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  Pero la quiero, es un crimen

Que ella no este por aquí la mayor parte del tiempo  

-Cherry Wine, Hozier



-No puedo, Jo, no puedo hacer esto-le dijo Finnick alejándola de él cuando se disponía a besarlo en el auto.

-¿De qué hablas?- estaba incrédula.

-Johanna, lo siento tanto pero, no puedo quererte como lo mereces- de verdad parecía sincero.

-¡No estoy pidiendo que quieras todo de mi o todo el maldito tiempo!- gruño cruzando los brazos y mirando la misma nada que el cobrizo.

-Pero lo mereces. El que alguien te quiera completamente- dijo casi en susurro, la estaba mirando a los ojos y eso la hacía sentir tan indefensa.

-¿Y no lo puedes hacer tu?- pregunto tan bajito que Finnick casi aseguraba haberlo imaginado.

-Yo... no- en el preciso momento en que termino la frase, Johanna salió del auto, él maldijo golpeando el volante, para salir detrás de ella.

Escuchaba como gritaba su nombre, pero no quería voltear, no quería mirarlo, no lo valía. Había pasado las últimas seis semanas creyendo que al fin había encontrado a la persona correcta, a esa que la miraría como Peeta miraba a Katniss o como Effie parecía mirar a Haymitch cuando creía que nadie la notaba... pero estaba equivocada, otra vez estaba equivocada y no sabía si podría soportarlo una vez más.

-Entra al maldito auto ahora- la brutal orden que Finnick le dio la tomo desprevenida, la estaba arrastrando de vuelta al vehículo mientras ella se retorcía, pero era claro que no ganaría; con el ceño fruncido, ambos volvieron a estar en marcha.

-¿A dónde vamos?- preguntó Jo un rato después, cuando dejo de reconocer la oscuridad a su alrededor.

-Creo que necesitas conocer a alguien-.

[...]

Aparcaron frente a una pequeña casa justo al amanecer, habían pasado toda la noche conduciendo y, desde el auto, pudo oír como las olas rompían contra las rocas a lo lejos. La había llevado hasta el Distrito cuatro.

-Prométeme que serás amable- la miro a los ojos, en ese instante se sentía acongojada, sin saber que le esperaba detrás de esa puerta, dentro de esa casa que parecía tan hogareña, por su mente pasaron desde un par de ancianos hasta una esposa y algún hijo.

-Si con eso saldré de aquí...-

Una menuda mujer con el cabello blanco fue quien atendió la puerta, su rostro se ilumino cuando miro a Finnick y lo envolvió en un fuerte abrazo, luego la miro a ella.

-Es Johanna, es mi amiga, quiere conocer a Annie- le explicó el hombre, la anciana camino hasta la cocina y miro con pena por la ventana trasera. Desde su posición Jo pudo ver una silueta a mitad de la arena, apilando caracolas y conchas; el cabello de la muchacha era castaño y desaliñado, recargaba su rostro sobre las rodillas y se rodeaba la pierna con los brazos, parecía estar mirando hacia la playa.

Finnick la saco de sus pensamientos cuando unió sus manos y la arrastro hacía afuera, hacia donde estaba aquella extraña chica.

-Annie- dijo Finnick tranquilamente poniéndose de cuclillas frente a la chica, ella extendió la mano y le acaricio la mejilla delicadamente, aquel gesto le pareció tan íntimo que deseo estar en cualquier otro lugar. El cobrizo le regalo una sonrisa y después procedió a hacer las presentaciones –ella es Jo- las presento.

-Hola- dijo en modo dulce la castaña.

-Hola Annie- de verdad quería entender que era lo que estaba haciendo ahí.

Pero la otra chica parecía haberse vuelto a perder en la infinidad del océano, Fin acomodo un mechón de su enmarañado cabello y suspiro de forma derrotada. Mags, la abuela de Finnick, les preparó el almuerzo mientras ellos daban un paseo por la playa y Annie dormía la siesta.

-¿Qué es lo que le pasa?- se animó a preguntar después de un largo rato de incomodo silencio.

-Ella esta... supongo que algo perdida- respondió él con mirada triste.

-Oh- atinó a decir.

-No siempre fue así, ella era una chica muy alegre y energética y... lo perdió todo, su familia, su casa.... Ahora solo me tiene a mí, a Mags, y algunos momentos de lucidez; pero, cuando regresa a ser ella yo...-

-La amas, ¿no es así?-

-...Sí. Con todo mi corazón- Johanna noto que estaba conteniendo las ganas de llorar –sé que puede parecer raro, amar a alguien en su condición, pero...- las palabras quedaron flotando en la briza salada.

-El amor es extraño- concordó ella mientras salpicaba agua con los pies.

-Lo entiendes ¿no? Me entiendes- su voz sonaba casi desesperada.

-Claro que sí, Finn...- se volvió para mirarlo y tomo su rostro entre las manos, se le veía cansado y no dudo en que tenía el mismo aspecto –Yo, te entiendo. Siempre, siempre estaré aquí para ti, lo que sea –lo beso justo en la comisura de los labios y abrió la puerta del copiloto –Lo comprendo- dijo antes de cerrar la puerta y caminar hacia su edificio, no podía aguantar esas inmensas ganas de llorar ni un minuto más.

[...]

Sabía que ciertamente todo lo de la noche anterior había sido culpa suya, él había planeado todo. Pero claro que no esperaba que el Gale de Madge fuera el mismo Gale de...

Todo había salido mal, si solo la hubiera llevado de paseo no tendían porque estar distanciados ahora mismo. Katniss había dejado en su buzón solamente dos mensajes, y no podía parar de escucharlos, por puro masoquismo.

"Peeta, por favor, toma mis llamadas. Necesitamos hablar, quiero aclararte las cosas. Por favor, quiero verte, he ido a la panadería, a tu departamento, al taller... ¿Dónde estás?"

Se le escuchaba preocupada, y tras oír aquel mensaje estuvo dispuesto a buscarla, hasta que llego el siguiente.

"No intentare buscarte más si eso es lo que quieres, ni creas que solo por esto me tendrás tras de ti todo el tiempo."

Aquel había sonado más a la Kat de siempre. Lo cierto es que había pasado la tarde en la casa de Delly, horneando para su amiga, tal vez un poco en exceso, pero ella no dijo nada al respecto. Posiblemente aquella rubia lo conocía mejor que él mismo, mejor que sus hermanos, mejor que todo el mundo.

-¿Estas tan decidido a no hablar con ella? –pregunto mientras lo miraba sacar otra bandeja de galletas.

-Si-.

-Tú no harías una cosa como esa, Peet, menos a ella- Delly era consciente de lo enamorado que había estado de ella desde la primera vez que la vio, puede que al principio no lo entendiera, pero ahora, mientras ella también estaba enamorada, todo era más que claro.

El chico dejo con poca delicadeza la bandeja sobre la encimera.

-Es que, por una vez en mi vida... no la buscare, no esta vez. Quizá esta sea la prueba definitiva, si de verdad le importo...- Peeta podía sentir el fuerte nudo en la garganta, quería llamarla y perdonarla, y plantarle un beso cuando llegara a sus brazos.

-Claro que le importas, tontuelo. Pero ella es, bueno, ella es Katniss –trato de hacerlo comprender, que la morena no era como el resto de las chicas.

Peeta suspiro, camino hacia ella, y las apretó entre sus brazos, supuso que eso daba el tema por terminado, por lo menos por ahora.

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Gracias por leer, ustedes me inspiran a seguir <3

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