Dejo el abrigo y mi cartera encima del gavetero. Me tiro en medio de la cama. Por fin en el hotel. Fue un viaje un poco agotador. Para colmo la habitación de Sebastián está al lado, solo estamos a una puerta de estar en la habitación del uno del otro. Miro el reloj seis de la tarde. Mi estómago ruge. Quiero primero darme un baño, deshago la maleta encima de la cama y saco ropa veraniega y me voy directo a la ducha.Al salir tengo un pantalón corto color azul marino con una camisa de tirantes de color blanca y unas sandalias bajitas muy cómodas. Me hago una coleta alta. Agarro mi celular y salgo de la habitación, me dirijo directo a los ascensores. Presiono el botón para bajar al primer piso.
Al llegar me dirijo al área del restaurante donde se encuentra ya Sebastián en una mesa. Se percata de mi presencia y hace un gesto para que me acerque a su mesa. Suspiro. No tenía la intención de socializar con él. Me acerco para no ser descortés, pero para que me engaño Sebastián es un imán para mí. Al verme que me acerco se levanta como todo un caballero y extrae la silla para que me siente, luego me ayuda acomodarme y él se sienta a mi lado.
-Qué bueno que bajaste a cenar- me dice, mientras me sirve una copa de vino blanco.
-Tengo hambre, pero no pensé encontraste aquí- confieso.
-Sé que no me quieres cerca porque te corrompo- expresa mirando su menú.
-No, pensé que estarías disfrutando del hotel- intento arreglar mis palabras.
-No te preocupes, cenamos y me desaparezco- me informa y siento un nudo en mi garganta. No digo nada. No hacen falta palabras. Miro el menú del restaurante y el mesero se acerca a tomar nota de nuestro pedido. Nos decidimos por el plato de la especialidad del restaurante. Es de mariscos. El mesero se retira dejándonos en un silencio incómodo. Suspiro.
-Cuéntame de ti- rompo el silencio.
-No me gusta hablar de mi- expresa.
Inclino mi cabeza aceptando sus palabras. Saco mi teléfono y lo conecto al internet del hotel, reviso mis redes sociales y el correo electrónico que es interrumpido por el mesero que trae la orden. Coloca los platos respectivamente y deja una botella de vino tinto.
-Buen provecho- dos desea.
Se retira y me enfrasco en mi plato. No lo quiero incomodar si no quiere hablar de su vida. Recuerdo que no he llamado a mi padre y a Rocío para decirles que llegamos bien. Al terminar mi plato, veo a Sebastián que me mira. El mesero recoge nuestros platos.
-En seguida le traigo una bebida típica de nuestro país, cortesía del restaurante- nos informa antes de retirarse. Ambos asentimos.
-De verdad lo siento- me disculpo. Sé que no debí de decirle, pero nada más que se esté divirtiendo con otra, siento como la sangre me hierve.
-Olvídalo- pronuncia y el mesero nos trae dos vasitos pequeños (shot), los pone frente a cada uno.
-Se llama mamajuana es alcohol y esta demás decir que es fuerte- nos comenta el mesero.
-Gracias- le digo. Se retira de la mesa dejándonos solos de nuevo. Lo miro de reojo. No dice, ni parece querer dialogar.
-Te lo tienes que beber de cantazo, pero no le cojas el gusto por que te vas a emborrachar- comenta. Agarro el vaso y lo miro, lo acerco a mi nariz tiene un olor fuerte. Lo miro y Sebastián tiene en la mano el trago y de una se bebe el líquido que contiene el vaso. Lo imito, es un sabor fuerte que quema la garganta. Toso.
-Esta fuerte- comento.
-Estuve pensando durante la cena, si quieres podemos ir al bar y puedo contarte algunas cosas de mi pasado- me informa.
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¡Prohibido!
Teen FictionElla tiene un carácter fuerte, pero al mismo tiempo es una joven sensible, carismática. Él, le gusta las fiestas, bromista, le huye al compromiso y no le gusta encariñarse con las personas. Todos los derechos reservados © 2016-2017