Capitulo 14 | No los quiero matar

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Al sentir la brisa del viento cerré mis ojos, buscando tranquilizarme, ya que mi corazón galopa desbocado. A las motocicletas siempre les he tenido respeto. Sentí como hizo un movimiento brusco estilo zigzag. Soltando un grito de pánico.

-Tranquila, solo le pase a un auto- me explica con una voz fuerte.

Me abrazo más a él para no caerme. De momento arranco la motora con más velocidad haciendo rugir la motora que nos hizo vibrar. Baja la velocidad haciendo que mire. se detuvo por semáforo rojo.

-¿Manejo bien? -pregunta.

Ya me imagino su sonrisa de satisfacción plasmada en su rostro. -Si- susurro.

Tengo que admitir que hasta ahora ha manejado magistralmente. Pongo mi cabeza cerca de su hombro intentando de regular mi respiración. Observe sus manos en los manillares, los sujeta con firmeza y confianza. El semáforo cambio a verde.

Acelero su motocicleta haciéndola bramar y con violencia arranco nuevamente. Pegue más mi cuerpo al de él, si era posible. Escuche su risa que era un deleite escucharla, pero en otra circunstancia.

Gira la motocicleta entrando a un aparcamiento privada de un edificio. Se estaciona apagando la motocicleta. Me quito el casco.

-Sana y salva. ¿No fue tan malo? -indaga.

-No, pero prefiero un auto con cuatro ruedas- admito.

-Lo tendré en cuenta- añade seguido de un guiño.

-¿Dónde estamos? -pregunto.

Observo todo el lugar, pero no conozco la zona. Mejor dicho, no conozco gran parte de la ciudad. Me bajo de la moto, mientras él se quita el casco con su sonrisa hermosa. Sé baja con cuidado poniéndole el están que la sostiene del suelo.

-Aquí vive Gustavo, pero él se va a quedar en el hotel- contesta.

-Ah... comprendo- susurro.

Me extiende la mano, la acepto sujetándola, mientras él entrelaza nuestros dedos haciendo que mire nuestras manos. Al ver mi corazón se altera, brincando y bailando, por algo que ni comprendo. Caminamos en dirección hasta el ascensor.

-¿Por qué me trajiste aquí? -pregunto.

-Es un lugar más privado que la habitación del hotel- contesta.

No quiere que nadie nos vea. Supongo que lleva todas sus conquistas a esa habitación. Lo peor que fui una de ellas. Me muerdo el labio inferior. Entramos al elevador.

-Gustavo sabe que nos vamos a ver- indago.

-Sabe que voy a estar con una mujer, pero no sabe que eres tu- explica.

-Mejor. Me moriría de vergüenza- admito. Me sonríe, mientras sacude su cabeza. El ascensor suena informándonos que llegamos al piso.

Saca las llaves abriendo el departamento de Gustavo. Como todo un caballero me deja entrar primero. El departamento tiene pintada sus paredes de un color crema de la sala. Los muebles color negro en vinil, muy varonil, por cierto. Tiene un gran ventanal que va del piso al techo que sin duda en el día no necesita encender alguna luz. No tenía cortinas. ¿Cómo tenia privacidad?

Contaba con una barra en mármol con un bar con toda clase de licores. Varios vasos con una bandeja de color plata. Se podía apreciar una puerta que su pongo que debe de estar el comedor o cocina. Pero no tengo intenciones de preguntar. Lo que se podía ver tiene un toque de lujo y un estilo muy personal.

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