Capitulo 01 | ¡Soy diferente!

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14 enero de 2014

Estoy frente al hotel y observo como las personas entran y salen. Unos más elegantes que otros. Finalmente, decido entrar al hotel caminando con pie firme. Miro mi reloj marcan las diez de la noche. Aprieto fuerte mi cartera de mano y suspiro.

-Como me dejé convencer de venir a la fiesta del aniversario de uno de los hoteles de mi padre en España-. Frente a mí está el guardia de seguridad del evento.

-Le entrego o no la invitación-.

Me digo a mi misma. Le entrego la invitación y me deja pasar al pasillo de los salones de actividades.

-Que disfrute el evento señorita-. Me dice finalmente.

Le doy una sonrisa tímida y me señala la puerta de mi actividad. Camino muy indecisa hasta la puerta del local. Hay una joven en la entrada, me observa y luego sonríe.

-Me permites la invitación-. Le entregó la invitación y la observa. Me sonríe de nuevo.

-Te tienes que poner un antifaz es la temática del evento-. Abro mi boca y mis ojos al mismo tiempo. Incrédula a lo que me acaban de informar.

Extiendo mi mano y me entrega un antifaz acorde con mi vestido rojo, en la puerta hay un pequeño cristal me pongo el antifaz plateado que va a juego con mi gargantilla y pantallas color plata. Me siento rara con este vestido, cabe mencionar que no estoy acostumbrada a mostrar mucho.

María me obligó a ponerme este vestido con escote V y a mitad de muslo, que eligió mi madre. Aunque siendo sincera es la primera vez que me siento sexy. Escucho una voz y volteo a ver quién es.

-Vas a entrar o se va a quedar mirándose al espejo-. Me dice una mujer como de unos treinta años. Suspiro y le viro los ojos.

-No, ya me iba-.

Entro al salón de actividades y la decoración está impecable con colores plateados, negro y rojo, con globos, luces de discotecas.

La música no está alta, pero tampoco bajita. Camino buscando un lugar donde refugiarme. Camino hasta una mesa alejada de la música y de la aglomeración de las personas. El mesero me ofrece una copa de vino, la cual acepto y le regalo una sonrisa. Le doy un sorbo, deleitándome del arroma y sabor del mismo, provocando que cerré mis ojos.

Siento como si alguien me estuviera observando. ¿Por qué tengo que ser tan paranoica? De tres sorbos más, me bebo todo el vino que queda en mi copa. Sinceramente, no me gusta este tipo de eventos sabiendo que mi madre está en el hospital, pero se lo había prometido.

Me levanto rápidamente, no me gusta esta sensación y camino rápidamente observando a todos a mí alrededor. Me sumerjo entre la gente y sin percatarme tropiezo con un cuerpo grande que con su simple tacto se puede decir que está bien trabajado.

Alzo mi cabeza un poco y luego mis ojos se mueven observando su barbilla, labios gruesos que se ve súper sexy. Una nariz grande y ancha, pero nada extravagante, sino a la medida. Sigo mi mirada hasta encontrarme a unos ojos color miel. Esos ojos me dejan hechizada, por esos ojos que provocan que contenga mi respiración por algunos segundos son tan profundos. Mi vista se desvía a sus labios y vuelven a sus ojos. Muevo mi cabeza deshaciéndome de esos pensamientos.

-Disculpe señorita, no fue mi intención, pero lo que quiero es salir a tomar un poco de aire-. Me sonríe.

¡Dios! Podría existir otro hombre tan guapo y con una voz tan dulce. Le sonrió, siento mis mejillas arder.

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