PRÓLOGO 1.2

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17 años de edad

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17 años de edad...

           CRISTIANO     

- ...puedes si quieres cariño, con esos leños... - La voz alegre de tía Vangelis, se siente en mi espalda.

Aunque la escucho responder por mi ofrecimiento de ayuda, sigo mirando hacia un punto fijo en un extremo del estanque y que se une con el bosque.

- ...mientras más leña, más grande será la gran y bonita fogata, en la noche de pijamada y cuentos! - Prosigue feliz.

Pausa.

Porque no contesto, pero juro que estoy al mismo tiempo atento a lo que dice.

Y a todo.

- ¿Cristiano? - Su mano reposando en mi hombro con ternura, hace que voltee y me saque de mi vista.

- ¿Cris cariño, todo bien? - Me dice, para luego sobre un gran mantel a cuadros en rojo y blanco entre sus manos, extenderlo sobre una mesa de madera armada para la merienda de la tarde y que flamea en el aire por la brisa.

Sacudo mi cabeza por mi puta mente.

Mierda.

- Perdón, tía... - Digo sonriendo y caminando en busca de más leños apilados en un rincón.

Dios, necesito calmarme...

Levanto varios de grueso grosor sin esfuerzo y los llevo a los apilados uno sobre otros, donde papá y tío Hero decidieron la ubicación de la enorme fogata, para todos nosotros esta noche.

A un lado del inmenso jardín de la casona y a algunos metros, donde levantamos las carpas para pasar la noche con todos los chicos.

Idea que comenzó con tía Vangelis, unos años atrás para festejar y dando la bienvenida a la llegada del verano.

Y ahora, es una costumbre familiar para estas fechas como también con cada festejo y se fue sumando de más niños vecinos invitados, trayendo alguna colación enviada por sus madres y convirtiéndose en algo así, como más multitudinario con el tiempo en medio centenar de chicos de la zona acampando, cenando salchichas y dulces, para luego pasar la noche entre historias de terror, fogata y buena música con amigos.

La brisa de la tarde con los primeros rayos de sol arribando el estío y dándole su bienvenida es cálida, tibia y con cierto dejo de frescura al contacto del rostro, reconfortante y como invitándote a correr por todo el parque y sus alrededores.

Y si eres de los valientes y con sangre vikinga a meterte al agua fresca de él.

Y sonrío levemente, mirando un sector opuesto.

Todo por Lulú ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora