A penas llegaron, Minho ordenó a los hombres tomar posiciones en todas las entradas y mantenerse atentos ante cualquier movimiento o sujeto sospechoso en los alrededores, hizo correr también, por los barrios cercanos, a algunos vigilantes; no podían ser nuevamente atrapados por sorpresa. Jonghyun mientras fue guiado por Taemin hasta el cuarto del joven Kim, quien al verlos, consciente de que hace solo unas horas el mayor había sido herido, comprendió que el que estuviese frente a él en esas condiciones solo eran aún peores noticias. Taemin ayudó al mayor a tomar asiento en uno de los sofás que adornaban el cuarto y se retiró del lugar. Kibum seguía observándolo, preso de una repentina incomodidad.
—Lo lamento - Fue lo primero que susurró Jonghyun al verse bajo el escrutinio del menor, quien se removía inquieto en su lugar.
Kibum levantó su vista preguntándose qué era, específicamente, lo que lamentaba. ¿Acaso Jonghyun podía recordar algo de aquel incidente?, ¿o era solo él quién estaba sufriendo los efectos de aquel repentino roce?
—¿Estás bien?. No deberías estar acá en tu estado - Respondió el menor desviando su vista hasta el suelo.
Jonghyun asintió —No es nada grave, en un par de días estaré bien.
Kibum tomó asiento en un extremo del cuarto, intentando poner distancia entre ellos, buscando sentirse dueño de sus reacciones. —¿Por qué están aquí?, ¿es algo malo?
Jonghyun sintió lástima por el joven al ver su rostro cubierto en preocupación. Aún si la intención de su padre había sido mantenerlo lejos del peligro, solo había logrado que se viera directamente involucrado; era difícil aceptar que Minho tenía razón al decir que lo mejor era mantenerlo cerca de quienes pudieran protegerlo cuando podía, incluso, ver su desgaste emocional. La postura orgullosa que ahora solo podía definir como cansada, la mirada baja y los labios lastimados por los constantes nervios. Alguien tan frágil como Kibum, de ninguna forma, estaba hecho para ese tipo de vida.
—Nos quedaremos aquí un par de días y luego iremos con el sr. Kim. Debemos movernos con cautela.
—¿Veré a mi padre? - Preguntó ilusionado
Jonghyun volvió a asentir llevando su vista hasta sus manos que mantenía entrelazadas sobre sus rodillas.
Durante los dos días siguientes, el joven se había empeñado en cuidar de su salud, probablemente aún sintiéndose culpable a pesar de los intentos del mayor de calmarlo. Para Jonghyun aquellos acercamientos comenzaban a causar cada vez más estragos en él, ver esa nueva faceta del pelinegro hacía que su pecho se llenara al reconocer como poco a poco, estaba traspasando sus muros. Le gustaba ver a Kibum sonrojarse cuando no era capaz de mantener su mirada y había notado que, cuando estaba nervioso, de inmediato comenzaba alguna conversación, no importaba si debía mantener un monólogo con tal de evitar el silencio que era tan común entre ellos al principio.
A pesar de no haber hablado al respecto, era obvio, por la actitud del menor, que podía recordar el beso. Para él sin embargo, las cosas serían mejor si ambos seguían rechazando la profunda atracción que existía entre entre ellos.
Fue cuando Kibum irrumpió enfadado en el lugar en que descansaba, en que se dio cuenta de que aquello no sería tan fácil de ignorar.
—¿Dónde está Minho? - Demandó a penas dándole el tiempo a negar —¿Tú lo sabías, verdad?
—¿De qué hablas? - Preguntó Jonghyun bajando al libro que hasta hace poco leía, hasta el mueble a un lado de la cama.
—De los planes de mi padre - La furia y el intenso miedo reflejado en sus ojos no le dio lugar a dudas. Aunque las órdenes de Kim no eran totalmente claras, sabía por Minho que Kibum sería presentado formalmente al resto de las kkangpae con el fin de evitar una amenaza mayor pero, aquello implicaba que, sin importar su opinión, Kibum tendría que involucrarse en aquel mundo.
—No es algo en lo que pueda interferir - Respondió quedamente, queriendo disculparse por los sucesos que, de una u otra forma, parecían rodear y retener al menor.
Kibum se mordió los labios, nervioso y sin saber a quién culpar o cómo calmar su angustia; quería estar cerca de su padre pero deseaba también, más que todo, su libertad. Toda su vida había tenido que mantenerse oculto, no era algo de lo que se arrepentía porque a penas su padre le había dado la opción, él había elegido alejarse de esa vida que tanto le había quitado y había forjado, poco a poco, una vida paralela. Una vida en donde podía cerrar los ojos y fingir que aquella realidad no existía, tal y como hacía el resto de la gente a su alrededor. Una vida en donde era un estudiante normal, tenía amigos y por sobre todo, había logrado enterrar los dolorosos recuerdos de su familia.
Pero una vez más había sido un iluso, era imposible escapar de aquel destino sin importar cuantas veces lo intentara, era imposible mentirse a sí mismo como hacía con el resto. Derrotado, se dejó caer a los pies de la cama del mayor, ya no le importaba si veía sus lágrimas, estaba cansado de fingir, de ocultarse y no ser capaz de seguir adelante.
Jonghyun vio como el pánico, una vez más, comenzaba a apoderarse del menor. Con cuidado se acercó inclinándose hasta quedar a la altura del joven, tomando su rostro con ambas manos e indicándole que siguiera el ritmo de su respiración. Minutos después, cuando Kibum logró calmarse, apoyó su cabeza en el hombro de su guardián y este, sin dudarlo, lo envolvió fuertemente entre sus brazos, tratando de infundirle una seguridad que él mismo estaba lejos de sentir. Cuando Kibum recuperó su temple, levantando su rostro y encontrándose tan cerca del suyo, Jonghyun supo que no podría contenerse, pero; en ese preciso instante, lo único realmente importante era la forma en que los bonitos labios se acercaron a su encuentro, respondiendo a la caricia. Su mente seguía renuente, haciendo saltar sus alarmas y repitiendo las mil razones por las que aquello no debía ser; pero fue la calidez en su pecho, aún lleno de temor, el que lo llevó a repetir la acción cuando el menor, luego de alejarse por unos segundos, volvió a ofrecerle sus labios.
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The fox and the hound
FanfictionA pasos rápidos se escabulló en el mar de gente que, estresada, atestaba la ciudad a esa hora, probablemente preocupada de aprovechar el poco tiempo antes de volver a sus rutinas de trabajo; con solo ver sus rostros se alegraba de no tener que pasar...