Capítulo 13.

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Capítulo Trece: Detente

"—No puedo amar a alguien si todo este tiempo me he estado odiando a mi mismo y a la vida."
Liam Ponce - Pensamientos Torturadores.


Liam.

Estaba frente a ella, su furia era notable, su rostro expresaba cansancio, su cuerpo demostraba un "Estoy así por culpa de Liam Ponce", ¿A quien quería engañar? He destruido a esta chica, he partido su corazón en dos sin tocarla, sin rozar mi mano con su piel. Sólo quería que esto terminara, pero de ninguna manera quería dejar ir a Victoria, aunque mi corazón y mente rogaban, pedían que la superara, pero... Mi alma se negaba.

—¿Acaso no me escuchaste?.

—Valentina...

—Liam, sólo vete — Dijo ella con un río de lágrimas.

—Me estás destruyendo de mil maneras, me estás matando con tus sentimientos confusos, me estás hundiendo, ¿Entiendes?— Se bajó de su cama y comenzó a dirigirse hacia mi —. ¿Acaso no ves?

—¿Acaso tu no ves que estoy muriendo mental e interiormente?.

Ella bajó la mirada.

—Mirame a los ojos— Cogí suavemente su mandíbula haciendo que su mirada quedara fija —. ¿Realmente es eso lo que te afecta?

Ella negó con la cabeza.

—Di algo, no quiero más silencio, quiero verdades.

Su mirada volvio a subir —Me he enamorado de ti. Te lo dije, sólo te estás haciendo el torpe queriendo que yo te lo vuelva a decir, estás pensando mal, no soy masoquista. ¿Que intentas hacer?, ¿Que te odie?.

Le había dado al punto, eso esperaba de ella, no esperaba ruegos, no esperaba lágrimas, no esperaba un te amo, lo único que anhelaba era un te odio Liam Ponce, no quiero formar una tormenta destructora para Valentina, definitivamente no.

—¿Puedes odiarme?— Respondí ignorando todo lo anterior.

Ella se rió sarcásticamente. —Te estás volviendo torpe Liam. ¿Me odiarías tu?

Negué. —No puedo odiar a alguien que me ha ayudado a salir de toda esta asquerosa vida, no es que me esté diciendo que en mi mente a vuelto la primavera, porque es una gran mentira, el frío y triste invierno aún gobierna aquí. —Apunté con el dedo índice mi cabeza.

—Entonces, ¿Como pretendes que te odie si tu también me haz ayudado a salir de esto?, sólo date una oportunidad.

—Vine aquí para arreglar todo este caos emocional, no vine a hablar de oportunidades en el amor, no es algo que me mi corazón libere tan fácilmente. ¿Podrias dejar de pensar solo en ti?.

—No estoy pensando en mi, Liam— Se acercó aún más a mi —. Sólo quiero que estés bien, sólo quiero que salgas de todo esto, quiere verte sonreír aunque no sea conmigo, no se si es suficiente para ti pero he llegado a odiarte y a amarte al mismo tiempo.

No puedo negarlo, siento algo por Valentina, no es amor del todo, pero tampoco la quiero como una amiga, mi mente estaba convulsionando, me nacían unas tremendas ganas de besarla, pero también tenía ganas de alejarla, no podía entender todo esto, sentía como si mi cabeza estuviese explotando. Aunque le falta exigiera que se aleje de mi, se que no lo haría.

Lo siento, lo siento —Me repetía mentalmente. Sólo quería que Victoria comenzara a abandonar mis pensamientos y corazón, que me dejara volver a sonreír, que me dejara volver a respirar con tanta libertad. No había dado respuesta alguna.

—¿Liam?.

—Lo siento— Sacudí la cabeza —. Estoy distraído.

Sólo asintió, me observó y en un abrir y cerrar de ojos me dió un abrazo. Escuchaba sus sollozos, escuchaba sus gemidos de tortura mental, y todo esto era mi culpa, todo este Apocalipsis emocional nació gracias a mi aparición en aquel restaurante, quizás todo hubiese estado mejor si mi frialdad hubiese permitido que ella sola recogiera los fragmentos de los platos rotos, que en lugar de seguirla hasta la azotea, sólo la hubiese ignorado, pero ya era tarde, este era el presente, un doloroso presente.

Ella poco a poco fue despegando su cabeza de mi hombro y comenzó a viajar por mi mejilla que era rozada por su nariz, podía sentir sus labios en la comisura de los míos.

—Detente— Susurré.

Ella ignoró mi susurro y comenzó a besar lentamente.

Sus labios eran cálidos y suaves, un sabor a fresas se desprendía de ella, quería disfrutar de aquello, mi carne lo hacía, pero lo que importaba era lo que dictaba mi corazón, y pues sólo dictaba signos negativos, no estaba bien. De ninguna manera.

—Esto no ayuda — Susurré cuando ella despego sus labios de los míos.

—Quería probarlos aunque fuese una vez, aunque de ti no naciera, aunque tu no lo permitieras, aunque tu me aborrecieras.

Podía sentir su aliento, si frente estaba junto a la mío, su mirada ofrecía temor, pero una leve sonrisa era notoria en su rostro. Esto estaba mal, y no permitiría que avance, no quiero fingir un beso, no quiero fingir amor, no quiero nada relacionado con el amor.

—Prometí no ser tu tropiezo, Valentina.

—Estoy dispuesta a caer debido a ese tropiezo, estoy dispuesta a lastimarme, Liam.

—Dijiste que no eras masoquista.

Ella bajó la mirada.

—Y no, ese es el problema, no quiero que caigas, no quiero lastimarte.

—¿Y que hay si sucede todo lo contrario?.

—Jamás sucederá, ¿Porque no comprendes?.

—¿Porque tu, no comprendes?.

—Esto no llegará a nada, me tengo que ir.

Comencé a salir de su cuarto lo más rápido posible, esto estába fuera de control, quiero reparar no destruir, no quiero amar, quiero mantenerme lejos de ello hasta que todo esto esté bien. Crucé la sala de estar, agradecí a Dios gracias a que no estaba la señora Conor's, abrí la puerta principal y comencé a caminar por la calle sin mantener algún rumbo fijo. Valentina está actuando de una manera extraña, es como si hubiese optado por un toque de perversión, seducción y un poco de ego sentimental. Esa no era la tierna Valentina que yo conocía, no lo era y podía asegurarlo. Lo noche comenzó a caer, y sin dar cuenta volví a aquel melancólico parque, el único lugar donde podía tan siquiera suplicar a Dios por un poco de paz.












Más Frío Que La Nieve | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora