Perdoname

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Conan

Estaba solo, hacia frio y mis pies dolían como si hubiera caminado por días. Todo era una gran planicie cubierta de nieve y niebla, tome unos segundos más en recordar el lugar, era el lago congelado donde me había ahogado.

No tengo una buena reacción sobre eso, es estúpido pero en ocasiones al recordarlo la respiración se volvía algo irregular, pero claro nadie puede guardar una buena reacción por casi haber muerto. Lo único que podía hacer era adentrarme más en la niebla espesa y cegadora.

<< ¿Es ella?>> pensé al ver una silueta familiar.

-¡Verona!-la llame a gritos, corriendo hacia ella ¿Por qué estaría aquí también?

Me detuve en seco, se había esfumado transformándose en una nube de arena negra que se sumergió en la capa de hielo. Me puse la mano en la cabeza sin entender nada.

Bajo mis pies rojos e hinchados retumbaban golpes al hielo, me arrodille limpiando la superficie de la nieve. Verona estaba pasando por lo que yo, su expresión desesperada por oxigeno era escalofriante.

-¡Conan!-balbuceo entre las burbujas de aire que escapaban de sus pulmones.

Comencé a golpear el suelo intentando salvarla, aun cuando fragmentos de agua congelada saltaban la pared no cedía ni por mis los esfuerzos patéticos de ambos. No dejaría que la oscura profundidad de ese lago la tragaría. Misma oscuridad de donde manos largas y afiladas como garras se ensartaron en el rostro de Verona.

-¡No!

Trunco la pelea contra el frio para enfrentarse a esas garras, desperdiciando mas oxigeno y fuerza. Me lanzo una última mirada de auxilio.

¿Qué hago?.... ¿Qué hago?.... ¡Mierda ¿Qué hago?!

La zarpa tomo cuerpo y figura visible...los ojos asesinos de Gin se clavaron en los míos, mi cuerpo dejo de responder, mi mente ya determino que era inútil.

-Perdiste...

Ambos se sumergieron finalmente en la oscuridad. No respiraba, estaba enojado y frustrado como nunca, Esto no puede...no puede pasar... ella no

No. No. No. ¡NOOO!

Abrí los ojos de golpe, levantándome de salto. Mis pulmones sentían el horrendo frio de aquella pesadilla tomándome firmemente del pecho para aliviar esa sensación, con la manga del pijama limpiaba mi rostro del sudor. Quede empapado de él. Continuaba algo desorientado y mareado, con la boca amarga.

Dicen que cuando despiertas la mayor parte del sueño se olvida, es una pena que con las pesadillas queda un eco por un largo rato. Vi mi despertador, 5:56 a.m, seguía estando medio dormido así que me pase las manos por la cara. Dios ni siquiera había amanecido y el sueño aun me rondaba.

Me levante para buscar un vaso de agua y un libro con que entretenerme mientras tanto. Ya de vuelta de la cocina escuche unos gemidos y susurros, seguí caminando y escuchando más atentamente.

-¡Ay! ¡Por amor de...!-choque con la mesa golpeándome el dedo pequeño del pie, obligándome a dar saltitos de regreso.

Otra vez esos gemidos, ahora sabia de donde venían. Entre al cuarto pulsando en interruptor de la luz y ahí lo supe. Verona estaba sentada en su cama sosteniendo el lado de su rostro donde la cicatriz estaba con una cara de espanto que no le había visto nunca.

-Ve-Verona... ¿estas...?-deje la pregunta a medio terminar era evidente que no.

-¿Eh? Pero que... ¡Sal de aquí, no me pasa nada! ¡Sal!- me ordeno señalando la puerta.

Detective Conan: &quot;La niña de la cicatriz y la melena roja&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora