Abro la nevera y saco el contén de leche. Busco un vaso y lo lleno hasta la mitad. Le pongo un poco de chocolate. Miro por la ventana para ver si Sebastián ha llegado. Diosito que no le pase nada a Sebastián. Se fue hecho una furia y no respondió a mis mensajes, el ultimo ni lo leyó. Siento como mis lágrimas amenazan con salir y respiro profundo. Bebo un poco de la leche y escucho un ruido proveniente de la sala.
Dejo el baso en la encima de la cimera y camino con cuidado directo a la sala. Al entrar con cuidado me percato que Sebastián esta arrodillado frente a las escalaras. Me le acerco enseguida y lo agarró por la cintura. Está borracho.
-Sebastián, ayúdame- le digo e intento incorporarlo para ayudarlo a subir las escaleras.
-Me vas a ayudar, nadie puede- dice hipeando.
-Vamos levántate- le digo. Se agarra de la baranda y queda de pie. Tambalea y lo agarro por la cintura. Pasa su mano derecha por mis hombros y se sostiene de mí.
-¿Te estoy lastimando? -pregunta en un susurro.
-No, pero vamos para que te acueste- le digo.
Me mira a los ojos y me da un beso en la mejilla muy cerca de mis labios. Me paso de un costado a otro para que se pueda sostener de la baranda.
-Aguántate de la baranda- ordeno.
Me hace caso y comienza a subir con lentitud las escaleras peldaño por peldaño. Comienza a reírse solo y se detiene en medio de las escaleras, no entiendo de que se ríe. -Shhh- balbuceo para que no levante a nadie, deja de reír y me imita.
-Mereces ser feliz- susurra.
-Gracias- logro decir.
Seguí ayudándolo para que subiera las escaleras. ¿Por qué te refugias en el alcohol? Cada vez me intrigas más. Se detiene faltando par de peldaños y me abraza.
-Eres diferente- hipea.
-Sí -pronuncio- pero sigamos para que duermas- añado.
Terminamos de subir las escaleras se recuesta del barandal. Cabecea, lo que me hacer soltar una risita. Paso su mano por mi hombro y paso mi mano por su cintura y lo ayudo a caminar, pero nos tropezamos con la pared. Bueno él es el que tropieza dándose. De seguro mañana amanece con moretones en los brazos.
-Un poco más y llegamos- lo ínsito a seguir.
-Llévame a la tuya- susurra.
-Claro que no. Estás borracho- le recuerdo.
Seguimos caminando hasta la puerta de su habitación. lo recuesto de la pared para que no se caiga y la abro. Cuando lo voy a agarrar con mis manos me pega a su cuerpo e intenta besarme, pero logro esquivarlo.
-Deja de jugar- gruño.
Se detiene y se impulsa para quedar de pie, pero tambalea y lo tengo que sostener. Como puedo lo ayudo a entrar a su habitación. lo acerco lo más que puedo a la cama para soltarlo. Me abraza cuando intento soltar y no sé cómo caigo debajo de él en el colchón.
-Sebastián levántate- le digo. Lo empujo para echarlo hacia el lado, pero el condenado esta pesado.
-Sabes si mi vida... no fuera una basura... te enamoraría- logra decir hipeando. Mi corazón se acelera de, ¿emoción? Comienza a besarme el cuello.
-Estás borracho y no sabes lo qué haces- digo. Su mano se va directo a mi cintura y sube sus labios hasta los míos. Un sabor agrio sale de sus labios, lo que hacer que voltee la cara.
-¿No te gusto? -pregunta hipeando.
-Sí, y mucho- susurró. Acarició su mejilla y sus ojos están triste. Le beso su nariz y sonríe.
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¡Prohibido!
Teen FictionElla tiene un carácter fuerte, pero al mismo tiempo es una joven sensible, carismática. Él, le gusta las fiestas, bromista, le huye al compromiso y no le gusta encariñarse con las personas. Todos los derechos reservados © 2016-2017