Capitulo 19 | Algo lo traumo

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Abro la nevera y saco el contén de leche. Busco un vaso y lo lleno hasta la mitad. Le pongo un poco de chocolate. Miro por la ventana para ver si Sebastián ha llegado. Diosito que no le pase nada a Sebastián. Se fue hecho una furia y no respondió a mis mensajes, el ultimo ni lo leyó. Siento como mis lágrimas amenazan con salir y respiro profundo. Bebo un poco de la leche y escucho un ruido proveniente de la sala.

Dejo el baso en la encima de la cimera y camino con cuidado directo a la sala. Al entrar con cuidado me percato que Sebastián esta arrodillado frente a las escalaras. Me le acerco enseguida y lo agarró por la cintura. Está borracho.

-Sebastián, ayúdame- le digo e intento incorporarlo para ayudarlo a subir las escaleras.

-Me vas a ayudar, nadie puede- dice hipeando.

-Vamos levántate- le digo. Se agarra de la baranda y queda de pie. Tambalea y lo agarro por la cintura. Pasa su mano derecha por mis hombros y se sostiene de mí.

-¿Te estoy lastimando? -pregunta en un susurro.

-No, pero vamos para que te acueste- le digo.

Me mira a los ojos y me da un beso en la mejilla muy cerca de mis labios. Me paso de un costado a otro para que se pueda sostener de la baranda.

-Aguántate de la baranda- ordeno.

Me hace caso y comienza a subir con lentitud las escaleras peldaño por peldaño. Comienza a reírse solo y se detiene en medio de las escaleras, no entiendo de que se ríe. -Shhh- balbuceo para que no levante a nadie, deja de reír y me imita.

-Mereces ser feliz- susurra.

-Gracias- logro decir.

Seguí ayudándolo para que subiera las escaleras. ¿Por qué te refugias en el alcohol? Cada vez me intrigas más. Se detiene faltando par de peldaños y me abraza.

-Eres diferente- hipea.

-Sí -pronuncio- pero sigamos para que duermas- añado.

Terminamos de subir las escaleras se recuesta del barandal. Cabecea, lo que me hacer soltar una risita. Paso su mano por mi hombro y paso mi mano por su cintura y lo ayudo a caminar, pero nos tropezamos con la pared. Bueno él es el que tropieza dándose. De seguro mañana amanece con moretones en los brazos.

-Un poco más y llegamos- lo ínsito a seguir.

-Llévame a la tuya- susurra.

-Claro que no. Estás borracho- le recuerdo.

Seguimos caminando hasta la puerta de su habitación. lo recuesto de la pared para que no se caiga y la abro. Cuando lo voy a agarrar con mis manos me pega a su cuerpo e intenta besarme, pero logro esquivarlo.

-Deja de jugar- gruño.

Se detiene y se impulsa para quedar de pie, pero tambalea y lo tengo que sostener. Como puedo lo ayudo a entrar a su habitación. lo acerco lo más que puedo a la cama para soltarlo. Me abraza cuando intento soltar y no sé cómo caigo debajo de él en el colchón.

-Sebastián levántate- le digo. Lo empujo para echarlo hacia el lado, pero el condenado esta pesado.

-Sabes si mi vida... no fuera una basura... te enamoraría- logra decir hipeando. Mi corazón se acelera de, ¿emoción? Comienza a besarme el cuello.

-Estás borracho y no sabes lo qué haces- digo. Su mano se va directo a mi cintura y sube sus labios hasta los míos. Un sabor agrio sale de sus labios, lo que hacer que voltee la cara.

-¿No te gusto? -pregunta hipeando.

-Sí, y mucho- susurró. Acarició su mejilla y sus ojos están triste. Le beso su nariz y sonríe.

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