Me ayudo a montarme en la pequeña lancha, donde nos esperaba par de personas que quieren nadar con peces. Nos ordenan que nos pongamos chalecos de salvavidas. Sebastián muy caballeroso me ayuda con el mío, en especial a amararlo. Luego él hace lo mismo. Nos sentamos en una esquina con las chapaletas y la careta de bucear en las manos. Se que no esta agusto, pero me alegro que me haya acompañado. Me hubiera sentido un poco incomoda si estuviera sola. Me propongo que no se arrepienta en haberme aceptado en acompañarme. ¡Esa en mi misión! Lo observo y su semblante es serio. Le doy un pequeño codazo lo que provoca que me mire con las cejas unidas.
-¿Qué? -pronuncia.
-Que quites esa cara- respondo con una sonrisa.
-Que tiene mi cara- replica.
-Pareces que vas para un funeral -hago una pausa-. Lo siento, no quise obligarte- expreso.
-Pero lo hiciste -suspira- ya estoy aquí y no hay de vuelta- dice muy serio.
-Bueno, cambia esa cara. Tampoco te puse una pistola- coloco mi codo en su hombro. Le regalo mi mejor sonrisa. Me mira al hacer el gesto. Quito mi codo para no incomodarlo. La pequeña lancha empieza a moverse y mi pelo me da en la cara por el viento. En minutos la lancha se mueve a buen ritmo.
-¿Por qué quieres hacer esta excursión? -pregunta.
-Quiero hacer algo diferente y nadar con peces es algo que uno no hace todos los días- respondo.
Miro a los demás acompañantes y me fijo en las mujeres que se están comiendo a Sebastián con la mirada. Un calentón me recorre por las venas. Quisiera sacarle los ojos. Lo miro a él y el muy idiota les está coqueteando. Le doy un codazo para que no sea desvergonzado. Suelta una risa con sorna. Lo miro a los ojos, mientras levanto la ceja derecha.
-Eres un atrevido. Respeta sus novios o sus maridos- le susurro cerca de su oído.
-Tu celosa- se burla.
-Claro que no- digo tajante.
Me volteo para observar el mar e ignorar al idiota de Sebastián. Voy a terminar con el pelo todo enredado por cómo se mueve por el viento. El capitán muy despacio va bajando la velocidad de la lancha, ya que estamos llegando al lugar en el que nadaremos. Empieza a dar instrucciones, mientras aprovecho para ponerme las chapaletas y quitarme el chaleco salvavidas. Le pongo la boquilla que compre a la careta de bucear.
-Al agua- ordena el buzo a cargo. Observo a Sebastián que no se ha puesto ni las chapaletas, ni la careta. ¿Qué voy hacer con él? Me pasó las manos por mis mejillas.
-¿No piensas nadar? -pregunto.
-No aquí te espero- responde.
-Vas a estar una hora aquí, tomando sol sin hacer nada- comentó.
-Lo importante es que tú lo disfrutes- se cruza de brazos.
-Hagamos algo ven entra al agua conmigo a cambio -pasó mis manos por su cuello-. Hago lo que quieras- le susurró al oído.
-¿Es una promesa? -pregunta a lo que acepto con un gesto de cabeza.
En sus ojos puedo ver un brillo de ¿emoción?, ¿triunfo?, o ¿perverso? Me agarra por la cintura y pega mi cuerpo al suyo. En su rostro se forma una sonrisa de triunfo. Será que hizo este teatro para que le debiera algo. No creo que él se ponga con algo así. Me da un beso en la mejilla y me aparta con delicadeza. Comienza a ponerse los accesorios de nadar y por último se quita el chaleco salvavidas.
-Conste que ya me debes lo que yo quiera -hace una pausa- no te puedes echar para atrás- expresa.
-No suelo retractarme a mis promesas- le dejo saber.
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¡Prohibido!
Novela JuvenilElla tiene un carácter fuerte, pero al mismo tiempo es una joven sensible, carismática. Él, le gusta las fiestas, bromista, le huye al compromiso y no le gusta encariñarse con las personas. Todos los derechos reservados © 2016-2017