EXTRA 2 | Encuentros

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¿Podría ser ese del que hables en todas tus historias?

-Can I Be Him, James Arthur


Una cabellera rubia se asomaba por la orilla del mostrador, que en ese momento le parecía gigante. Su madre siempre lo regañaba por pasearse por la panadería, decía que no debían interrumpir a su padre en el trabajo, pero aquel día era especial, fuera del negocio la nieve empezaba a caer y el calor de los hornos en la parte trasera le permitía estar ahí sin necesitar abrigo.

Se acercó a la mesa de trabajo, donde un pastelero decoraba las galletas de jengibre, lo miro con una sonrisa y le guiño el ojo al mismo tiempo que le entregaba otro muñequito. Peeta miro el ceño fruncido en el rostro de su madre, sabía que le esperaba un severo castigo, su padre salió entro en ese preciso momento, con sus hermanos detrás, besó la mejilla de su mujer y esta recompuso su rostro para regalarle una sonrisa algo forzada.

Se escucharon pasos del otro lado del mostrador, Peeta salió corriendo de la parte trasera para observar como su padre atendía en el pequeño negocio.

Mirando los pastelillos en el aparador se encontraba una niña de dos trenzas que le repetía cada uno de los colores que observaba al hombre a su lado, mientras el adulto parecía inmerso en la plática con su padre. Perdió de vista a la niña unos segundos, para volverlas encontrar al otro lado de la tienda mirando las tartas de cumpleaños mientras tarareaba alguna canción desconocida para él. Jamás había conocido a nadie como ella, apenas tenía 8 años, pero presentía que ella era especial.

"Era como si tú la hubieras decorado papá, de colores". Eso le había dicho a su padre mientras dibujaba con su caja de crayones nuevos a la niña.

[...]

Su padre le había pedido esperar en el auto, ni su madre ni sus hermanos los habían acompañado. Estaba esperando en el auto con el chofer detrás del volante mientras su padre visitaba el cementerio. Fue en ese momento cuando la vio entrar a ese horrible lugar que a él tanto le desagradaba, iba con una falda azul y sobre sus hombros llevaba una chaqueta de piel que parecía quedarle enorme, tomaba de la mano a una pequeña que parecía confundida mientras se tallaba los ojos.

Era un lugar muy deprimente para encontrarla de nuevo.

[...]

-Ha llegado Peet- Thom, uno de los ayudantes de la panadería lo llamo desde la puerta que separaba los hornos y la tienda; dejo de lado la manga con betún azul y corrió hasta el mostrador, tenía 15 años en aquel entonces, sabía que cada jueves ella se aparecía por ahí, nunca entraba, y solía llevar de la mano a la niña rubia, y mientras ella veía los pasteles, la mayor solo fruncía el ceño y de vez en cuando apresuraba a la menor, de vez en cuando le daba una moneda para entrar por una galleta.

Capturo mentalmente el momento en que su rostro se relajaba y sus orbes grises brillaban mientras miraba a la pequeña. Le gustaba la ella feliz, como cuando visitaba la tienda cada semana con el hombre que, llego a la conclusión, era su padre; aquel grandioso hombre que alborotaba su cabello y le regalaba un guiño o una florecilla de campo de vez en cuando.

Una vez había intentado seguirlas a casa, hasta que Derek lo había atrapado y lo había llevado directo a casa, en donde le había dado una seria charla sobre no hacer cosas raras con chicas.

Gracias a Thom descubrió cuál era su nombre, el muchacho le había comentado que un amigo suyo era cercano a la chica y de ahí que supiera su nombre, y que la niña que le acompañaba era su hermana menor. Esa información le había costado cinco dólares, pero a su parecer cada centavo lo valía.

[...]

Era su primer día como universitario, a su lado Delly no paraba de hablarle de todas las clases extra curriculares a las que podría asistir mientras barajeaba todos los folletos que las facultades y las fraternidades.

A lo lejos, en una banca a la sombra de un pino distinguió la cabellera rubia de Madge Undersee, y estaba a punto de acercase a saludarla cuando alguien se le adelanto, una menuda chica con el cabello oscuro trenzado, quien tomo asiento a su lado, pero no dijo nada. Katniss. Como si el destino la hubiera puesto rente a él, como si quisiera recordarle que él ya le pertenecía a alguien.

-¿A cuál de las dos miras?- Cato Frushe, un conocido de la preparatoria estaba a su lado mirando en la misma dirección que el rubio –Yo me pido a la rubia si no te molesta compañero –palmeo su hombro e hizo lo que a él tanta angustia le deba, se acercó a ellas.

Ambas clavaron su mirada en Cato, la mirada de la morena parecía amenazante a comparación de la mirada de desinterés por parte de Madge. Desde donde se encontraba no podía escuchar nada, pero el otro rubio parecía estar conversando con las muchachas, Katniss se puso de pie mientras lo ignoraba y Madge se quedó un poco más, pero cuando Cato intento acercarse más al rostro de la rubia esta lo dejo hablando solo.


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Holaaaaa

Esta es mi recompensación por ser tan incumplida al actualizar.

Me ha venido a la mente mientras escuchaba la canción y dije... ¿por qué no? Es corto y posiblemente esta mal hecho pero es que es tarde, prometo arreglarlo si es que decido editar la historia más adelante.

Espero que les guste y ya saben que ustedes me hacen feliz leyendo mi historia.


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