XIV "El Regalo Misterioso"

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La mañana de navidad llegaba con aroma a ponche de frutas, árbol natural, recalentado y vino. Toda la familia Styles se encontraba al rededor del árbol ansiosa por abrir sus regalos, sin embargo el opekun aún no llegaba de Irak y la hija mayor se negaba a comenzar sin él. Después de no haber llegado a cenar lo justo era esperarlo para abrir los obsequios en familia.

Dadas las ocho en punto de la mañana los mas jóvenes comenzaban a tener hambre, así que la familia de nueve decide levantarse de la sala donde miran televisión e ir a tomar el desayuno que los sirvientes de la casa ya tienen preparado. Entre risas, anécdotas y buena comida, la familia nacida entre la mafia, una vez al año, deja atrás todo lo malo que corre por sus manos y se concentra en tener un momento de conexión personal entre ellos mismos. Donde líderes y futuros líderes crecen dentro de la misma casa.

Cerca del postre el opekun llega a casa. Cansado, mojado por la nieve que se derrite al tocar su cuerpo. Hambriento. Deseoso de un baño de burbujas. Cubierto con gotas de sangre en la mejilla, algunas otras haciendo girones de ciruela en su polera blanca. Y sobre todo con ganas de ver un solo par de zafiros que no tendrá enfrente hasta mucho tiempo después. Gemma, la hija mayor, se para de un salto en cuanto ve a su hermano y corre a sus brazos sin importarle el sudor o la suciedad en él.

—Parece que no te he visto en una eternidad. -Lloriquea la chica. El mayor sonríe y enrolla sus fuertes extremidades al rededor del menudo cuerpo de su hermana favorita. Ella es alta, sin embargo no lo suficiente para alcanzar el rostro de Harry. Este le da un beso en el pelo, aspira el aroma a menta y frambuesa de su shampoo pata luego dejar un beso cálido en su mejilla pálida.

—Una eternidad siempre será mucho más tiempo del que aparenta para nosotros. -dice el rizado. Sus dos hermanos menores por apenas unos años se levantan de sus asientos dejando a un lado el postre.

—¡Hermano! Al fin te dignas a llegar. Gemma nos tiene a todos esperándote para abrir los regalos. -Andrew, el menor en la lista de veintidós años atrapa al mayor entre sus brazos. Él y Harry tienen casi la misma altura, pero el Opekun sigue siendo el ganador.

—Lamento la demora. Tenía que arreglar algunos asuntos en Irak. -Con esa frase su padre le mira en espera de una afirmación que le asegure que ha hecho bien su trabajo—. Pero ya está arreglado. -El Opekun la da al mayor lo que espera asintiendo con firmeza y una mirada certera de lo que hizo. El Pakhan sonríe satisfecho de su hijo y continúa su postre.

—¡Hazzie!

—Ya te he dicho que no me digas Hazzie, Alexandar. -Golpea el hombro de su hermano cuatro años menor que Andrew. Menos alto pero con el mismo rostro, aunque quizás un poco más elegante.

—Eres un tonto. Yo se que amas que te llame así. -Es cierto que todos los Styles poseen una gracia natural en lo que sea que hagan y si bien no son sus hermanos de madre, la genética por parte de Des es tan fuerte que todos los Styles son básicamente idénticos al primogénito. Claro que tienen sus pequeñas excepciones, pero solo quienes conocen a las primera esposa de Des son capaces de diferenciarlos.

—Lo odio. -Murmura sonriendo. A pesar de su cansancio el mal humor del get lag se desvaneció en el momento que su hermana lo tuvo en sus brazos. El menor se pone en puntas hasta llegar a la altura del oído de Harry y susurra.

—Te calienta, no lo niegues. -Es muy claro que el pequeño tiene fantasías demasiado lejos de su edad y algo enfermas al ser su hermano mayor el protagonista. Pero más enfermo es que el Opekun las haya cumplido.

A Harry no le molesta en absoluto, incluso lo disfruta y se ríe con ello. Después de todo no es hijo de su madre así que ¿Por qué no? No es como si el pequeño fuese a quedar embarazado y arruinaría así toda su línea familiar. Evidentemente todos los hermanos Styles son unos cerdos de lo peor y tampoco es necesario ocultar que entre ellos se divierten de vez en cuando con el riesgo de ser atrapados solo para mantener el interés y elevar su ego. Al menos los cinco hombres son un desastre, incluidos los gemelos de dieciséis, pero Gemma es intocable.

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