Capitulo 10 | No tengas miedo

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Llevo casi doce horas en el hospital por el veneno de la araña. Los médicos no se explican cómo fue a parar esa araña saco a mi habitación, ya que no es de la región. Ya que no se encuentra en esta parte de la región. Si me hubiese picado durmiendo lo más probable ni siquiera hubiese vivido para contarlo. Por lo que me dijo Sebastián es la primera vez que aparece un animal de este tipo dentro de la casa, en el patio se han encontrado serpientes y cocodrilos, pero son de la zona. Quedo en averiguar que pudo ocasionar que apareció en mi habitación. Suspiro.

Miro a Sebastián durmiendo en la silla de la habitación con un abrigo. La noche fue larga sin duda alguna. Tengo que reconocer que se comportó como todo un caballero. Estuvo muy atento y pregunto mucho cuando el medico decía lo que tenía. Por suerte trajo la araña para saber que veneno tenía en mi sistema. Si fuera así para tratar y tener una relación con una mujer seria el hombre perfecto. Lástima que solo se comporte atento porque soy la hijastra de su tía o por mi papa. Se ve tan hermoso durmiendo plácidamente, que quisiera levantarme y acariciarle su mejilla como él lo hizo anoche en más de una ocasión para tranquilizarme.

Ya estoy loca que el médico me dé de alta. No me gusta estar en los hospitales, me traen malos recuerdos, pero tan bien buenos. Necesito llamar a mi padre para decirle que estoy bien. La verdad no sé si Sebastián se comunicó anoche a la casa para informarles de mi estado. La puerta se abre dejándome ver al doctor de turno que llega con una sonrisa perfecta.

-Buenos días señorita soler- expresa.

-Buenos días, ya me puedo ir- susurro.

Para no despertar a Sebastián. Le hago señas al doctor para que hable bajito, pero es inútil Sebastián empieza a moverse incomodo en la silla parpadeando sus ojos. Se lleva sus manos a sus ojos restregándolo. Nos mira un poco confuso, supongo por ver el doctor.

-Buenos días. ¿Cómo esta Camila? -pregunta sacando una cajita de goma de masticar de su pantalón.

-Buenas. El veneno fue neutralizado, por suerte la trajo a tiempo. No presenta signos de dañar algún tejido. Lo que le voy a pedir es que mañana se haga unos análisis para ver si se fue todo el veneno de su cuerpo. Puede presentar algún síntoma como fiebre, pero puede ser que bote el veneno de esa manera o por la orina. Pero si la fiebre sube más de treinta y nueve grados debe venir al hospital- nos informa.

-Gracias doctor. ¿Cuándo me puedo ir a mi casa? -pregunto.

-A eso venia, aquí están los papeles del alta. Su ropa está en esa gaveta de la cómoda. Que pasen bonito día- dice.

Le entrega los documentos del alta a Sebastián. Me levanto de la cama tapándome todo lo que pueda para que no se me vea nada con la bata del hospital. Sebastián me ayuda sacando mis pertenencias de la gaveta y me las entrega. Al apoyar el pie en el piso siento una pequeña molestia, cojeo para no poner todo el peso en el pie. Entro al baño poniéndole pestillo y me cambio lo más rápido que puedo.

Cuando salgo hay una silla de ruedas. Arrugo toda mi cara. Me señala la silla para que me siente. Niego con la cabeza. Él suspira y camina decidido hacia mí y me levanta entre sus brazos y suelto un grito de sorpresa. Gruño al sentarme a la mala en la silla.

-No puedes apoyar el pie. No seas terca- me dice.

Protesto con un ruido de mis labios. Escucho su sonrisa. Me saca de la habitación caminando por el pasillo hasta llegar a la entrada donde tiene que dejar la silla de ruedas. Me sonríe. Me hace levantarme con cuidado y el escolta del hospital se lleva la silla. ¿Ahora cómo voy a caminar? Si me duele.

-No que no volverías a caer en mis brazos- me dice el muy idiota.

-Idiota- susurro.

Gruño. Como puede ser tan sinvergüenza. Como se va a aprovechar de mi situación para decirme algo por el estilo. Me entrega unas llaves las cual le arrebato de la mala manera. Me levanta sorpresivamente entre sus brazos. caminando por toda la acera del hospital hasta llegar a su auto.

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