Al igual que Dedrick hiciera en el pasado, Almar y sus hombres tomaban rutas alternas para evitar el camino principal. Una noche después de haber cabalgado durante dos días Claudia se despertó sobresaltada, Octavio dormía a su lado, la fogata que los iluminaba permitía ver los rápidos movimientos de sus ojos a través de los párpados, de seguro soñaba algo agradable ya que dejaba escapar de vez en cuando pequeñas sonrisas. Claudia se enderezó y vio a Almar montando guardia, se sentó junto a él.
-¿No puedes dormir?
-No, han pasado tantas cosas últimamente que el sueño es un privilegio negado para mí. Al menos Octavio lo ha sobrellevado mejor de lo que esperaba.
-Tienes un hermoso hijo, saludable y fuerte, el hijo de Dedrick sería un poco mayor que él, de estar con vida.
-¿Qué? ¿Dedrick tuvo un hijo?
Almar lamenta su imprudencia porque sabía que Claudia lo invadiría con preguntas sobre el tema.
-No soy yo el indicado para hablarte de eso.
-Por favor Almar cuéntame, prometo no decir nada a Dedrick, ¿Qué pasó con Ilse? ¿Cómo murió? ¿Qué le sucedió a su hijo?
Almar guarda silencio y contempla la fogata fijamente durante unos segundos que a Claudia le parecieron eternos, al fin se decidió a contarle la verdad.
-Luego de tu partida las cosas entre Dedrick e Ilse avanzaron favorables, él la desposó unos meses después, al poco tiempo nos dieron la gran noticia que estaba embarazada. En nuestra tribu tenemos la costumbre de celebrar la llegada de un nuevo miembro con una gran festividad, Dedrick se veía feliz. El embarazo pareció ir normal hasta los seis meses, fue cuando Ilse empezó a sentirse mal. Uta la revisó y dijo que había complicaciones, auguró un nacimiento prematuro y de alto riesgo. Tan solo unos días después la predicción de Uta se cumplió. Ella y varias mujeres atendieron el parto, fueron horas de angustia para todos. Al fin la criatura nació pero fue hasta entonces que descubrieron que estaba muerto y pocos minutos después Ilse...... (A Almar se le quebranta la voz) -Ella perdió mucha sangre durante el alumbramiento, llamó a Dedrick, cuando él llegó le pidió perdón por no darle un heredero y murió.
Claudia sintió un agudo dolor que se dispersó a través de todo su cuerpo como un hielo que la paralizó, volvió a ver a Octavio y luego pensó en Dedrick, en todo el sufrimiento vivido, perder a su hijo y esposa el mismo día, ambos habían pasado situaciones diferentes pero perturbadoras.
-Oh Almar pobre Dedrick, ¿Por qué el destino se ha empeñado en hacernos daño? ¿Cómo reaccionó ante sus muertes?
-Mal, después de las honras fúnebres él desapareció por una semana. Nadie supo a dónde fue, sólo pidió que no lo siguieran que necesitaba estar solo. Cuando regresó no volvió a ser el mismo, mi sobrino tiene un aura sombría, creo que le hará muy bien verte.
-Almar tus palabras me llenan de tanta angustia, siento como un puñal atraviesa mi corazón, no puedo esperar a verlo.
Claudia se vuelve a recostar junto a su hijo, pero por más que lo intenta no puede conciliar el sueño, ya que no deja de pensar en Dedrick y su tragedia personal.
Iniciaron su marcha muy temprano, aún estaba oscuro, era una mañana fría y todo indicaba que llovería pronto.
-Debemos buscar refugio, está a punto de llover, a nosotros no nos importaría cabalgar bajo la lluvia pero no sería conveniente para el niño, no queremos que enferme.
-No seremos motivo de atraso, dame algo con que cubrirlo y estaremos bien.
-Claudia no es necesario.
-Almar, no es mi deseo retrasar este viaje más de lo debido. -Claudia lo mira de manera que Almar comprende que la conversación ha terminado y sabía que no la convencería de lo contrario, por lo que le facilitó una piel curtida con la que envuelven a Octavio, ella en una manta acomoda al niño y la cruza a través de su espalda uniendo ambos extremos en su cuello de modo que Octavio quedó pegado a su pecho como una bolsa de canguro, bien sujeto. La lluvia no tardó mucho en empezar a precipitarse convirtiéndose pronto en un copioso aguacero. La marcha fue más lenta pero avanzaron, tanto que al anochecer sólo estaban a un día de llegar a la aldea.
Desmontaron un momento y hablaron sobre qué harían, si acampaban esa noche o continuaban su camino para llegar al amanecer a su destino. Todos estuvieron de acuerdo en seguir, por lo que descansaron treinta minutos, le dieron de beber a los caballos y al cumplirse el tiempo establecido volvieron a montar. Claudia cabeceaba dormida, Almar se colocó a su lado poniendo el hombro para que ella pudiera recostar su cabeza. Hacía tanto frío que al hablar, la boca desprendía un vaho, aunque abrigados con pieles el frío se metía en los huesos como espinas. Almar miró a Octavio quien dormía, se habían encargado de abrigarlo bien por lo que quizás él fuera el único que no sufriera los cambios del clima.
Como calcularon efectivamente al despuntar la aurora la aldea estaba a su vista, Claudia sintió como su corazón se aceleraba, estaba tan cerca de volver a ver a Dedrick, la hora de la verdad había llegado pero el panorama no era el mismo, la aldea estaba completamente rodeada con una alta muralla hecha de troncos y dos torres vigías custodiaban la entrada principal, cada una con un guarda responsable de avisar cualquier eventualidad o visitas inesperadas.
-¿Desde cuándo se protegen con murallas?
-Desde que empezó la plaga hemos tomado precauciones. De vez en cuando salimos para indagar que noticias hay en el exterior o comprar suministros no podemos estar del todo aislados. No nos van dejar ingresar de inmediato Claudia, no hasta cerciorarse que no estamos enfermos, cuando estén seguros que no representamos ningún riesgo nos permitirán la entrada, es una medida de seguridad.
-Es decir que aún no veré a Dedrick.
-No, y es mejor que él no sepa que estás aquí, conociéndolo como lo conozco, romperá las propias reglas que él ha impuesto, para verte.
Claudia sonríe en realidad el comentario la alaga, pero tendría que esperar un poco más para reunirse con él. Transcurrieron varios días, acamparon cerca del río por lo que aprovecho para asearse, Almar se encargó de darle privacidad.
-Viene alguien de la aldea. -Se escuchó decir a uno de los hombres de Almar. Claudia se mantiene a distancia y observa a Almar hablando con el enviado, deduce que ya pueden entrar a la aldea lo que hace que su corazón se vuelva a disparar tan velozmente que de repente siente que le duele el pecho. Se sienta en una piedra con Octavio en su regazo, comienza a respirar profundo y despacio, inhalando y exhalando hasta que logra que los latidos vuelvan a la normalidad.
-Es hora. _Le dice Almar comprendiendo lo que esto significaba para ella.
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Claudia: Belleza Indomable.
Narrativa StoricaClaudia es hija de Antonio Kaeso, un adinerado y respetado miembro de la sociedad romana. Por un juramento hecho a su esposa, en el hecho de muerte, su hija tiene hasta los 18 años para escoger el hombre con que se desposará, siempre y cuando esté a...