Asintió en agradecimiento cuando la amable secretaria le indicó a uno de los guardias que lo guiara hasta la oficina principal; el hombre, enfundado en un elegante traje de tela, no tenía la apariencia de sus usuales matones, su rostro sin embargo lucía en extremo serio y Jinki se vio pronto contagiado de esa sensación. Había investigado al hombre por años pero esa no era, en absoluto, la forma en la que le hubiera gustado proceder; Kim era un hombre inteligente, de eso no tenía duda alguna, su capacidad de gestión lo había mantenido en la cima por tanto tiempo y por ello, no dudaba que tuviera ya planeada alguna salida a aquella situación.
Como parte de la policía de investigaciones no era extraño para ellos recibir llamadas anónimas, el paquete que arribó hasta la oficina, tan solo minutos después de la extraña llamada, causó en cambio un inusual ambiente de expectación en el entorno. Era simple suponer que las empresas que manejaba Kim eran una forma de justificar sus exorbitantes ingresos, pero recibir la prueba de ello con tal detalle era algo que ninguno de sus hombres había podido concretar.
Una hora más tarde también los medios daban a conocer el escándalo de corrupción en las empresas Kim y tanto sus asociados como los medios, se estaban encargando de sepultarlo antes de que cualquier información fuese corroborada.
Al entrar en la oficina pudo notar de inmediato al hombre que parecía dormitar tras el escritorio, mantenía ambos brazos con sus manos entrelazadas sobre el fino mueble mientras el resto de su cuerpo reposaba levemente inclinado contra el asiento. Él mismo se sorprendió cuando el asistente se acercó a despertarlo, a pesar de haberlo visto incontables veces en fotografías e informes, no podía reconocer en él al líder de una las familias más poderosas de la región; Kim se removió pasando una mano por su cabello y para Jinki fueron aún más notorios los surcos que recorrían el rostro del mayor, bajo los ojos cansados se dibujaba una mueca de hastío que cambió rápidamente al notar una presencia desconocida en su despacho.
—Señor Kim, al fin puedo conocerlo, he escuchado mucho sobre usted - Saludó el agente presentándose y mostrando su credencial.
—No es de extrañar en estos momentos - Respondió el mayor extendiendo su mano para responder al saludo del oficial. No vio hostilidad en él, tampoco encontró la burda simpatía con que solían presentarse los empresarios ante alguna acusación, el mayor en este caso no intentaba ocultar su cansancio.
—Ciertamente
—¿A qué debo específicamente su visita, señor Lee?
Jinki se mantuvo de pie y extendió hasta el hombre la citación que contenía su carpeta, observando sus reacciones al examinarla.
—Serán solo algunas preguntas, esperamos contar con su cooperación - Respondió manteniendo su vista sobre él.
—Por supuesto - Kim volvió a tomar asiento y dejó la citación sobre su escritorio, una sonrisa de negocios se había apostado en su rostro — Sobre esos documentos, ¿ya saben quién los envió?
Jinki esbozó una sonrisa condescendiente ante la tentativa. Kim, por lo menos estaba tan intrigado como él ante la aparición de esa información — Lo siento señor Kim, mientras la investigación siga en pie , esa es información confidencial.
Vio al mayor hacer una mueca disconforme mientras él se retiraba de la oficina, si Kim pensaba que ellos conocían la procedencia de la información -aunque esto fuese erróneo- existía la posibilidad de que diera algún paso en falso, ello facilitaría la investigación, al igual que el presente que tenía pensado enviarle.
Los bolsos permanecían apilados a un lado de la puerta de su cuarto, al cual ninguno de los guardias tenía permitido acceder; aunque el lugar se mantenía en orden aún podía ver el polvo sobre la superficie de sus muebles, se sentía todo tan solitario. Era lo que durante semanas había ansiado, volver a su vida y dejar por fin atrás la caótica subsistencia en la casa donde Kim llevaba a cabo sus negocios pero, no esperaba hacerlo de esa forma. La repentina decisión de su padre lo había desconcertado, aún estaba adecuándose, sintiendo que al fin el hombre le prestaba atención por mucho en que la forma de obtenerla le molestara, debería sentirse feliz por volver finalmente a su rutina pero la discusión que había tenido con Jonghyun había truncado su alegría.
Jonghyun se había mostrado conforme al saber de su partida, parecía aliviado incluso y ello había causado su molestia, sabía que estaba siendo irracional y que el otro solo esperaba que se mantuviera a salvo, y aún así había sacado a colación la distancia y el tener que esconderse. Era consciente de estar culpándolo por cosas sobre las que no tenía el control y aún Jonghyun había intentado ser conciliador pero luego, cansado de no obtener resultados, había optado por dar la vuelta y regresar a sus labores con una mirada dolida. También a él le dolía lo poco que parecía afectarle al otro su partida.
Se dejó caer sobre la cama viendo el móvil a su lado, para luego tomar el artefacto y marcar su número.
—Kibum, ¿estás bien? - Fue la rápida respuesta que obtuvo
—Lo siento - Susurró
—También yo Kibummie. No quería que te fueras de esa forma, pero necesito que estés a salvo, ¿puedes comprenderlo?
Kibum asintió dejando caer su cabeza sobre sus rodillas y llevando su mano libre hasta su cabello ¿por qué repentinamente tenía tanto miedo?
—Lo entiendo - Respondió antes de que el silencio se instalara entre ellos.
—¿Quieres que vaya?
Kibum negó aún sabiendo que el otro no podía verlo, era una forma de reafirmar sus palabras —Solo quería escucharte Jonghyun. Te quiero - Dijo para luego cortar la comunicación.
Jonghyun se mantuvo inmóvil, sintiéndose súbitamente sobrecogido por las palabras del joven. También a él le gustaría responderle de esa forma pero tanto el temor como la culpa no se lo permitían, quizá el distanciarse fuese una buena oportunidad antes de que las cosas pasaran a mayores, pero era algo que conscientemente había estado evitando. También él lo quería y era doloroso darse cuenta de esa forma, cuando se sentía tan agotado y miserable.
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The fox and the hound
FanfictionA pasos rápidos se escabulló en el mar de gente que, estresada, atestaba la ciudad a esa hora, probablemente preocupada de aprovechar el poco tiempo antes de volver a sus rutinas de trabajo; con solo ver sus rostros se alegraba de no tener que pasar...