Capitulo 13 | Estás Loco

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Sebastián. Sebastián. Sebastián. Me tapo la cara con una almohada. Tengo un enredo en mi cabeza por tu culpa. Es la primera vez que me siento tan vulnerable con un hombre. Necesito desprenderme de esta necesidad que se creó en el momento que lo bese. ¿Pero cómo? Sí quiero que me lo enseñe todo. Quiero descubrir todo lo que existe entre un hombre y una mujer. Porque cada vez que lo tengo cerca o me toca mi cuerpo se enciende como una hoguera. Mi cuerpo solo reacciona a su tacto y no a mi razón.

Ya deja de pensar porque se te va a fundir el celebro. Mejor me levanto de la cama y bajo a desayunar que se me va hacer tarde. Me miro mi piyama que consiste en un pantalón largo con Mickey Mouse y una camisa de manga con la cara de esté de estampado. Agarro mi teléfono y salgo de la habitación. No tengo ánimos de nada. Quiero irme en el primer vuelo de regreso a Madrid. ¿Por qué te tengo todo el tiempo en mi cabeza?

Entro al comedor encontrándome a mi padre, a su esposa y a Sebastián. ¡No puede ser! Porque me toca sentarme al lado de Sebastián. Me regalan una sonrisa, mientras me acomodo en la silla.

-Buenos días- digo.

-¿Cómo amaneciste Camila? -pregunto Miranda.

-Gracias a Dios bien, pero me hubiera gustado quedarme durmiendo- contesto.

-Me alegro hija. Después del desayuno y que estés de ánimo para cambiarte de ropa. Me gustaría hablar contigo en el despacho- me informa mi padre.

-Claro que si ¿Me puedes dar un adelanto? -expreso.

-No. No me gusta hablar de trabajo en la mesa familiar- comenta dejándome con la duda. Asiento indicándole que comprendo su respuesta.

-Así es Camila. No me gusta que mi esposo traiga trabajo a la mesa. Sé lo tengo prohibido- aclara.

-Entiendo. Es un momento exclusivamente familiar- digo con una sonrisa.

Agarro el envase de frutas y comienzo a servirme de lo que hay en la mesa. Sebastián me pasa el jugo de naranja. Siento la mano de Sebastián en mi muslo. Me atraganto con la fruta que tengo en la boca.

-¿Estas bien? -pregunta, mientras me da en el medio de la espalda.

-Sí... no te preocupes- respondo.

Lo miro seria y él tiene una sonrisa satisfactoria en su rostro. Como se le ocurre tocarme el muslo en pleno desayuno. Es un descarado. No tiene vergüenza por mi padre que es su tío y su tía.

-¿Qué vas hacer en la noche? Ya que mañana es sábado- investiga. Como si él no lo supiera. Que pretende preguntándome frente a mi padre.

-Bueno, Rafael me invito a cenar. ¿Por qué? -confieso.

-Hija. ¿Es mi socio? -interviene mi padre.

-Sí... me pidió que nos sentáramos hablar de la energía renovable. Quiere implementarla en un edificio que tiene- aclaro. No quiero que haya confusión.

-Ah... supongo que es el edificio donde tiene su bufete de abogados- expresa mi padre.

-¿Por qué preguntas Sebastián? -cuestiono.

-Pues que hoy salgo con unos amigos de discoteca y por si querías venir conmigo a divertirte- responde encogiéndose de hombros, mientras le doy un sorbo a mi jugo. Lo observo que sigue comiendo lo mas normal. Le sonrió a mi padre que nos mira a ambos.

-Miranda, ¿Qué vas hacer mañana? -pregunto.

-Mañana, -piensas- que yo recuerde nada. ¿Por qué? -expresa.

-Quiero ir al centro comercial. No sé, estaba pensando si quieres acompañe- confieso.

-Claro que sí, así nos podemos conocer- dice entusiasmada.

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