CAPITULO XXVI

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Los preparativos para el rescate estaban en marcha, costaba un poco lograr la cooperación entre ambas partes pero a regañadientes lograban avanzar. Se irían ese mismo día para tener, como lo habían discutido, el elemento sorpresa.

Claudia no pudo dormir bien, se negaba a renunciar a Dedrick, pero qué era entonces lo que la aferraba aun a Lucio. Se alejó del bullicio hasta llegar al arroyo, el agua corriendo le producía una sensación de paz.

Un sonido apenas perceptible le avisó que no estaba sola, a poca distancia de ahí Dedrick practicaba con su espada insertando el frío filo en el aire. Él tampoco la había visto ya que la cubría un enorme arbusto, se iba a dirigir a él cuando Ilse llegó. Se mantuvo oculta y escuchó atenta.

El filo de la espada recibió a Ilse cerca del cuello, ella lo retiro sutilmente con el dedo.

-Buenos reflejos para ser un simple campesino.

Dedrick sonríe y no se da por aludido.

-Mi padre me enseñó a pelear, y aunque no lo creas he utilizado mi espada muy hábilmente, por algo sigo vivo.

-¿Porqué te arriesgas tanto por la romana? Y no me repitas la historia del agradecimiento porque no creo ni una palabra.

-Si que eres directa para preguntar.

-No me gusta andar por las ramas, estás enamorado de ella ¿Verdad? Se puede notar en tus ojos cuando la miras.

-No tengo porque darte explicaciones.

-Sí es cierto, no tienes, pero me sorprende que un hombre como tú sea tan ingenuo para dejarse llevar por los encantos de una mujer y más si ella no pertenece a nosotros. Deberías de estar con una mujer de verdad no con alguien tan frágil y endeble.

Las palabras de Ilse ofendieron a Claudia, deseó ir a bofetearla y que se retractara pero se contuvo.

Dedrick sonríe ante el comentario y responde: -No te fíes, no es tan endeble como dices.

El corazón de Claudia se acelera de emoción cuando escucha que Dedrick la defiende.

-¿Y a qué te refieres con una mujer de verdad? ella es hermosa, tiene todo lo que un hombre desea.

-Déjame mostrarte si me permites, a qué me refiero.

-Adelante. -Dice Dedrick, pero lo que no se esperaba fue lo que sucedió. Ilse se acercó a él y le plantó un beso en plena boca, lo aprisionó con sus firmes brazos alrededor del cuello, sus cuerpos estaban tan cerca que Dedrick podía sentir la calidez de la joven y sus caderas lo cubrían por completo. Por alguna razón no la apartó sino que se dejó embriagar por la oleada de nuevas sensaciones que lo invadían. No fue como los besos que había intercambiado con Claudia, los labios de Ilse estaban cargados de fuego y pasión.

-No. -Gritó Claudia sin poder evitarlo.

Tanto Ilse como Dedrick volvieron a ver, de pie frente a ellos estaba Claudia que se alejó corriendo del lugar.

-"Claudia" -La llamó Dedrick y trató de seguirla pero la mano de Ilse lo sujetó.

-Déjala ir, o acaso no está comprometida ella con otro hombre.

-Lo hiciste adrede, sabías que ella nos estaba observando.

Ilse pone los ojos en blanco y contesta: -Eso es falso, pero debo de admitir que me gustó su expresión cuando chilló como una niña.

-Basta Ilse, ¿Cuál es tu problema con Claudia? ¿Qué daño te ha hecho?

-Es romana, mi enemigo, y tú más que nadie, después de lo que hicieron a los tuyos, deberías de tenerlo claro.

-No fue ella la que empuño la espada.

-No, pero fue su gente, es lo mismo, todos son iguales.

-No discutiré contigo.

Intenta irse de nuevo para buscar a Claudia pero Ilse agrega: -Te gustó mi beso lo sé, no pierdas tu tiempo con ella, no está destinada a ti.

-¿Qué has dicho?, ¿Has hablado con Uta? ¿Acaso ambas tienen planeado torturarme?

-¡Uta! Esa anciana loca, no, no he conversado con ella, no si puedo evitarlo.

Dedrick miró directo a los ojos de Ilse, sabía que no mentía, y también analizó sus palabras cargadas de verdad y que le causaban  gran dolor.

-Si de verdad la amaras no hubieras correspondido a mi beso, así que analiza bien tus sentimientos.

Ilse se va con una sonrisa triunfante dibujada en el rostro, esta vez ella había ganado. Dedrick no supo cómo actuar, Ilse tenía razón otra vez, su beso lo quemó con un calor abrazador que le recorrió todo el cuerpo y lo peor era, que aún sentía los labios ardientes de ella sobre los suyos. Se agachó y lavó su cara varias veces como si esto fuera a refrescar y poner en orden sus pensamientos. Almar llegó presuroso a buscarlo.

-Dedrick estamos listos para partir.

-Voy en un momento.

Almar notó su cambio de ánimo. -¿Todo está bien?

-Sí tío, todo bien. -Sonrió sin ganas.

Cuando llegan a la aldea los hombres montaban a sus caballos y vio a Ilse dentro del grupo lo que no le sorprendió. Buscó a Claudia con la mirada pero no la ubicó, una voz que conocía perfectamente le habló a sus espaldas.

-Déjala, lo superará.

Uta lo observaba con atención pero había en sus ojos algo más, comprensión.

-La lastimé, yo......

-Las cosas están tomando el rumbo que deben, no te aflijas ni permitas que esto te altere, te necesitan con la mente despejada.

-Es Ilse verdad, a la que te referías.

Uta sonríe pero no le contesta.

-Dedrick, muchacho debemos irnos.

Almar sostenía las riendas de su caballo y Uta como era usual desapareció. Aún con la penumbra de lo sucedido, montó junto a su tío y en un instante se estaban alejando a todo galope del lugar con el resto de los hombres. Claudia oculta los observaba. Engañada así se sentía, que ilógica era esa palabra para ella, jamás había tenido que afrontar estas emociones tan fuertes, ni siquiera con Lucio. "Lucio" pensó, el jamás la lastimaría, Lucio la amaba verdaderamente. Entonces recordó aquel primer beso, los labios cálidos de Lucio acariciando los suyos, un escalofrío le recorrió la espalda y su piel se puso de gallina. Tocó sus labios como añorando algo, y por un momento se olvidó de Dedrick y su corazón añoró profundamente el regreso del centurión.

Claudia: Belleza Indomable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora