CAPITULO 3

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CRISTIANO

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CRISTIANO

Flexionado y con mi rodilla sobre el parachoques de la vieja Ford de Caldeo totalmente restaurada, admiro con mi amigo mientras sostiene el capo por ambos de la camioneta sobre nosotros, su motor V8 totalmente reconstruido con retoques en cromado y negro.

- ¡Quedó genial! - Digo, mirando todo en detalle y luego a él, señalando la obra maestra que logró con sus propias manos y mucho esfuerzo. – Esto, hay que festejarlo Caldeo...

Se sonríe cerrándola y negando.

- ...lo que hay que festejar... - Sacude sus manos entre sí, de polvo como de dejos de aceite contra sus viejos jeans manchados de este. - ...es tu mudanza. - Golpea con su puño mi hombro. - ...gran paso, amigo... - Me felicita, mientras caminamos por un lado de su casa y en dirección a la puerta trasera del jardín.

Me sonrío feliz.

Porque lo estoy.

Por fin cumplí uno de mis sueños.

Resoplo para mis adentros.

Por lo menos, uno de ellos...

Pero concretándose al fin.

El de vivir solo.

Y con la ayuda por la insistencia de ello, al enterarse de tía Vangelis.

Lo cual le agradezco, ya que con mis escasos tiempos libres que tengo entre las guardias del Hospital como policía de la federal con sus estudios, mi límite de ello era casi nulo para encontrar algo decente.

Logrando exitosamente, que sea en una linda zona familiar de vecinos.

Pero lo que mas me convenció, porque en realidad solo me importaba que tenga un jodido techo con cama donde tirarme cada noche, es que sea a poca distancia de mi departamental.

Como diría tío Hero cuando me dieron las buenas nuevas, besando su frente con orgullo a su esposa y una mirada de papá de inteligencia por la sobre ellos, que no me pasó desapercibido.

Una puta genia.

- ¿Pero, no tienes prácticas todo el día en el campus? - Pregunto.

Niega, abriendo la puerta trasera de la cocina y sobre el chillido de sus viejas bisagras, me lanza por el aire las llaves de su camioneta que las tomo con mi mano.

- Se canceló hasta mañana... - Y señala con su barbilla la Ford. - ...prueba el motor y ve por algo de bebidas mientras me ducho. - Dice.

Y eso hago.

El motor ruge cuando lo enciendo, sintiendo toda su potencia sobre mis pies y bajo la música que Caldeo tiene en su equipo de música y que pongo a todo volumen, mientras me abrocho el cinturón de seguridad.

Me interno por las calles en dirección al autoservicio de la zona y mis dedos alrededor del volante, se mueven al ritmo de la canción que suena en el interior, mientras pido giro en la intersección que te lleva al mercado.

Todo por Lulú ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora