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  Eres un misterio, 

he viajado por el mundo, 

no hay ninguna otra chica como tú.  

 -Dive, Ed Sheeran


Debía visitar a sus padres después de clases, así que cuando dejó a Katniss en la librería fue directamente a la tienda de su padre, donde se encontraba su oficina.

Tenía años que no veía a su padre en una cocina, haciendo algo tan normal como sacar charolas del horno o amasar o decorar galletas; ahora el hombre se dedicaba estrictamente a la parte financiera del negocio, junto con su hermano. Pero a él nunca le había agradado del todo la idea de tener que confinar su vida a una oficina. Ese día se sorprendió al encontrar a su padre con una manga pastelera entre las manos, y reclinado sobre una bandeja de galletas de mantequilla.

-Creí que le dejabas ese trabajo a los mortales –comentó en tono burló.

-Thom se ha puesto enfermo y no hay quien termine el trabajo –se excusó el hombre.

Peeta se puso manos a la obra junto a su padre, hacía tiempo que no pasaba un buen rato con él, y, aunque siempre había preferido estar sentado en el despacho de su padre y acompañarlo en sus largas reuniones con el fin de no tener que estar demasiado tiempo en su casa, últimamente, había olvidado lo bien que se sentía regresar a su hogar, en lugar del solitario ático que rentaba cerca de la escuela.

-Estoy saliendo con una chica –le soltó al finalizar el trabajo.

-Oh, ¿y cuando la conoceré?-.

-No lo sé, ella no es muy sociable y, en realidad, no sé si a mi madre le agrade la idea- era eso a lo que más miedo le tenía, su madre tenía siempre algo que decir sobre todo, generalmente malo, Katniss seguramente no sería la excepción.

-A mí me agrada, debe ser especial y ha logrado captar tu atención- le animó su padre dándole una palmada en el hombro.

-Es Everdeen –Evan miró a su hijo con los ojos iluminados –Es Katniss Everdeen-.

[...]

Remover las arenas de su tortuoso pasado nunca le había agradado, menos cuando concernían a la que fue el amor de su vida; pensando en Rebeca y el hombre fugaz, recordó a la pequeña niña de trenza que solía ver jugar en el parque mientras sus hijos se divertían. No era algo de lo que sintiera orgulloso, pero justo ahora, se imaginaba a esa pequeña niña convertida en una linda muchacha. Tan sorprendente era notar lo entrelazados que estaban los caminos de ambas familias.

Aun recordaba bien todos los problemas que le habían causado esos viajes al parque con su mujer.

.

El pequeño palacio que los Mellark tenían por casa era algo frio, con sus altos techos abovedados y sus paredes de colores neutros, el único lugar donde había color era la cocina, con sus encimeras de baldosas azules y contenedores de un tenue café, con su explosión de olores.

Cuando era pequeño, siempre solía resguardarse en aquel lugar, donde era improbable que su madre entrara; solía ser un niño travieso y lleno de energía, que siempre se metía en problemas, cosa que agotaba la paciencia de su madre; pero pese a los malos ratos que pasaba a lado de Greta, también tenía recuerdos buenos. No recordaba muchas muestras de afecto entre sus padres, pero cada año, en su aniversario, los veía felices, le gustaba ayudarle a su padre a planear la sorpresa de esa noche tan especial, y después, los veía marcharse mientras ellos se quedaban con alguna niñera. Le gustaba el recuerdo de su madre feliz, como cuando estaba de especial humor y le daba un beso de buenas noches, o cuando le daba clases de baile justo antes de una importante fiesta. Sabía que su madre amaba bailar, y una vez a su padre se le había escapado contarle que ella deseaba ser bailarina en su juventud, pero él era joven en ese entonces, no entendía como una fría mujer como su madre, deseara algo tan mundano como ser bailarina.

[...]

Peeta había cancelado la clase de esa tarde, y mientras caminaba al estacionamiento de la Universidad, se topó con Cato, quien, después de un par de halagos e invitaciones rechazadas por Madge, la dejó continuar su camino hasta la zona de bicicletas; el calor ya empezaba en el Distrito, y aquel día no tenía ganas de conducir.

Pero antes de llegar a su destino, Gale Hawthorne se interpuso en su camino, llevaba una semana escapando de él, después de lo mal que había salido la disculpa, había intentado no tomar sus llamadas ni mensajes, pero jamás se imaginó que la buscaría en persona, menos en la escuela.

-Hola-.

-Hola –apretó la cinta de su bolso entre las manos.

Gale paseo su mirada a lo largo de su femenino cuerpo; no había puesto especial esmero aquel día, se había puesto un pantalón corto y unas zapatillas deportivas para poder andar bien en la bici. Nada de maquillaje, nada de glamour. Casi todo lo contrario a como se mostraba ante él cada vez que se encontraban.

-¿Qué haces aquí? –preguntó la chica algo incomoda.

-Yo, en realidad... el otro día no debí actuar así. Así que vine a decir que lo siento- la chica analizó la mirada gris frente a ella. Detectó lástima, estaba cansada de causar lástima.

-Ya lo habías dicho- respondió en un tono golpeado.

-Pero no de la forma correcta-.

-Ya no importa –susurró.

-Lo hice mal y lo siento, pero creí que sería buena idea empezar otra vez- sonaba arrepentido, pero no quería volver a caer.

-El problema es que no estoy segura de querer empezar de nuevo Gale, no creo que funcione, me lastimaste y me mentiste- todo lo que había ocurrido en el cumpleaños de su amiga seguía en su memoria, y regresaba por momentos a atormentarla.

-Tú también mentiste, no me dijiste quien eras en verdad, ¿crees que es fácil para mi estar con alguien de tu... posición? –dijo la última palabra con el tono despectivo que siempre solía utilizar para ella.

-¡Sabes que eso no tiene nada que ver! –replicó.

-¡Hey, Blonde! ¿Este chico te esta molestado? –Cato se empezó a acercar a ellos.

-No, Cato, todo bien –respondió sonando lo más tranquila posible.

-No es asunto tuyo lo que pase entre mi novia y yo –la tomó de la mano y comenzó a caminar.

-Espera, he venido en mi bicicleta- sin soltarla, se dirigieron hacia el lugar donde se encontraban las bicicletas y con el ceño fruncido, esperó a que Madge tomará la suya para poder salir de ahí.

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Blonde: Rubia. En este caso, es usado como un apodo.

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¡¡¡Hola Mundo!!!

Les traigo un nuevo capítulo después de mucho, mucho, mucho tiempo. Espero que les agrade y que no se hayan olvidado aún de mi. Lamento si esta mal redactado, pero ya es algo tarde y la emoción y todo eso.

Esta vez no prometeré actualizar pronto porque sé que tal vez no sea verdad UnU 

Los quiero.


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