16. Lazos

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  Taemin pasó por su lado dedicándole una suave sonrisa antes de volver a escabullirse entre los hombres que vagaban por los pasillos, aunque seguía preocupado por él, el joven parecía cómodo con su actual situación y era imposible para Jonghyun evitar el torrente de pensamientos pesimistas que se arremolinaban en su mente, confundiéndolo; ¿causaría también daño a ese niño?.

  La relación entre ellos era cercana y aún si Taemin no aceptaba sus acciones, lo sacaría de aquel lugar y se encargaría de que tuviese una vida acorde a su edad; era un niño y por ello sabía que en algún momento comprendería la razón tras sus acciones.   Es por su bien, pensó mientras avanzaba hasta el vehículo para tomar rumbo al encuentro.   Es lo que hubiese querido para él; si estuviese vivo probablemente tendría bastantes más años que Taemin, ni siquiera era menor cuando lo perdió pero, era su sonrisa, esa sonrisa de aliento que permanecía en su rostro ocultando sus cicatrices, lo que tanto le recordaba a su hermano. 

 Cuando tomó a Taemin a su cargo comprendió que habría muchas cosas que no serían dichas, no fue necesario, tampoco, que el joven hablara para conocer el origen de sus pesadillas, él sabía por experiencia el daño que podían causar los recuerdos; se conformó entonces con quedarse a su lado, como un protector, viendo en el joven la imagen de aquel a quien no pudo proteger.



 Durante años pensó que había logrado borrar el recuerdo de su padre en la mente de su hermano; lo único que podía agradecer al hombre que los crió, fue que jamás utilizara al menor como un saco de boxeo, como solía hacerlo con él.   Siendo aún un niño, Jonghyun no tenía forma de explicarse los maltratos de su progenitor; su frágil mente, tan maltratada como su cuerpo, asumió con inocencia que aquello se debía a sus propias faltas y era algo que estaba dispuesto a aceptar sin queja alguna.    Desde temprano tomó responsabilidades que no correspondían a alguien de su edad, no podía comprenderlo del todo pero sabía que el alcohol y aquellas -en entonces- extrañas sustancias mantenían a su padre enfermo y eran la causa del abandono de su madre.  El hombre lucía agobiado y aún a pesar de su intoxicación, se las arreglaba para mantenerlos a ambos, no como un padre lo haría si no como alguien que, de alguna forma, intentaba sobrellevar su karma.  A medida que fueron creciendo su padre permitió que el envenenamiento lo consumiera por completo, aislándose y finalmente abandonando a los menores a su suerte.

     Para ese entonces Jonghyun sabía cómo sobrevivir por su cuenta, se había convertido en un joven problemático al que le era común responder a la violencia con más violencia, sin quedar exento de delitos menores.      Aunque la vida no sería fácil para un par de jóvenes, él estaba siendo impulsado por su ciega determinación de alejarse de aquella realidad y, a penas cumplió la mayoría de edad, se las arregló para obtener la custodia de su hermano.   Fue durante ese proceso en que comprendió la razón del odio de aquel hombre, no había realmente un lazo sanguíneo que lo uniera a él y ello, lejos de afligirlo, le facilitó aún más la tarea de dejar al hombre atrás.  

No fue hasta años más tarde en que se enteró de que su hermano seguía manteniendo contacto con su padre.  Podía recordar los rostros de los oficiales que lo recibieron en la antigua casa paterna, impidiéndole el paso hasta la horrible escena en donde los cuerpos de aquel hombre y su hermano eran los protagonistas; las palabras aún resonaban confusas, una millonaria deuda con un grupo, un ajuste de cuentas en donde su hermano, con su infinita bondad, se había visto envuelto en el afán de ayudar a su padre.     Recordaba también, de forma precisa el estado de los cuerpos; aquello no había sido un simple asesinato, los habían torturado, se habían asegurado de hacerlos sufrir mientras les quitaban la vida.   

 Junto a la vida de su única familia se habían llevado también la suya, todo por lo que había luchado fue enterrado junto a los restos de su hermano en aquella solitaria ceremonia. Siguió viviendo de forma monótona, dejando que el odio se apoderara de él, la única razón que ahora le impulsaba a seguir adelante era encontrar a esas personas y destruirlas.  

Aún mantenía contacto con las peligrosas amistades que había forjado en su adolescencia y fue gracias a ellas que pudo recolectar las pistas que lo llevaron hasta el grupo Kim.  Durante los dos años que estuvo dentro del grupo no fue más que un espectador, era difícil ganar la confianza de su líder y mucho más, obtener información de los grupos que pertenecían a esa familia.   Como líder, Kim era uno de sus objetivos principales, pero era el asesino de su hermano a quien debía encontrar y liquidar con sus propias manos.

El que Jinki se atravesara en su camino fue solo un encuentro fortuito, el policía había participado siguiendo el caso de su padre y fue cuando Jonghyun, junto a su grupo, cayeron bajo custodia a causa de una pelea de territorios, en que el policía que acababa de subir de posición, lo reconoció.  Fue fácil para él entrever el porqué de su pertenecía en aquel grupo y, aprovechando la oportunidad, ofreció al joven un trato que Jonghyun aceptó sin pensar.  Después de todo, no tenía realmente nada qué perder; durante esos años la información que buscaba había tenido escasos resultados, tenía sin embargo, la suficiente información y pruebas para encerrar a Kim y a todo su grupo, a cambio obtendría toda la información acerca del caso de su hermano y, cuando todo eso terminara quedaría libre de cargos; por supuesto Jinki no estaba contemplando los planes que Jonghyun tenía para el asesino cuando ofreció aquel trato.



Llegó minutos antes junto a un grupo de hombres, tenían la misión de revisar los alrededores asegurando el recinto; las bodegas que se alzaban lóbregas en contraste con las potentes luces de la ciudad facilitaban la tarea de ocultarse.  Jinki y sus hombres estaban apostados a medio camino de distancia, evitando de esa forma levantar sospechas, por lo que mientras los guardas buscaban sus lugares, él se encargó de enviar las posiciones para que Jinki no coincidiera con ellos en su llegada.

Dio un último vistazo a su alrededor antes de dirigirse hasta el auto del que acababa de bajar Kim acompañado, como siempre, por Minho.   El alto solo dio una mirada resentida en su dirección y luego se dirigió a abrir la puerta del asiento trasero desde el cual descendió Kibum.  Fue solo su instinto el que lo mantuvo caminando en su dirección, su mente pidiendo que olvidara todo y tomara a Kibum alejándolo del peligro, él no debía estar allí.

The fox and the houndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora