Capitulo 26 | Te vas

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Mis labios regresan a sus labios su mano la coloca en mi nuca donde se forja un beso brusco, salvaje y sensual al mismo tiempo. Le muerdo el labio de una manera sensual que Sebastián suelta un gemido. Se separa un segundo para mirarme a los ojos y me vuelve a besar jugando con mis labios. Me voltea lo que provoca que quede debajo de él. Deja de besarme la boca para descender a mi cuello, su mano se posa en uno de mis senos. Mi celebro deja de pensar. Le levanto la camisilla hasta la espalda alta. Se despega y le termino de quitar la camisa por su cuello. Se queda levanta unos segundos y aprovecha a quitarme el camisón dejándome en bragas. Sus labios agarran mi seno con su boca acariciándolo, mordisqueándolo, en otras palabras, torturándome.

-Sebastián- jadeo su nombre.

Deja el seno y se concentra en el otro para darle la atención necesaria. Yo no puedo evitar enredar mis dedos en su cabello, pasar por su cuello, por sus hombros y la espalda alta. Sebastián tiene la virtud de excitarme con solo tocar mi piel. Deja de jugar con mis senos y deja un reguero de besos húmedos por mi abdomen. Al llevar a mi vientre desliza mi braga hasta quitármela. Sebastián aprovecha y se baja de la cama para quitarse el pantalón de dormir con el bóxer. Saca el látex del bolsillo del pantalón y se lo coloca en su virilidad. Se sube de nuevo a la cama arrodillándose en el borde. Se inclina agarrando mis caderas bajando su rostro a mi intimidad y pega sus labios. Succionando, mordiéndolo y acariciándolo con su lengua. Su mano agarra mi pierna y la pasa por su espalda. Su mano acaricia mi abdomen bajando hasta encontrarse con mi intimidad posándose en mi entrada, mientras su boca sigue haciendo el trabajo. Mi inclino apoyándome de los codos. Mi respiración se entrecorta y mi ritmo cardiaco se acelera. Mi cuerpo se comprime haciéndome llegar al orgasmo, mientras me deja jadeando.

-Increíble- logro decir.

Retira su boca de mi intimidad. Empieza a dejar besos húmedos por mi abdomen hasta llegar a mis senos donde los muerde y acaricia cada uno. Sigue un recorrido lento por mi cuerpo hasta llegar a mi boca devorándome con mordidas y caricias. Sus piernas separan las mías y de una estocada me penetra. Moviéndose bruscamente. Dejándome sin respiración. Beso su cuello mordisqueándolo, mientras paso mis pierdas alrededor de sus caderas. Su mano se va directamente a mi seno y empieza a torturarme, mientras besa mi cuello. No puedo evitar bajar mis manos hasta sus glúteos y apretarlos y acariciarlos. Tengo que reconocer que las tiene bien formaditos, mientras beso su lóbulo de la oreja.

Lo observo que está concentrado en su movimiento, que se me ocurre estar encima de él. En el primer descuido me volteo quedando sobre Sebastián, sin que él se salga dentro de mí. Empiezo a moverme en círculos y de abajo y arriba buscando mí su placer y el propio placer. Muerdo y acaricio con mi lengua por su pecho, mientras sus dedos se enredan en mi cabello. Lo sigo torturando en su pecho hasta llegar a su cuello con besos húmedos. Hasta provocar que se corra dentro de mí. No puede evitar jadear por el orgasmo que lo lleve.

-Camila... Camila- susurra.

Sigo moviéndome descontroladamente buscando mi segundo orgasmo. Tenso mi cuerpo provocando que Sebastián jadee más. Me sigo moviendo buscando sincronizar mis movimientos en círculos. Sebastián me agarra por las caderas y me ayuda en los movimientos. Sebastián coloca su dedo pulgar en mi entrada y comienza a masajearlo hasta que convulsiono y me debilito cayendo sobre su cuerpo. Jadeo por el orgasmo. Tengo la respiración entrecortada y mi corazón latiendo descontrolado. Su mano derecha acaricia mi cadera y parte de la espalda. Puedo sentir su corazón latiendo a buen ritmo.

-Esto es lo máximo- reconozco.

Cuando nuestros cuerpos se relajan volviendo a la normalidad intento bajarme de encima de Sebastián, pero me amara con sus brazos. Lo miro con la frente arrugada sin entender su actitud y levanta su cabeza dándome un beso lento suave en los labios, que es correspondido. Al separarnos del beso me acomoda en la cama recuperando su espacio personal. Se quita el látex, lo amara y lo bota en el cesto de la basura del lado de la mesita de noche. Pasa su dedo índice entre medio de mis cejas hasta llegar a la punta de mi nariz, provoca que cierre los ojos.

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