I "El Inicio De Un Mal día"

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Londres, Reino Unido.

Tareas. Idioma. Proyectos. Deporte. Exposiciones. Crossfit. Exámenes. Danza. Son muchas ocupaciones para un joven de 19 años, que cursa el tercer semestre de la universidad, en la recién inaugurada facultad de Derecho en Cambridge. Que fue abierta para que el príncipe de Gales pudiera llevar a cabo su nueva preparación académica y supiera como gobernar su nueva nación.

Louis odiaba todo aquello. Si bien la facultad era hermosa lo que estaba obligado a estudiar no lo era. Las nuevas leyes, artículos y fiscalías no eran para quien posee un alma de artista. El Derecho no tiene variantes, las leyes son las mismas, los castigos nunca cambian; era una carrera con una sola variante. Louis no podía pensar cuadrado; el ni siquiera pensaba, mucho menos planeaba. Se podría decir que siempre fue bueno improvisando de acuerdo a la ocasión.

-¿Señor Tomlinson podría expresar su interpretación de lo que es 'Fiscalía'? -El profesor frente al aula habló; Dándole una patada mental a sus pensamientos.

-Me temo que no lo sé. -Murmuró. Enseguida el leve bullicio que se levanto en el salón de clases, hizo a sus mejillas tornarse de carmín. Al parecer el hecho de que el príncipe de Gales estuviera distraído era sentido de morbo ante los demás.

Esa era la razón numero uno por la cual Louis detestaba los títulos; siempre te mantienen en el foco de todo. No puedes resbalar en el suelo con un poco de agua porque eres viralizado en internet, ya que siempre da la casualidad que alguien esta grabando cada jodido paso que das.

Los títulos son como una manera de exponerse en sus peores momentos ante una nación entera y por lo mismo era necesario llevar los secretos como una armadura y así nadie podría usarlos para herirte.

-Es una pena que el Príncipe de Gales este tan distraído la mayoría del tiempo; creí que en la escuela real les enseñaban a ser atentos y dedicados para nunca dejar una pregunta sin responder. -dijo el profesor con la burla rodando en cada curvatura de cada letra. Y ahí estaba de nuevo, Louis odiando a la jaula de oro por regalar extremada atención a una sola persona. Tomo una bocanada de aire y se puso de pie, dispuesto a defender su nombre.

-Primero que nada no hay ningún tipo de 'escuela real' a la que podamos asistir, la mayor parte de nuestra educación se desarrolla en casa ya que ahí nos enseñan a ser príncipes. -Respondió, evidentemente con ganas de gritar que odiaba ser príncipe y que lo enfocaran por el simple hecho de serlo. Miró a los ojos del hombre y relamió sus labios antes de continuar hablando-. Pero si a escuelas prestigiadas se refiere, Eaton nos enseña exactamente lo mismo que aprende el resto de lo estudiantes en cualquier otra escuela, la diferencia es que ahí las jornadas son más largas, al igual que el número de materias que tomamos al año, incluyendo los distintos talleres artísticos, deportivos y culturales que somos obligados a cursar. Nadie nos enseña ni nos obliga a ser educados, pacientes y constantes.

La clase se quedó en completo silencio. La respuesta de Louis había sido tan contundente y cargada de arrogancia que un último comentario estaba de más y el profesor Aetkins, lo sabía. Sin embargo no era de esas personas que sabían aceptar su derrota tan fácilmente.

-De igual forma no respondiste a mi pregunta. Así que príncipe o no, de escuela real o ducado en casa, tendrás que hacer examen extraordinario en mi materia.

Louis ni siquiera se molestó en protestar. No lo merecía, y era una completa estupidez dictar tal sentencia cuando sus resultados finales aun no estaban escritos. De todas maneras no iba a aprobar con nota máxima. El Derecho no era lo suyo, mucho menos iba a poder crear nuevas leyes sin contradecirse.

Estresado por la última clase y la discusión, si es que puede llamarse así, que tuvo con su profesor, y cansado por un entrenamiento intensivo de crossfit, Louis tomó sus cosas del casillero y salió del recinto para tomar un autobús. Eso era lo único normal que su padre le permitía hacer y a pesar de no estar libre del ojo público o de la vista del servicio real secreto, encontraba esos ruidosos viajes en transporte verdaderamente relajantes, como un escape hacia otra vida.

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