Mi pecho sube y baja irregularmente. Él se acerca a paso firme, mientras retrocedo los mis pasos que él. Me agarra por la muñeca para que no escape. Mis ojos comienzan a picar avisándome que en cualquier momento mis lágrimas van a aparecer. Parpadeo par de veces para retenerlas. Suelta mi mano.
-¡Dónde nos venimos a encontrar! - exclama.
-Permiso, tengo prisa- anuncio.
Doy unos pasos intentando esquivarlo y seguir mi camino, pero me detiene del antebrazo volteándome a mirarlo. Suspiro.
-¿Por qué te fuiste sin despedirte? -pregunta.
-Que iba hacer ahí, estabas durmiendo. Además, quería llegar a mi habitación- respondo.
-Mínimo me hubieras dejado tu teléfono y tu nombre- expresa molesto.
Volteo los ojos. Sínico. Después que uso mi cuerpo o por lo menos eso me dio a entender con sus acciones. Se encuentra ofendido por que me fui de su habitación.
-Ni siquiera te importo a la hora de llevarme a la cama, pensé que si nos volveríamos a ver ni siquiera te acordaras de mi- confieso.
-No soy malvado, solo tomo lo que me dan. ¿Podemos hablar? -gruñe.
Sínico, pero por lo menos es sincero. Simplemente tomo lo que quería. Se pasa la mano por la cabeza, está desesperado o son ideas mías. Resoplo de frustración. ¡Rayos! Para que querrá hablar conmigo. Definitivamente consiguió lo que quería de mí. No le fue suficiente. Lo miro firme y niego.-Ahora no puedo- digo seria.
-Cuando puedas... te estaré esperando en el bar del hotel en dos horas- dice mirando el reloj.
Se acerca a mí a darme un beso, pero logro esquivarlo. Sonríe muy sexy el condenado. Se aleja de mí sin ni siquiera esperar una respuesta de mi parte. Tan alto tiene su ego que piensa que no lo voy a dejar plantada. Su autoestima es más grande que la torre Eiffel. Volteo los ojos siguiendo mi camino hacia la habitación de mi padre.
Abro la puerta encontrándomelo cenando. Me sonríe. Saludo a Miranda con un abrazo y recibo de su parte un beso en la frente. Con cuidado abrazo a mi padre y un beso en la sien de su parte. Veo que le están dando algún tipo de sopa, que debe saber a todo menos a sopa.
-¿Cómo te sientes? -pregunto.
-Bien, ahora mejor que te veo-responde.
-¿Cenaste? -le pregunto a Miranda.
-No... supongo que Carmela tendrá algo de cenar- dice sin importancia.
-A propósito, como es eso que estas en un hotel y no te fuiste para la casa- dice muy serio.
Arruga su frente. No puede ser que Carmela no se haya quedado callada. ¿Por qué tuvo que abrir la boca? Ahora a recibir un pequeño regaño, pero deben entender mi excusa. Bueno para mí no es excusa quedarme en un hotel. Sino la necesidad de sentirme cómoda. Suspiro con pesar. No quiero que me mal interprete.
-Bueno... no me sentí cómoda llegando a tu casa después de tantos años sin ir e instalarme como si nada- respondo.
-Es tu casa y siempre lo será- interviene Miranda.
-Mañana mismo dejas el hotel y te vas a la casa, ya le di instrucciones a Carmela- dice. Suspiro.
-Lo siento papá, pero mi respuesta es no voy a ir hasta que tu hayas dejado el hospital- digo firme.
-Genio y figura hasta la sepultura- expresa Miranda.
-De parte de quien estas- le dice mi papa.
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¡Prohibido!
Teen FictionElla tiene un carácter fuerte, pero al mismo tiempo es una joven sensible, carismática. Él, le gusta las fiestas, bromista, le huye al compromiso y no le gusta encariñarse con las personas. Todos los derechos reservados © 2016-2017