43 | Alevosía.

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Subiendo las escaleras de las graderías de la pista de motocross, César me empujó a propósito para pasar primero que yo. Él llevaba dos perros calientes y yo llevaba dos cervezas en lata. Mario me había pedido que lo fuera a ver correr esa noche, por lo que accedí y obviamente César también.

Según lo que sabía, el lugar estaba acordonado con dos anillos de seguridad quienes estaban revueltos entre la multitud. Sabía que también había de ellos y de la ley, por lo que eso se convertiría en un baño de sangre si algo salía mal.

Cuando la carrera dio inicio, las personas gritaron de júbilo. Un hombre vestido todo de rojo e inclusive con su moto de ese color, tomó la delantera rápidamente y sacó una ventaja de cinco o seis metros en cuestión de segundos. César comía como si no supiera lo que era masticar y se devoró el perro caliente cuando yo iba en la mitad del mío, por lo que se puso de pie a comprar otro.

Al instante en el que él salió por la malla, Raúl se deslizó a su asiento y me robó un beso en la mejilla que me hizo retroceder sorprendida. Él me guiñó un ojo y bebió un sorbo de mi cerveza en lata.

—Hay algo que tengo que decirte. –Comenzó limpiando con la manga de su camisa, las gotas que resbalaban por la lata. –Acerca de Mario y César.

Mis ojos viajaron a los suyos de inmediato. Él me sostuvo la mirada y luego alzó una ceja, apretando los labios.

—Y sobre la muerte de Alan. –Agregó en toque final, obteniendo por completo mi atención. Él tragó saliva y se inclinó sobre mí, colocando su boca en mi oído. –Creo que ellos lo hicieron.

— ¿De qué estás hablando?—Pregunté con despectiva, observando su camisa color gris. Él me chitó.

—Sé que suena a una locura, pero créeme. Tengo pruebas. – Él susurraba cada que abría la boca, era ridículo si lo veías por el lado de que el bullicio en el lugar, era tremendo. Pero si lo veías por otro lado, sabrías que todo a tu alrededor tenía oídos que escuchaban muy bien, hasta la caía de un alfiler. –Había notado que él hablaba con sujetos extraños.

— ¿Dices que tienes pruebas?—Indagué, sintiendo la garganta seca. Sus pupilas estaban bastante dilatadas y al estar tan cerca, era notable.

—Escucha, he estado haciendo algunas averiguaciones independientes. Sé que estás en peligro, eres la hija de Jake. –Abrí los ojos cuando él confesó aquello. –Pero todo esto de Alan, Mario y tu "primo", tiene una conexión. Todos te mienten. Cada quien tiene su propio beneficio. Eres como su...

Factor motivacional—. Probé, sintiéndome asustada. Él paró de mirar a todas partes y me observó con detenimiento. Asintió vigorosamente.

—Exacto, eres su factor motivacional ¿No te has puesto a pensar que quizá, los hombres que intentan "matarte" en realidad te quieren proteger de estas personas que dicen ser tus guardaespaldas?

—Es imposible, Raúl. Han intentado matarme y estos hombres me han protegido.

— Todo es parte de la actuación ¿Y qué hay si vales menos, estando muerta? ¿Y qué hay si no es lo típico, que te necesitan con vida porque así es como vales más? ¿Y qué hay si te "protegen" porque te necesitan viva por un tiempo y luego te matan?

18 de Julio...

—Todo lo que te han dicho, es mentira. Ellos ocultan algo. Descubrí algo en una bodega abandonada. Te van a traicionar, están esperando una orden.

Respiraba con la boca abierta, porque estaba estupefacta. Todo comenzaba a hacer clic. Cada cosa encajaba. Mi corazón se encogió, herido de traición. 

SANGRE Y PÓLVORA │COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora