Capítulo 12.

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Capítulo Doce: ¡Sólo Escuchame!.

"—Cuando tires todo ese temor a la basura comprenderás lo mucho que te estabas perdiendo."
Liam Ponce - Pensamientos Torturadores.

Liam.

Habían pasado tantos días desde la última vez que me llevaron al psicólogo, todo seguía igual, nada nuevo. Valentina seguía sin asistir a clases. Era como si el tiempo se hubiese pausado, el tiempo era un consumidor asesino, asfixiador y desesperando. La mañana del Lunes desperté y bajé a la cocina, mi familia estaba reunida y hablando demasiado feliz, mis hermanos se gastaban bromas con mi padre algo completamente extraño, cuando se escucharon mis pasos todo se quedó en silencio, hasta que mi mamá se dispuso a hablar.

—¡Buenos días, Liam!— Su sonrisa me sorprendió, no me lo esperaba, sin duda.

—Buenos días mamá, ¿Todo bien?.

—Claro que todo está bien.

Esto era completamente raro, todos estaban en un solo lugar, sonriendo como si nada pasara, mi madre preguntándome cómo estoy. ¡Me parto en dos!, esto es un sueño. Pellizqué mi brazo izquierdo y nada.

—¿Porque haces eso?— Preguntó Caleb.

—¿He?.

—¿Porque pellizcas tu brazo?.

—Oh, por nada.

—¿Desayunaras?.

Negué con la cabeza, y comencé a salir de la cocina pero mi madre me detuvo cuando subía las escaleras.

—Liam, no le dijiste ni una sola palabra a la Psicóloga.

—El trato era ir donde la Psicóloga, pero en ningún momento se tocó el tema sobre que tenía que hablar.

—¿Puedes regalarnos un día de felicidad sólo por hoy?.

Comencé a subir.

—Por favor, Liam.

—No estoy como para andar ofreciendo felicidad hipócritamente, mamá.

Subí lo más rápido que pude, eso era lo que me afectaba, sólo fingían su felicidad ante mi, pero muy dentro tienen ganas de ofrecerme miles de cachetadas, cachetadas que me dejen completamente consciente de su manera de descargarse toda esa frialdad que ofrezco. Me metí al baño y comencé a bañarme.

Salí y me coloqué una camiseta gris y sobre ella, una sudadera negra, un pantalón color negro y unas Converse negras, sin duda mis gavetas serían amadas por cualquier murciélago, el color negro las invade. Cogí mi mochila y bajé.

—Me voy al colegio.

—Oh, tu padre irá a dejar a tus hermanos, ¿Porque no aprovechas?

—No, viajaré en el autobús.

Prefería mil veces escuchar el sofocante sonido del autobús en lugar del desesperante silencio de papá, me dirigí a la parada y como siempre, allí estaba Keneth.

—Hey, Keneth.

—Ponce.

—¿Pasa algo?.

—No.

—¿Seguro?.

—Ella me rechazó.

¿Hablaba de una chica?. Inesperado. —¿De que hablas?.

—Cree que los chicos son unos completos imbéciles, que sólo juegan con ellas y después las tiran a la basura.

—A ver, vamos despacio amigo— Solté —¿De quien hablas?.

—Tu amiga.

—¿Sofia?.

Negó.

—Se explícito, Keneth.

—Shelsey Roman.

¡Amor de Dios!. La chica de la que tanto hablaba Keneth era Shelsey, ¿Como pudimos estar ciegos?. —Keneth, te has apresurado, esto no es así, no te dejes llevar por obsesiones, antes, asegurate de que ella está interesada en ti.

Me observó.

—¿Que?— Pregunté al no recibir ningún comentario de su parte.

—¿Porque das consejos si tu mente es un caos?.

Genial. El "Gracias" que recibía por parte de mi amigo. Tenía razón en gran manera, y no podía negarlo. Desde que hizo esa pregunta tuve para no volver a soltar palabra alguna. El autobús se detuvo y Keneth subió primero. Al rincón estaba Shelsey por lo que Susurré a Keneth "sientate junto a ella". Después de decir aquello, mi vista de preocupó por encontrarse con la de  Valentina, pero no, ningún rastro, el asiento donde ella siempre se sentaba estaba vacío. Avancé y me senté, busqué en mochila a mis grandes amigos, los auriculares y cerré los ojos.

Después de unos minutos, sentí un peso caer a mi lado, quite los auriculares de mis oídos y Sofia  estaba a mi lado, su mirada estaba completamente pérdida en la parte delantera del autobús.

—¿Paso algo Sofi?.

—Liam... ¿Estás bien?

Sonreí. —Lo estoy, ¿Tu lo estás?.

Su cabeza asintió, pero su mirada mintió.

—No lo estás Sofia.

—¿Y como podré estarlo si la persona a quien amo tampoco lo está?.

—¿De que hablas?.

—¿Acaso no es obvio?

Me encogí de hombros. —No estoy entendiendo.

—Olvidalo.

—Per...

—Solo olvidalo— Se puso de pié y regresó a su asiento.

No iba a detenerla. De ninguna manera, el día de hoy era como si estuviese encerrado en un manicomio, todos actuaban de una manera extraña.

Valentina.

Quebrada, así me sentía en estos momentos, todas mis absurdas obsesiones para esperar un solo sentimiento de Liam habían sido tiradas al piso y dejadas en el olvido. No puedo negarlo, yo misma fui la causante de este tropiezo, yo sola convertí este invierno en el más triste, yo sola... Desperté a los pensamientos Torturadores de Liam Ponce. Y claro que no sólo me culpo a mi misma, lo culpo a el, por aparecerse con su frialdad indiferente conmigo, por su manera de hablar conmigo. Y aquí me encontraba, sola, encerrada en esta oscura habitación sin ganas de que los rayos del sol penetren mi piel.

Quizás Liam nunca dejé que su corazón vuelva a amar, quizas jamás vuelva a sentir esos grandes saltos que da el corazón cuando observa a la nueva escritora en su vida. Quizás... Prefiera irse junto a Victoria. Un pensamiento alarmante sin duda, pero he estado pensando en eso, su carácter y si diario vivir lo están confundiendo, destruyendo completamente su personalidad, y aunque el finja delante de sus amigos de que todo marcha a la perfección se que de alguna u otra manera sus demonios lo atacan al entrar a su cuarto.

Sentí el tiempo volar, un grito de mi mamá me sacó de mis Pensamientos, la puerta de mi habitación se abrió.

Liam.

No desperdiciare la oportunidad que me hada la señora Perry, estaba decidido a tirar mi maldito temor a la basura, estaba decidido a liberar mi corazón sin importar el precio.

—¿¡Que haces aquí!? —Ella se puso de pié, si expresión de tranquilidad se había eliminado y ahora sólo me observaba con desprecio.

—Valentina— Susurré.

—¡Largate de aquí!.

—¡Sólo Escuchame!.

Más Frío Que La Nieve | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora