Su jefe podía lucir como un hombre extremadamente amable y condescendiente, un hombre alto de complexión fuerte y mirada amable. Incluso su sonrisa podía hacerte sentir en confianza, si no hubiese sido testigo de los atroces actos que el hombre junto a él había efectuado, tildaría a cualquiera que hablara mal de él como un mentiroso.
El hombre mayor, vestido con un elegante traje azul, limpió la daga con un pañuelo para devolverla a su lugar y le indicó a los dos gorilas que afirmaban a quien acababa de desmayarse, que lo sacaran del lugar.
—Como saben, este no es un lugar para juegos - El mayor habló volviendo su sonrisa a los dos jóvenes que estaban frente a él, mientras caminaba descuidadamente por el cuarto. Aunque tampoco a él le agradaba la situación, no pudo evitar que se le escapara una sonrisa por los rostros aterrados de los chicos.
—Es una organización y, por lo tanto, depende del orden, de la estructura. Como en toda organización tenemos normas y gente de mayor cargo a la que deben respetar...
En el último tiempo había escuchado el discurso tantas veces que si se lo preguntaban, estaba seguro de poder repetirlo de memoria. No le interesaban las florituras a las que su jefe insistía en apegarse, pero tampoco podía salir de ahí, se sentía tan atrapado como los aterrorizados chicos que ahora eran parte del espectáculo.
Los observó mientras seguía oyendo la profunda voz del hombre mayor, los muchachos probablemente aún no estaban en su mayoría de edad, uno de ellos, quien llamó su atención de inmediato, lucía demasiado femenino y débil y sin embargo, había oído que fue quien más daño causó, su pelo castaño y liso caía hasta sus hombros, su piel, extremadamente blanca lo hacía lucir algo enfermizo pero era su mirada, llameante y determinada lo que realmente había llamado su atención, era la mirada de alguien que no tenía nada qué perder y lo llevó a preguntarse qué clase de vida había estado llevando aquel chico para querer unirse a este tipo de empresa.
—Bien, Jonghyun, quiero que te encargues de ambos - Habló su jefe comenzando a ordenar unos papeles e indicando con ello que se retiraran.
Jonghyun le dedicó una educada inclinación antes de retirarse llevando con él a los nuevos reclutas. Los condujo entonces por los pasillos de la enorme casona, aunque él se había acostumbrado rápidamente a los altos muros y a los ventanales con frondosas cortinas que apenas dejaban que la luz se filtrara al interior; comprendía lo sorprendidos que se encontraban los muchachos, las numerosas puertas que se mantenían cerradas no podían más que llamar su atención. Llegaron entonces hasta un salón cuyas puertas abiertas daban al jardín interior, no había muebles allí y el piso se encontraba cubierto de tatamis.
—Escuché que acabaron con algunos de nuestros amigos y... se les permitió venir aquí para evitar una paliza, ¿es así? - Habló volteando hacia los menores, esperando a que asintieran para proseguir — Bien, ¿ustedes se conocen? - Ambos chicos negaron sin mirarse, Jonghyun esperó que su respuesta no fuera una mentira o ambos lo lamentarían mucho. —Eso hará las cosas más fáciles para ustedes. Al señor Kim no le gusta que lastimen a los suyos y ... solo uno de ustedes puede quedarse, así que, si esperaban librarse de una paliza se equivocaron. - Jonghyun caminaba por el salón mientras hablaba, los menores ahora tensos, miraban alertas todo el lugar.
—Oh, no se equivoquen; pelearan entre ustedes, si son lo suficientemente buenos pueden quedarse. Por otro lado... - Hizo una pequeña pausa al ver a la mano derecha del sr. Kim apoyarse en el umbral de las puertas corredizas —...Pueden intentar salir de aquí, solo recuerden que hay mucha más gente alrededor.
Jonghyun se cruzó de brazos apoyándose en uno de los muros, había también una tercera opción y, probablemente era la más inteligente, ambos podían negarse a pelear, recibir una golpiza de parte de algunos subordinados y luego salir por su propio pie para nunca más regresar a ese lugar, pero él no tenía permitido ofrecerles esa posibilidad, debían encontrarla ellos mismos.
Luego de algunos minutos en que ninguno de los jóvenes se atrevió a moverse, Minho, el ayudante principal del sr. Kim se ofreció a comenzar con los golpes, ante esto los chicos comenzaron a rodearse lanzando golpes, tímidos al principio pero a medida que llegaban a su objetivo ambos luchadores se volvían más feroces.
Minho desprendía una presencia amenazante, demasiado serio, alto y con cicatrices que no se molestaba en ocultar; Jonghyun y él no habían logrado congeniar con el tiempo, ambos preferían ignorarse por lo que, si estaba viendo la pelea era porque el jefe lo había enviado.
Observó con sorpresa como el chico castaño obtenía la ventaja, su contrincante ya había caído un par de veces y lucía sumamente cansado; Jonghyun recordó la primera vez que entró a la casona, había llegado en pleno invierno pidiendo unirse a la familia Kim, la intrusión, por supuesto, le había costado un par de golpizas y otras pronto se sumaron ante su insistencia, pero al ver que el chico seguía causando estragos, había sido el mismo señor Kim quien lo había recibido. Cuando se dio cuenta de quién era el hombre de traje pensó que recibiría una bala en la cabeza, algo que a Minho probablemente le habría complacido considerando su actitud despectiva; el Sr. Kim sin embargo se había alegrado de aceptarlo en el grupo, sus subordinados solían burlarse diciendo que era debido a la predilección del hombre por los espectáculos, él sin duda había dado unos cuantos; pero lo había hecho trabajar demasiado para mostrar su valía, aún ahora estaba cerca de ser uno de sus hombres de confianza.
Cuando finalmente uno de los chicos cayó, Jonghyun se acercó hasta el castaño que yacía inclinado recuperando el aliento; Minho en tanto llamaba a alguien para que sacara al otro chico y lo dejara cerca de algún hospital.
—Bienvenido, ahora vamos a que curen tus heridas -le tendió la mano al chico con los nudillos y el rostro ensangrentado —Tu nombre es Taemin, ¿verdad?, ahora estarás a mi cargo.
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The fox and the hound
FanfictionA pasos rápidos se escabulló en el mar de gente que, estresada, atestaba la ciudad a esa hora, probablemente preocupada de aprovechar el poco tiempo antes de volver a sus rutinas de trabajo; con solo ver sus rostros se alegraba de no tener que pasar...