Capítulo Treinta y Tres: Una Estrella Llora.
-"Juro que estoy bien."
-Ultima hoja del Libro Rojo.Liam
La vida estaba jugando conmigo al piedra, papel ó tijera, la única diferencia es que yo no tenía ninguno de los tres objetos para jugar, los tenían mis amigos, se la jugaban y me imaginaba haciendo la sacudida de manos y el que ganara, tendría el turno de lanzar un cuchillazo más a mi espalda.
Mis pies se apresuraban al salón de clases, mi vista se clavada al suelo, los susurros se escuchaban a cachas. Aquello era tan desesperante y molesto, tenía unas malditas ganas de detenerme, poner mi cabeza en alto y decirles que cerraran la maldita boca, pero ¿Que derecho tenía yo de hacer tal cosa? Estaba en aquél sitio por mi propia decisión, nadie me forzó, y me tocaba enfrentarlo.
Me sentía estúpido en aquél lugar, un imbécil enfrentándose ante una sociedad que cree comprender todo, donde lo que les hace sentir satisfechos a ellos está bien y lo que no les gusta está mal. Me cansé de la vida y sus falacias, lo lamento tanto, no puedo con esto y ni siquiera estoy listo para enfrentar esta estúpida situación.
No culpo a nadie más que a mi, es mi culpa y solo mi maldita culpa en haber dejado que este tornado se desarrollara en mi alma y comenzara a destruir todo lo hermoso que se había construido dentro de mí. Estoy siendo un egoísta, eso lo tengo claro, pero las personas que antes me rodeaban me han demostrado que mi único y perfecto amigo soy yo, y con eso me tengo que conformar de lo contrario, mi vida se forjaría en recibir puñaladas a la espalda y patadas en el trasero. Me causa envidia por aquellos chicos que cargan con la buena vibra de tener padres que brindan consejos, amigos que no fallan y que la sonrisa no desaparece de su rostro, en cambio yo... Tiré mis creencias al más allá, mi confianza a la basura y los sentimientos de cariño intachable a la mierda.
-¿Ale?- Se escuchó a mis espaldas.
La primera estrella de mi universo había aparecido, no tenía ni el más mínimo anhelo en girar y ver el rostro de aquella vieja y reluciente amiga; Diría "Hola" ¿Y después? Creo que el silencio de volvería incómodo, ¿Que caso tendría responder? Tenía muy en cuenta lo que Hamns me había dicho, solo podía confiar en dos personas de aquel famoso grupo que un día logré llamar "Mejores Amigos"
Sentí de inmediato que aquella chica cogió mi mano y la apretó con fuerza, aquello parecía ser como un cálido y sincero abrazo, mi corazón comenzó a palpitar como un demente, mis dedos temblaban como si yo me encontrase en el centro del Polo norte.
-¡Ale, Regresaste!- Dijo está vez. Su sonrisa estaba extendida de oreja a oreja, el brillo de sus resplandecía como el precioso Lucero que veo desde mi ventana por las noches.
-Sofia- Susurré con poca fuerza en mi voz.
Sofy no dijo ni una palabra más, limpió de inmediato una lágrima que estaba a punto de caer desde su ojo derecho y se lanzó hacia mí dirección para brindarme su cálido abrazo. La pregunta que vagaba por mi cabeza era "¿Puedo confiar en ella?" la desconfianza carcomía todo aquello que existía, tenía unas inmensas ganas de apartarla de mi inmediatamente, y dejarla hablando sola. Mi mente lanzó un chispazo indicándome que tenía que escapar inmediatamente de ella, negué con la cabeza, me ladeé hacia la izquierda y comencé a recorrer el pasillo del Instituto, podía escuchar la voz de Sofía mencionando mi nombre pero no me detendría, tenía que demostrar que no me importaban más, tenía que demostrar que no quería estar en ningún grupo de amigos, solo intentaba hacerles entender que necesitaba estar solo, eso y nada más.
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Más Frío Que La Nieve | Libro 1
Novela JuvenilLas lágrimas del cielo con melancolía caían danzando, esos hermosos copos de nieve que poco a poco decoraban los árboles de blanco anunciaban la llegada de un triste invierno para Liam Ponce. La vida puede amargarse de mil maneras, y generalmente a...