CAPITULO 5

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YO

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YO

El silencio, cubre la oficina de su piso 30.

Sip.

Un silencio tan total.

Que hasta juraría, que se puede sentir el cri cri de grillitos a espalda de mi esposo, que con la pequeña carpeta en mano con dos simples hojas.

Una, con la imagen de la propiedad en venta.

Y la otra, con información en detalle del propietario del mobiliario.

Mira.

Relee.

Vuelve a mirar.

Y releer.

Una y otra vez.

Ambas hojas.

Con actitud como postura.

Muy Herónimo Mon.

Imposible.

Hermoso, el bastardo.

Mordiendo su labio superior y con su ceño totalmente fruncido, sentado desde el otro lado de su escritorio.

Corrección.

Porque todavía, lo sigue siendo a pesar de los años.

Trono.

Cuando sin levantar la vista de ellas, pero muy atento a mis palabras le narro mi plan para nuestra bebita número uno con su adopción a Lulú.

Y aunque mantengo la promesa de callar a nuestra hija, en no profundizar en lo demás detalles.

Como la palabra casamiento con Tatúm y Cristiano en la misma oración.

Porque para Herónimo, eso no sería muy bueno para su angina posesa.

Elevo apenas mis ojos de mi libretita de anotaciones y tachando con mi pluma los primeros renglones por el plan ya en marcha, para ver a mi marido como continúa leyendo dichas hojas.

Y disimulo mi risa.

Porque, sigue sin gesticular movimientos.

Solo la marca de su ceño profundizándose más, me dice que sigue respirando con cada segundo que pasa con esa carpetita entre sus manos.

Releyendo esta, como si su lectura fuera de un manual de instrucciones complejo, para la instalación de un horno microondas industrial.

Si será, cabrón.

Pongo una mano en mi cadera.

- ¿Y bien? - Digo, cuando al fin eleva sus ojos de ese color impresionante que tiene a través de sus lentes.

Lejos ya.

Y sonrío por ello.

De esa oscuridad que los cubría como tristeza del hermoso hombre roto que era, pero con el carácter y caprichos de un niño de 5 y que tanto amamos.

Todo por Lulú ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora