Más Frío Que La Nieve | Libro 1

Capítulo 32

Capítulo Treinta y Dos: Es Hora de Arrancar Desde Cero.

—"En este libro escribo mi dolor, en este libro plasmo mis sentimientos, en este libro los golpeo, porque en carne les amo demasiado y no sería capaz  de aplastarlos como si nunca los hubiese valorado".
—Liam Ponce.

Narrador.

Liam abrió los ojos de golpe, se encontraba sentado en el suelo, mientras tenía de respaldar la parte baja de su cama, su teléfono tenía la pantalla opacamente encendida  mientras señalaba el rótulo "Batería baja" seguidamente observó a su izquierda, en donde se encontraban varios hojas de papel tiradas en el piso, muchas de ellas tenían garabatos que mostraban el mismo mensaje: "Una Nueva Oportunidad a la Vida"

El sol apenas comenzaba a asomarse por la ventana de su habitación, y por momentos se venían unas leves olas de viento que hacían que sus vellos se erizaran. Liam se sentía completamente inseguro con aquella decisión que había tomado.

¿Como simularía el sentirme bien? —Se preguntaba Liam, quien se mantenía en la misma posición desde que abrió los ojos— Aquel chico se sentía frustradanente... Destruido, aquella palabra describía a Liam perfectamente, ningún cambio; Estaba destruido en todos los campos, miraba a su izquierda y luego a su derecha, no había nada más que el desorden de aquella habitación, seguidamente, pensaba en el corto círculo social que se suponía que él era el centro, en aquello sólo se miraba a su madre llorando, paseándose de extremo a extremo de aquel pasillo que guiaba a las habitaciones; Después se observaba a su padre, aquel hombre que por mucho tiempo estuvo insultándolo, golpeándolo, asfixiándolo, pueda que no lo creas pero, había dado un giro de trecientos sesenta grados, estaba tirado en su cama, con la mirada clavada en el techo y una gran angustia que invadía por completo su ser, él era uno de los causantes principales de todo aquel caos que gobernaba a Liam.

Su hermano Caleb, después de la escuela solo llegaba, tiraba la mochila en su cama y se apresuraba a sentarse junto a la puerta de su habitación, con aquella esperanza de que Liam gire la perilla de la puerta y aparezca cantándole como siempre solía hacerlo.

¿Tan grande era aquello, que hasta terminaba afectando a todos aquellos que te rodean? Lo peor de todo es que, ellos crean la tormenta, pero después no soportan los desagües en cada carril. Todo aquella situación de Liam se debía a la falta de apoyo familiar, a la poca comunicación que mantenía con sus padres; Aquel chico detestaba todo aquello, por qué las veces que él intentó pedir ayuda, lo ignoraron, lo pasaron por alto, por qué sus padres pensaron que toda la situación que se estaba dando era a causa de la edad, y que todo adolescente la pasaba. Lo cómico de todo aquello era que Liam sabía a la perfección que sus padres lo comprenderían demasiado rápido, había visto tales casos en la televisión, en el Internet, en Tumblr, en los mensajes reflexivos de Facebook y en los audios/cadenas que le enviaban a diario al WhatsApp.

Se puso de pié, sacudió su pelo moviendo la cabeza de un lado a otro para evadir aquellos pensamientos, se posó frente al espejo de cajón de ropa y se acercó un poco más para observarse con toda claridad, sus ojos se miraban completamente apagados, el resplandor del Sol hacia que se reflejara un completo café miel en su ojo izquierdo, cuando el derecho permanecía en su café oscuro; Su barba se extendía a la perfección por su rostro, un calzado excepcional, estaba más delgado, su piel había regresado a su blancura natural. Su sonrisa se extendió un poco. —Es hora de arrancar desde cero, amigo mio— Susurró a su reflejo.

Entró al baño, ignoró por completo la frialdad del agua y dejó que ella misma se encargara de llevar cada fastidiosa pena para mejorar un poco el día. Al pasar unos cinco minutos, salió. Recogió su teléfono del piso, buscó entre el desorden el cargador, lo conectó y la pantalla regresó a la ventana de mensajes que leyó la noche anterior, lo pensó por unos segundos, pero se decidió en contestar por la noche. No quería bajarse de una pedrada el día que intenta manejar aunque sea a un veinte por ciento de cosas buenas.