Capítulo 1.

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Capítulo Uno: Pequeña Piedrita.

"El cielo dió su quejido, un trueno sin duda alguna extremadamente fuerte resonó y el cielo comenzó a llorar, mi vista se posó en aquellas lágrimas que caían y yo me uní a su llanto".
-Liam Ponce - Pensamientos Torturadores.

Meses atrás.
Viernes 11/03/2016.

Liam.

—¡Podrías bajarle volumen a esa mierda!— Grité desde la ventana a mi estimado, único y fastidioso amigo.

Lo vi asomarse con su estúpida cara de burla mientras sacaba su dedo medio. —¡Deja de joder Liam!.

—¡Rayos, Keneth! no se como soportas escuchar eso.

—¡Oh, mi estimado Lemon Boy!— Gritó, supuse que era para que lo escuchara con claridad debido al alto volumen que tenía el reproductor de música. —¡El Reggaeton es vida!

Lo observé por unos instantes y me puse a pensar de cómo rayos Keneth Saints logró ser mi mejor amigo. Es definitivamente un chico muy diferente a mí: Atractivo, un dios con las chicas, piel canela, extrovertido. ¡Demonios, que envidia!.

—¡Si eso es vida para ti! ¡¿Qué es la muerte?!

—¡Los corridos, creo!— Se echó a reír mientras coreaba "Vete ya" de Valentín Elizalde.

Negué con la cabeza. Esa ni siquiera es un corrido. —Pensé—

Aquella fastidiosa música había cesado. Juro que en mi cerebro hice una mini fiesta ante tan noble causa. —¿Te presentarás a clases?.

—¡Claro!— Keneth se quedó observándome detenidamente.

—¿Qué?, ¿a estas alturas de la vida, y con kilos de herpes que has recogido con cada una de tus conquistas ya te pasaste al otro lado?— Intenté sonar lo más sarcástico posible.

—¿Qué mierda dices? no le hago a eso amigo mío, lo que pasa es que... —Se echó a reír, otra vez.

—¿Que pasa?— Pregunté esta vez con más seriedad, estaba seguro que si ponía esa cara de limón verde se le terminaría el circo.

Su semblante de chiste cambió a uno juicio —Creí que esa cara sólo la utilizabas con las chicas.

Lo bueno de todo esto es que había parado de reír. —Lo es, pero también se utiliza en casos casos de emergencia.

—¡Oh, disculpe usted señor rompe corazones!

—Ya sabes porque soy de esta manera— Solté entre dientes.

—Claro, claro— Al parecer fue sarcásticamente —Deberías vestirte, no sabía que te gustaba presumir de tus dotes, pero no creo que los maestros acepten a un nudista en el salón— simuló una sonrisa pícara mientras se mordía su labio inferior

Mi vista rápidamente se posó en mi desnudo cuerpo y pude observar que sólo llevaba unos boxers, calcetines y mi vieja mochila colgando de mis hombros. —¡Que imbécil!—  Intenté no reírme, el momento fue demasiado ridículo, aún no terminaba de vestirme y perdí el tiempo conversando con el estúpido de Keneth —¡Oh, gracias gran amigo!— Dije sarcásticamente.

Más Frío Que La Nieve | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora