- Capítulo Dieciséis -

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Con Tom teníamos la casa solo para nosotros dos por unas dos o tres semanas. Mis tíos y Carrie habían decidido ir a Disneyland.

Tom no quiso ir porque quería cuidarme, me sentía algo culpable, pues sabia cuanto mi primo amaba ese lugar, bueno, ¿y quién no?

Aún era un secreto lo del embarazo, ya había pasado una semana desde mi visita al doctor por mi desmayo. Tom desde ese día se preocupaba mucho más de mí que hasta era exagerado.

—    Tom, en serio, estaré bien, anda con Giovanna — le sonreí — Hace días no salen, es obvio que te extraña.

—    Pero…

—    Nada de peros Thomas — me apresuré para interrumpirlo, casi como un regaño.

Lo tomé por los hombros y caminé con él a su habitación. Me paré frente a su armario y me puse a ver su ropa, tomé una playera gris que decía “Back to the future”, reí al verla, recordé nuestras juntas para ver la trilogía de ‘Volver al futuro’, que hacíamos años atrás.

—    Toma, usa esto y esto — le pasé unos jeans oscuros.

Tom a regañadientes tomó la polera y los pantalones, caminó al baño y después de cinco minutos salió vestido como yo le había dicho.

Volví a mi habitación y ordené las cosas que tenía en el suelo, me miré en el espejo de pie que tenía frente a mi cama, pasé mi mano por mi vientre, aún no se notaba, pero sabía que dentro de unos meses comenzaría a crecer. Di un largo y sonoro suspiro.

La puerta se abrió rápido, algo que me asusto bastante, Tom se asomó y yo me acerqué a el.

—    ¿Ya te vas? — pregunté.

—    Sí, pero ni creas que te dejaré sola.

—    ¿Entonces? — enarqué mi ceja y el subió y bajó las de él en un acto repetitivo sonriéndome.

Oh, no. ¿Qué había hecho?

Tom bajó las escaleras y yo lo seguí, no había entendido lo que me había tratado de decir. Al ya estar abajo el timbre sonó. Mis ojos se clavaron en la puerta y noté por los cristales de al lado de la puerta que Dougie era quien tocaba el timbre.

Así que ese era su plan.

—    Le dije que estabas resfriada, así que corre y acuéstate — murmuró Tom — ¡Ya voy! — gritó en dirección a la puerta.

Giré mis ojos mientras negaba y subí las escaleras corriendo mientras reía, eché atrás las frazadas  y me metí dentro de ellas, acomodé mi cabeza en las almohadas y escuché como abajo Dougie y Tom se saludaban.

—    Joanna, ¡Nos vemos más tarde! — gritó desde abajo Tom — Cuídate.

"Mejor no vuelvas" me dije a mí misma. Yo lo iba a asesinar, moriría a la vuelta.

Y escuché como la puerta se cerraba, seguido por unos pasos en las escaleras. Claro, Dougie.

—    ¿Joanna? — preguntó fuera de mi habitación, abriendo la puerta lentamente, asomó su cabeza y yo reí al verlo.

—    Aquí estoy.

Dougie entró completamente y cerró la puerta, caminó a mi cama y se sentó en el borde, sonriéndome.

—    ¿Qué tal te sientes?

¡Me siento perfectamente bien!, odiaba esto de mentir.

—    Ehm, bastante bien — le dediqué una pequeña sonrisa. — Tom es un exagerado, nada más...

Jugué con mis dedos, noté la mirada de Dougie clavada en la mía, eso hacía que me pusiera nerviosa, miré solo una vez a sus ojos, esos celestes ojos que parecían casi lentes de contacto, nunca antes había visto ojos tan azules como los de Dougie.

—    Tom me dijo que hoy no te sentías nada bien y por eso no quería dejarte sola, así que me ofrecí — comentó encogiéndose de hombros.

Sonreí al escucharlo.

—    Gracias Dougie — lo miré — La verdad, no era necesario, yo estoy bien... Siento hacerte venir acá.

—    No te preocupes y no tienes nada que agradecer —me aseguró.

—    En realidad sí, por haberme escuchado en la nieve, necesitaba desahogarme y tú estuviste ahí para mí y ahora estás aquí para cuidarme, creo que haz hecho bastante.

Dougie me sonrió, y yo me acerqué para abrazarlo, el correspondió mi abrazo, dejé mi cabeza apoyada en su hombro y suspiré. La verdad era que no quería seguir mintiéndole.

Me separé del abrazo y Dougie me miró atento, enarcando sus cejas en forma dudosa. Tragué saliva y lo miré dejando salir un sonoro suspiro mientras disimuladamente acariciaba mi vientre.

—    Dougie — suspiré y lsubí mi mirada, para así encontrarme una vez más con esos ojos — Yo… — intenté hablar pero lo único que conseguí fue un movimiento de mis labios abriéndose y cerrándose una y otra vez.

Vamos Joanna, habla.

Nuevamente vi esa mirada de Dougie, esa mirada de no entender lo que me pasaba, frunció sus labios mirándome fijo.

Mis labios seguían moviéndose sin resultado alguno. ¿Por qué era tan cobarde?

—    Joanna, no importa... cuando estés lista, me dices lo que quieres decir.

Asentí leve al escucharlo.

Eres una gallina.

Volví a abrazarlo, rodeándolo con mis brazos alrededor de su cuello, apoyé mi cabeza en su pecho y cerré mis ojos, pude escuchar cada latido del corazón de Dougie, muy cerca de mí, cada latido sincronizado a su respiración, que estaba lenta y relajada. Sonreí y posé una de mis manos en su mejilla, acariciando su mejilla con la yema de mi dedo pulgar. Aun tenía los ojos cerrados y una sonrisa que no se borraba, me dejaba llevar por el ritmo de los latidos de Dougie, que iban de a poco acelerándose.

Little JoannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora