fuiste quien dio aviso a la policía del secuestro de Ritsu?

—Sí. ¿Por qué?

—¡Idiota! —exclamó la bajista tratando de controlar el volumen de su voz para no molestar a nadie—. ¡Podríamos hacer eso! Ellos me advirtieron que no debíamos llamar a la policía...

—No los llamé. Fui personalmente a la estación y expliqué la situación al detalle. Esa es la razón por la que pidieron ayuda a los profesores en la investigación.

—Investigación que fue por el rumbo equivocado. De no ser por ti y por Yui, las cosas habrían sido muy diferentes.

—Todo el crédito es de Hirasawa, Mio. Ella fue quien notó el inusual comportamiento de Koyomi Katou, descubrió ese escondite y le avisó al coronel Manabe.

—Pero si tú no hubieses dado aviso a la policía, Ritsu podría haber muerto. Así que gracias en nombre de ella. —Satoru sonrió ante estas palabras, al sentir que había logrado su objetivo. Pero esa sonrisa no duró mucho. Él sabía que debía solucionar un último asunto.

—Mio, perdóname por abandonarte cuando más me necesitabas.

—No tienes por qué...

—Sí tengo un porqué, Mio. Soy consciente de que terminé de destrozar tu frágil corazón al romper contigo. Fue una decisión apresurada, pero sentí que no tenía más opción en aquel momento. Le dije a tus amigas que preferiría que tú y Tainaka me odien juntas antes que tenerte triste por su partida porque sé que tú eres más feliz si ella está en tu vida.

—Satoru, hiciste lo correcto. Alguien como tú, que sacrifica sus propios sentimientos por la persona que ama, es alguien por quien vale la pena luchar. Si te hace sentir mejor, yo te perdono, y...

—¡Mio-chan, por fin te encuentro! —La voz de Satomi irrumpió en el lugar, rompiendo el ambiente creado por Mio y Satoru.

—Satomi-san... ¿Ya vio a Ritsu?

—Sí. Y ya le dieron de alta. Te estamos esperando para irnos todos juntos. También a un tal Koizumi, pero no me dio detalles de su apariencia física, solo dijo que estaría contigo.

—Es él, Satoru Koizumi —dijo Mio, mirando hacia el mencionado—. Es mi novio y también se ha hecho muy buen amigo de Ritsu. —La bajista notó cómo la mujer que tenía en frente cambió su expresión a una de decepción al decir esas palabras—. ¿Pasa algo, Satomi-san?

—No, no es nada. Solo que Ritsu siendo como es y siendo tan cercana a ti... —Al sentirse observada, la señora Tainaka prefirió no continuar pensando en voz alta—. ¡Es un gusto conocerte, Satoru-kun!

—El gusto es mío, señora.

Tras esto, los tres se dirigieron a la entrada del hospital, donde los esperaban Ritsu, Mugi, Yui y Hideyuki. La baterista sonrió al ver que Mio y Satoru venían tomados de la mano. Al llegar junto a ellos, la bajista abrazó a su mejor amiga, alegrándose de verla sana y salva.

Los días pasaron con tranquilidad. Ritsu tuvo que ausentarse varias veces de la universidad debido al proceso judicial contra Hayime. La primera vez que se vieron, la baterista tuvo el placer, como ella misma dijo, de contarle que Mio y Satoru habían regresado tras su rescate, y no dejaba de recalcarle que pasaría un muy buen tiempo en prisión por secuestrarla y por matar a Koyomi.

Pese a los alegatos del abogado para una rebaja de penas debido a la minoría de edad de Hayime, al final del proceso fue condenado a cuarenta años de cárcel. Ritsu celebró como propio aquel triunfo de la justicia, organizando una pequeña fiesta en el salón del club. Ahí, Mugi le invitó a pasar sus vacaciones en Finlandia, algo que sorprendió gratamente a la baterista.

Previo al inicio del periodo vacacional, la presidenta del club organizó un pequeño campamento de entrenamiento en un hotel cerca del monte Fuji. Ritsu y Yui planeaban divertirse ahí como lo hacían en preparatoria, pero sus senpais tenían otros planes.

Continuará...

Nada mejor para terminar el suspenso de la semana pasada que un capítulo corto (nótese el sarcasmo).

Gracias por leer, see you.

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