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Porque ahora no quiero perderte,

estoy mirando justo a la otra mitad de mí mismo.  

-Mirrors, Justin Timberlake  



Sabía que sería de lo más difícil volver a la universidad después de eso, pero no imagino que las cosas fueran tan graves. Peeta había preferido no salir de la facultad de derecho t Johanna ni siquiera había pisado la escuela; mientras tanto, Katniss y Madge preferían evitarse o simplemente sentarse juntas, como siempre, pero sin mirarse o hablar. Delly, quien había quedado en medio de aquel campo de batalla estaba por perder los nervios.

Había observado con cautela cada uno de los movimientos de las chicas, pero ella sola no podía solucionar todo aquello. Cada vez que intentaba organizar un plan de reconciliación que implicara a todos terminaba más enredada que la vez anterior. Así que decidida a desatar todo el asunto, el martes en el almuerzo busco a Madge.

La delgada rubia parecía cansada y sin color, no sabía hasta qué punto conocía al pelinegro, Gale; solo sabía que era lo suficientemente importante para ella como para convertirla en la cosa que ella más odiaba.

-Hey Magde –la llamó por tercera vez, sus ojos se conectaron y frunció el ceño -¿sabes algo de Jo o de Kat?-

-¿Johanna?- la otra rubia parecía haberse conectado al mundo por una fracción de segundo.

-No la he visto por el campus... tampoco a Kat-.

-¿Dónde está Peeta? –tal parecía que prefería evitar todo lo relacionado con la pelinegra.

-Supongo que escondiéndose de Kat, igual que tu- trato de que no sonara como reproce, pero ella no era buena ocultando sus sentimientos.

-Bien, iré a hacerle compañía –Madge se puso de pie tambaleándose un poco, y salió a paso veloz con rumbo al edificio de Derecho.

-¡Cierra la maldita cortina Delly!-.

El grito inundo la habitación mientras la susodicha se acercaba a la cama, que estaba hecha un desastre, donde se encontraba Johanna, quien también se veía como un desastre.

-No, Jo, tienes que levantarte, tienes que ir a clases –la muchacha de mejillas redondas hizo un fallido intento de arrebatarle el edredón.

-Callate-.

-Johanna, no sé qué es lo que está pasando con todos ustedes, es decir, nadie habla con nadie y... son mis amigos, me gustaría saber qué es lo que pasa –de cierta forma, se sentía excluida del asunto.

-¿Por qué no te metes en tus propios asuntos? –si bien, ese comentario la habría herido meses antes, ahora que la conocía ni siquiera la inmutaban.

-¿Qué te ha hecho?- trato de no sonar brusca, sabía que todo aquello se debía a una sola persona, el flamante Finnick Odair.

Johanna la miro directamente a los ojos, con rabia que poco a poco fue dejando paso al dolor y nuevamente a las lágrimas de la pelinegra.

-No me quiere Dell's-.

Se sentó a su lado y sobó su brazo en un intento de reconfortarla. Posiblemente ella la comprendía mejor que nadie, también había estado enamorada del chico incorrecto alguna vez.

-¿Te apetecería arreglarte y salir en la noche? Prometo encontrar dos chicos lindos para acompañarnos –la rubia sabía que eso la animaría, Johanna Mason amaba causar revuelo.

Spot me... [Encuéntrame]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora