CAPITULO 20

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TATÚM

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TATÚM

Algo me golpea y me lleva fuerte contra el césped de forma dura, desgarrando parte de mi vestido.

No lo entiendo.

Ese silbido, seguido de otro...

¿Fueron disparos?

Confusión.

Algo de dolor un lado de mi hombro y pierna por mi caída.

Con mi mano sobre mi frente, intento recuperarme incorporándome del piso, pero el peso del brazo de Cristiano casi sobre mí, por su posición no me lo permite.

Y aunque todo él está cubriéndome, su mirada está en todos y quiero decir algo.

Pero el aturdimiento que tengo por el alboroto y que comienza sin llegar a entender, no me lo permite.

Como su mirada otra vez en mí, muy profunda como lleno de alarma.

Para luego, ambos y pestañeo con fuerza al darme cuenta que un vidrio de mi lente se quebró y me los saco de un movimiento, ante el pánico que empieza a desatarse entre el tumulto de gente.

La mano de Cristiano acuna mi mejilla.

- No te muevas, Tate. - Me pide incorporándose y sin darme tiempo siquiera a decir algo o balbucear por todo lo que está ocurriendo.

Tiro mi pelo hacia atrás, porque no lo puedo creer.

Veo como corre tras su padre, dónde está papá y el abuelito Collins con ellos.

Todo es caos.

Los gritos de horror de los invitados por lo que acaba de suceder.

Hombres de seguridad que desconozco como los de mi padre llenan el lugar.

Y el pánico inundando el jardín sobre los gemidos de terror de las personas, que en su mayoría están contra el piso y se intensifica sobre el mío, que tapo mi boca con una mano para ahogarlo.

Cuando noto el muchacho.

Ese estudiante y huésped fuera de nosotros en la campiña.

Que yace tirado e inerte sobre el piso y sobre un charco de sangre bajo él, tiñendo todo a su alrededor.

Por el disparo certero del arma de Grands, que inclinado sobre él y dando órdenes por ambulancias, verifica su estado mientras guarda su arma tras su saco de vestir y en la cintura de su pantalón.

Pero el llanto de Jun en brazos de tío Hollywood, también contra el piso, a Hop en los de Caleb, conteniéndola e intentando arrastrarse a nuestra hermana, me hace mirar a ellos.

Y mis lágrimas contenidas sumergen, cuando vemos a Caldeo lejos de su fortaleza y salud, estragos de su enfermedad.

Tambaleante y a duras penas pudiendo con él mismo.

Todo por Lulú ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora