CAPITULO 24

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TATUM

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TATUM

¿Qué, como fueron las semanas siguientes de convivencia ya como matrimonio y con nuestra hija en nuestro hogar?

Río feliz.

Agotadoras y caóticamente...

Río más.

Hermosas.

Con menos horas de sueños sumándose a las ya por sí, no descansar por las guardias auxiliares.

Sean las mías del Hospital y las de Cristiano en las departamental con sus rondas.

Renunciando él a las diurnas de la semana del Hospi y solo, quedándose con las del finde por medio por decisión propia.

Ya que, si nuestros trabajos coincidían en su prolongado horario laboral, no quería dejar a Luz al cuidado de una niñera.

Y por ende, solo con ayuda ocasional de nana Marcello o tío Hollywood y hasta la misma Serena con sus cotorras o mamá visitando, dejábamos a Lulú a sus cuidados a la espera de la llegada del otro.

Día tras día y momento sobre momentos de estos.

Aprendiendo a ser padres.

Sobre nuestras caras dormidas y cansadas por poco sueño cada mañana muy temprano al despertar, por nuestra demandante princesa y frente al espejo de baño ver nuestros rostros como pelos revueltos, mientras nos cepillamos los dientes y reírnos por eso.

Obviamente, con ella en lo brazos de uno.

Lista y hermosa como es nuestra bebé, para la gran aventura de otro día.

De biberones desbordados.

Perdidas de chupetes en plan de emergencia, buscándolos por toda la casa.

Cristiano.

Dios, no debo reírme.

Aprendiendo a cambiar un pañal y no desmayarse en el proceso, para superar su trauma de salir despavorido corriendo por ello.

Juguetes por toda la casa como nuestras cosas también, por el corto tiempo libre para ordenar.

Algunas de nuestras cenas cocinadas por mí, algo quemada porque siempre fui muy mala en ello y sobre su ceja elevada y su rostro de "qué es esto," sentado en la mesa con Lulú en sus brazos tomando su biberón al ponerle el plato por mi fallida comida de sospechoso tono oscuro y verduras algo chamuscadas.

Para luego, un.

- Suertuda. - Salir de él mirando a nuestra hija, por solo tomar su rica leche que sonríe sobre ella como si entendiera y la mía, intentando ocultarla con el primer bocado.

Pero, negando divertido y sobre el tenedor hincando en el pedazo de carne mal cocinado.

Comerlo, pese a ser fatal en ello sin queja y agradecido por la cena.

Todo por Lulú ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora