El bosque de Cheshire se abría imponente frente a sus ojos, la suave escarcha de rocío congelado sobre las ramas otorgaba un aspecto elegante a la vegetación oscura. Los automóviles con las banderas de los reinos de todo Inglaterra penetraron la espesura del bosque sobre un camino apenas iluminado con la luz de un nuevo sol naciente.
Louis y Harry se encontraban solos en un automóvil con un chófer y dos soldados de la guardia real. Detrás de ellos Zayn y Liam los seguían de cerca como parte de la guardia personal del Opekun. Una larga fila de automóviles al frente y atrás hacían escolta unos a otros que se dirigían al corazón del bosque donde el fuerte de Holmes Chappel los esperaba con los brazos abiertos. A las diez de la mañana habían arribado listos para montar un caballo y comenzar la cacería.
Louis se dirigió a sus establos con Harry detrás de él hasta el lugar donde Edward y un chico desconocido de cabello negro los esperaban. Les sonrieron y en cuestión de minutos su ropa de viaje fue remplaza por algo más adecuado para una cacería como una ligera armadura y pantalones más ajustados. Dos caballos ensillados fueron traídos fara ellos. Un elegante corcel blanco de melena sedosa y músculos definidos se abrió paso hasta el pequeño príncipe y acarició su cabeza junto a él relinchando de gusto.
-Hola Laurent. -Acarició su cuello y sus orejas-. ¿Me extrañaste?.
-Tu caballo es precioso. -Murmuró Harry. A él le fue entregado un corcel igual de fuerte con un pelaje negro y radiante que al igual que él de Louis daba la impresión de ser uno de los mejores que tenían en el establo-. ¿Como te llamas precioso? -preguntó el mafioso a su caballo rascando detrás de sus orejas, el equino relincho.
-Damianos. -respondió Louis-. Es niño, los dos son míos, son mis favoritos.
-¿Por qué presiento que así se llaman algunos de tus personajes de los libros que lees? -una sonrisa se esbozó en los labios de Harry cuando habló.
—Soy culpable. ¿Montamos ya? -Con la agilidad de un gato y la elegancia de un puma el Príncipe Louis sube a su caballo y comienza a dar unas vueltas sobre él para familiarizarse con el terreno. El un excelente jinete a como se espera de todos los hombres nobles y además tiene portero para hacerlo.
El Opekun no es tan bueno como Louis, pero hay que ser la mitad de bueno que él en algo para ser mejor que diez hombres juntos.
—Señor, la comparsa aguarda por usted. -Dice Edward.
—Esperan por nosotros. Te explico en breve que haremos hoy. -Coloca su caballo junto a Harry pero en sentido inverso—. La cacería será deportiva y tiene una duración de tres o cuatro horas máximo. Posteriormente tomarémos el té y para la una y treinta comeremos.
A la una y treinta minutos toda comparsa se encontraba reunida bajo las carpas instaladas en el pasto esperando a que la comiera fuese servida, justo como había dicho Louis. Sus ropas de montar habían sido remplazadas por algo relativamente más cómodo que a juicio de Harry era la misma ropa pero en otro color. Las telas eran suaves pero demasiado ajustadas a su cuerpo con una cantidad interminable de cordones, botones y broches que de no ser por ayuda de los sirvientes del palacio él mismo jamás habría logrado vestirse. El y Louis vestían un pantalón de cintura alta con cordones al costado que se conectaban con los de su camisa de cuello alto y encaje barroco color beige. La tela era ceñida en su abdomen conectado a un plisado holgado que se abría hasta el pecho y mangas ligeramente sueltas pero atadas a las muñecas. Básicamente todos vestían de la misma forma a diferencia de las mujeres a que lucían vestidos de talle alto hasta los tobillos de la misma tela de sus camisas.
Harry sonrió de lado al imaginar a Louis dentro de uno de esos vestidos delicados con encajes e hizo una imagen mental de ello para conseguirle una prenda así al príncipe.
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A Prince At Midnight
FanfictionEs el Principe de Inglaterra, pero no asumas que Louis lo tiene todo. Le vendría bien un poco de emoción o peligro en su monótona, costosa y ocupada vida dentro del palacio de Buckingham y quizás, tal vez, incluso... El amor de su vida. A pesar de n...