Terminé el parcial y lo deslicé por el escritorio. Los demás se ponían de pie e iban a entregárselo a la profesora, pero yo no quería caminar. Raúl pasó por mi lado llevando mi examen consigo.
Habían pasado quizá unos cuatro días desde que había hablado con Mario luego de su carrera. Él no me había llamado y no pensé en comunicarme con él. Justo en ese instante mi nuevo teléfono vibró y me ilusioné, pero sólo era William. Lo envié a correo de voz y él me envió un texto segundos después.
Hoy no habrá trabajo, hay remodelación en la cafetería.
Perfecto, ideal para dedicarle más tempo a mi Notengonadaquéhacer.
Raúl tomó su asiento nuevamente y lo escuché suspirar. La clase había terminado y era receso y seguía sin querer ponerme de pie.
— ¿Estás bien?—Preguntó el chico de ojos verdes detrás de mí y me giré.
— ¿Tengo cara de estar bien?—Cuestioné irónica y me arrepentí. Él no tenía la culpa de que mi vida fuera una mierda justo en ese momento—Lo siento. Estoy bien, sólo quiero ir a casa.
Él no preguntó nada más. Mi teléfono volvió a vibrar, ahora era un mensaje de Viviana, invitándome a salir.
Tecleé un "Okay" y se lo envié. Ella envió un corazón y un mensaje avisándome que irían los demás chicos de la cafetería.
Sí, genial. Moría de ganas de verlos a todos.
Esperé dentro del salón hasta que comenzó la siguiente clase que fue igual de mortal que la anterior. Un vaso con gaseosa rosa apareció en mi escritorio. Le agradecí y él me dedicó una media sonrisa.
— ¿Vamos a salir hoy?—Le pregunté. Viviana no podría enojarse si llevaba a alguien aparte.
—Sí, claro ¿Adónde planeas llevarme?—Terminó de comer lo que tenía en la boca.
—No lo sé, pero te avisaré. Maldición, no quiero estar más aquí.
—Vámonos. —Musitó y lo miré pillada.
— ¿Hablas en serio?
Asintió con la cabeza y salimos antes de que el profesor entrara. Nos chocamos con él en el pasillo, pero no nos reconoció. Recordé la tarjeta y busqué dentro de mi morral. La encontré, tal cual como la había encontrado en el descansabrazos de la silla. Le pedí a Raúl que me acompañara hasta la biblioteca y él accedió sin chistar. Entramos y le pedí que me ayudara a buscar unos libros, escribí unos títulos inventados en un trozo de papel y se la pasé. Él se fue a buscar y yo aproveché para acercarme a donde estaba la bibliotecaria.
—Hola—. Le dije con timidez y ella, me sonrió y me vio por encimas de sus anteojos de medialuna.
—¿En qué te puedo ayudar?—Le tendí la tarjeta, ella la tomó y tecleó algo en su computador. La volteó y leyó lo que el desconocido me escribió y me miró, yo me encogí de hombros y ella sonrió. Una impresora empezó a hacer su trabajo y me tendió un papel—Puedes sacar un máximo de diez libros, disfruta la lectura.
En el papel estaba mi nombre, un código y un sello seco con el logo de la universidad. Me senté a pensar en qué se suponía que debía hacer ahí y miré las pistas otra vez.
Tablero: VJ: E2 / ET: E8 / JJ: E1.
Tablero.
Tiene que ser un tablero de ajedrez.
Fui a la sección de ajedrez y miré la fila de las cajas, sin saber qué estaba buscando. Todas eran de madera blanca y negra. Excepto una; pequeña de negro con rojo. Fue la que saqué. La descargué sobre una mesa, pero me abstuve de abrirla. Fui de nuevo donde la recepcionista y le pregunté si podía sacar Ajedrez también y dijo que sí.
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SANGRE Y PÓLVORA │COMPLETA
ActionElla está en peligro. Quieren asesinarla y no sabe el por qué. Tiene ocho meses para huir de la muerte, mientras descubre la identidad de sus enemigos y el motivo por el que quieren matarla. Sin embargo, hay algo que debe saber: Todos le mienten. ...