Capitulo 27 | Buen viaje

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¡Porque tuve que mencionarlo en mi cabeza! Al verlo a costado en mi cama con su ropa de dormir me dan unas ganas inmensas de tirármele encima y devorármelo. Saber que es la ultima noche que lo tendre cerca, mi corazón se entristece. El dolor en mi pecho se hace presente y es difícil de no sentirlo. Me a costumbre a su presencia al tenerlo de vez en cuando en mi cama. Saber que voy a estar lejos y que lo mas seguro el se buscara otra. Deja de torturarte. Respiro profundo.

-¿Que haces en mi habitación? -pregunto.

-Vine a hablar contigo- responde, mientras se levanta de la cama y camina hacia mi con lentitud y una forma peligrosa.

-¿De que? Como vez ya estaba por irme a dormir- expongo. Lo tengo a centímetros de mi, de sus labios. Este sin decir una palabra con una mano me agarra por la cintura y pega mi cuerpo al suyo.

-¿Por que te vas? -pregunta con sus ojos fijos en mis labios. No puedo evitar tragar saliva en seco. Ya que no me esperaba su pregunta. Jamas imagine viniera exclusivamente a preguntarme por mi viaje. Su nariz recorre parte de mi hombro y cuello sintiendo su respiración por mi piel. Se fuerte Camila.

-Porque tengo que irme -suspiro-. Tengo que atender mi empresa- aclaró. Sus labios tocan los míos de una forma casto beso. Coloco mis manos en su pecho intentando de guardar distancia. No puedo evitar corresponderle, pero reaccionó rápido y busco separarme de él.

-Quédate- susurra en mi mejilla. Al zafarme de su agarre me camino hacia la ventana teniéndolo lejos podre razonar y pensar con claridad. Tengo que admitir que tiene mas experiencia que yo, al pegarme a la ventana esté me acorala contra la pared sin tener escapatoria.

-Por favor Sebastián -trago saliva- salte de mi habitación- susurro.

-Me vas a dejar solito -muerde mi lóbulo de la oreja-. Sabes que tengo mis necesidades y necesito a una mujer cerca- siento su respiración en la curva de mi cuello.

-Lo siento, pero me tengo que ir- susurro. Tengo que ser fuerte. Por una vez en tu vida ponte fuerte con Sebastián. Él no puede seguir rompiendo mis barreras.

-No hay modo que cambies de opinión- me da un casto beso.

-No, lo siento, pero necesito que salgas de mi habitación- pido en un susurro. Siento que en cualquier momento voy a flaquear. En ese instante la puerta la tocan dos veces. Lo que hace que me sobresalte y me aleje de él. Lo veo que está tranquilo como si no le importará que alguien entre a la habitación.

-Tiene seguro- explica. Mi corazón se tranquiliza por sus palabras. Lo agarro de la mano e intentó moverlo, pero ni un centímetro se mueve.

-Camila -es Miranda-. Puedo pasar- pide. Trago saliva en seco por sus palabras. Que quiere hablar conmigo.

-Voy -digo-. Vete al baño-le susurró. Le me da un casto beso y se va con una sonrisa mostrando sus dientes blancos y grandes. Espero que esté dentro del baño y le quito el seguro a la puerta para luego abrirla y encontrarme a Miranda. Le regaló una sonrisa para intentar tranquilizarme. La haga pasar con un gesto de mano.

-Tardazte en abrir la puerta- comenta.

-Me estaba cambiando de ropa- miento. Le hago un gesto para que tome asiento en el pequeño sofá. Al hacerlo me siento a su lado, me agarra las manos y fija sus ojos en los mios.

-Sé que te vas mañana, pero prométeme que estaras para el nacimiento de mi bebe- pide.

-Te prometo que voy a estar para ese dia, si puede mucho antes- aclaro.

-No entiendo porque te tienes que ir- cuestiona.

-Tengo una empresa que atender y es mi deber cuidarla, ya que muchas personas dependen de mi. Además, no quiero fallarme ni fallarle a mi madre que me dejo al frente de la empresa- explico. Supiro por una opresión en mi pecho y un nudo en la garganta se va formando.

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