Capitulo 24 | Es chantaje

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Al abrir la puerta me encuentro a Sebastián recostado del marco de está. Tiene una camisilla sin mangas de color blanca, se le puede apreciar una cadena, el pantalón de dormir de color negro y está descalzo. Me sonríe al percatarse que lo observé con total descaro. Suelto el aire que tuve aguantado unos segundos en mis pulmones. Sebastián pasa sin esperar el permiso que le dé y camina directo a la mini sala de la habitación se acomoda en la mesa del pequeño comedor.

-Me tome la libertad de pedir la cena- es lo primero que dice.

-Está bien, no quiero discutir por algo tonto. Espero que tengas buen gusto a la hora de pedir la comida- expresó con sinceridad.

-Aquí estoy para cumplir mi parte del trato. Perdí así que puedes preguntar lo que quieras- dice un tanto incómodo.

-Relájate, no quiero incomodarte, además no pienso hacerte un interrogatorio, solo quiero conocerte- me siento frente a Sebastián que tiene sus manos juntas y sus dedos entrelazados.

-Está bien- pronuncia en un susurro.

-Lo importante de este día es que lo disfrutaras. Que, si nunca lo habías hecho, lo experimentaras hoy. ¿Volverías a pasar un día como hoy? -cuestiono.

-Si te soy sincero, sí- admite. Sonrió. Agarro una botella de agua que está en la mesa con un vaso y la abro para darme un buche, ya que tengo sed. Como lo abordo sin que se sienta presionado. Bueno más de lo que está. Me muerdo el labio inferior.

-Deja de hacer eso -Arrugo la frente-. Morderte el labio- explica. Dejo de morderme el labio. Me concentro den beber agua antes de abordar el tema que me interesa. Me raspo la lengua para que sepa que voy hablar y se prepare para las preguntas que le voy hacer.

-¿Cómo descubriste tu talento? -pregunto. Necesito que se relaje y me cuente de su vida a través de su historia de su arte al dibujo.

-Bueno desde que tengo memoria, siempre me pasaba con una libreta en la mano y haciendo garabatos. Pero cuando empecé a tomarlo en serio fue cuando me mudé con mi tía- responde, pero en ningún momento me mira. Está concentrado en sus manos. Colocó mi mano sobre las suyas en forma de apoyo.

-Ósea que lo llevas en la sangre interesante- expresó.

-Si se puede decir que sí- admite. En ese instante dan dos golpecitos en la puerta de mi habitación. Arrugo mi frente confusa. ¿Quién podrá ser? Recuerdo que Sebastián pidió la cena para los dos.

-¿Van a traer la cena a mi habitación? -pregunto curiosa.

-Sí, deben ser el camarero- responde.

Esté se levanta de su silla y camina decidido a abrir la puerta. Observa por la mirilla de está y luego abre la puerta dejando pasar a la joven que trae un carrito con la comida tapada. Acomoda el carrito cerca de la mesa donde vamos a comer y Sebastián saca su billetera y le entrega una propina. Nos dice buen provecho con mucha educación y se retira de mi habitación. Ya solos de nuevo, me levanto y destapó los platos y los colocó en la mesa en total silencio.

-Espero que te guste- comenta, mientras se sienta en la silla. Hago lo mismo y observo mi plato es de camarones, ¿crudo?

-¿Qué es? -pregunto.

-Es ceviche de camarones acompañado de ensalada. Te va a gustar te lo prometo- responde con una sonrisa.

-Me tocara confiar en tu palabra- digo. Luego agarro el tenedor, agarro un poco de mi plato y me lo llevo a la boca.

-¿Qué te parece? -pregunta.

-¡Mmm! -trago- está rico- confieso. Me echo otra cuchara a la boca y me concentro en mi plato olvidándome en la conversación que teníamos antes que llegara nuestra cena. Le echo un vistazo a Sebastián y sirve un poco de vino en las copas.

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