CAPITULO 1

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Época actual...         

TATÚM

- ¡Tat! - Me llaman y siento pegote, un lado de mis labios.

- ¡Tat! Despierta, nena... - Su voz como su mano con cuidado en uno de mis hombros.

Abro un ojo.

Gimo.

- Cinco minutitos más...por favor... - Digo a medias, con un bostezo y cierro ese ojo.

Porque el sueño me vence.

Y la risa de Ben, se siente en el vestidor del Hospital de papá.

Que al estar vacía y solo por nosotros, ya que no es una de las hora primetime de salida, retumba sobre el silencio y los pocos muebles que componen la habitación por solo casilleros personales, empapelando una pared completa de todo el cuerpo médico como enfermero.

Una pequeña mesa donde reposa una cafetera eléctrica con sus pocillos y su media docena de sillas y con un paquete a medio abrir de galletas dulces rellenas sobre ella.

Y el único sillón de tres cuerpo, donde estoy echada y babeando en su apoyabrazos, por quedarme dormida con mi postura poco cómoda, por el sueño de días acumulados y largas horas de guardia en mi pasantía de ayudante auxiliar laboral.

- Trabajas más horas de las necesarias... - Su voz protesta, sintiendo que se aleja y se dirige a la mesa de café y prepara uno. - ...no es sano y lo sabes... - Prosigue.

Bostezo otra vez, incorporándome con pereza.

Acomodo mis lentes en el proceso y me obligo a abrir los ojos para verlo viniendo hacia mí, con una humeante taza de café recién hecha, mientras limpio la comisura de mis labios de saliva.

Me la ofrece tomando asiento a mi lado y le sonrío en agradecimiento, mientras sujeto más mi pelo recogido con mis super hebillitas multicolor de corazones y flores.

Ben, es un buen amigo.

Y lo que tiene de buena persona y excelente compañero de trabajo.

Le hace juego su atractivo.

Alto.

Pero no tanto como Cristiano.

Piel y pelo abundante moreno.

Totalmente contraría a la palidez de la piel como ese verde especial de ojos de Cristiano.

Tonificado cuerpo.

Pero no la corpulencia y musculatura de Cristiano, por años de entrenamiento en la fuerza policial muy parecida a la de papá.

Y carajo...

Refriego mi cara y me pateo mentalmente.

Otra vez, con la mierda de siempre de comparar a hombre que se me cruza.

Todo por Lulú ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora