XXIV "Es Quien Pone Las Estrellas En El Cielo"

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Los ojos de Louis se apretaron cuando Harry comenzó a besar el lóbulo de su oreja, estaba comenzando a tocar las puertas del paraíso y apenas habían pasado unos minutos en la habitación con sus bocas besándose y sus cuerpos tan juntos. Se sentía demasiado bien junto a Harry como si éste le brindara una sensación de protección que nunca conoció en su vida hasta él. Sujetó sus manos en el cuello del más alto cuando los fuertes brazos del ojiverde levantaron sus piernas y presionó sus cuerpos contra la pared moliendo parte de su hombría una contra otra robando un suspiro de sus gargantas. El más alto atrapó un trozo de piel que no cubría la tela rígida de la chaqueta azul de Louis y aprovechó la oportunidad para dejar una marca pequeña. 

-Ha... Harry... Vamos a la cama, amor. -Susurró el más pequeño arrastrando las palabras lánguidas bajo el efecto del alcohol. Raramente bebía algo que no fuera vino y está vez la euforia de compartir una parte de su vida con Harry lo llevó a celebrar un poco más-. Te necesito. 

-No bebé. -dijo Harry. Aflojó el agarre sobre sus muslos y lo dejó sobre sus pies en el suelo. Tomó su rostro entre sus manos y besó sus labios con dulzura dejando a Louis totalmente confundido. Hace unos segundos estaba dejando marcas en su cuello y ahora lo besaba con ternura.

-Pero Harry... Yo quiero que tu...

-No amor. -Fue interrumpido con otro beso-. Bebiste demasiado esta noche y yo también. No quiero que nuestra primera vez sea bajo los efectos de alcohol.

-Pero yo...

-Soy una bestia Louis y si fuera cualquier otra persona quien me dijera esto antes de besarte por primera vez no habría dudado en arrancarle la ropa y hacerlo mío. -Su confusión golpeó la consciencia de Louis sembrando el atisbo de un sentimiento encontrado-. Pero se trata de ti y no puedo tomar parte de la situación cuando hay alcohol en tus venas. 

-Harry no estoy ebrio. -Louis habló con seguridad mirando los orbes esmeraldas de su amado ocultos bajo el resplandor dorado de una ciudad que dormía y se adentraba en la recámara a través de los grandes ventanales casi mágicos-. Soy consciente de lo que estoy pidiendo y quiero hacerlo.

-Louis yo... 

-Quiero que me hagas tuyo ahora mismo. Aquí mismo en mi habitación. Solo tú y yo. -Aquello sonó más como una orden lejos de una petición. El pecho de Harry se volvió pequeño para la magnitud de la huella que Louis había grabado a fuego sobre su piel con sus propias palabras, el corazón se le desboca y siente un golpe de sensaciones inefables. Y así, como cada vez que Harry le canta a Louis, las palabras salen. 

-Te amo. -Besa sus labios conmiserado arrastrando el halo de pureza que su alma interna rebosa.

Ese beso es algo más que solos dos pares de labios juntos. Un mundo nuevo. O dos almas en una. Ese beso simboliza la colisión de dos planetas uno de zafiros y el otro de esmeraldas y del caos nace una Stella nova.

-Sé que es apresurado decirlo, pero ya lo he hecho una vez y mi vida está en constante peligro así que me prometí jamás callar algo que de verdad quiera decir así que Te Amo Louis Tomlinson Príncipe legítimo de Inglaterra. -Un beso fugaz recae en sus labios-. Te amo mi pequeño principito. -Otro beso más-. Te amo mi dulce criatura. -Y uno más. 

El sentimiento abruma su interior, una lágrima fugitiva cae por la mejilla nívea del príncipe. Resulta lógico llorar cuando estamos tristes, pero ¿por qué también lo hacemos al sentirnos felices? Existen varios ejemplos de experiencias positivas que evocan una respuesta negativa, como cuando las personas lloran al reencontrarse con un ser querido tras un largo tiempo de separación. O como cuando la persona que amas te confiesa su amor, aunque el amor es algo que no debe confesarse sino solo sentirse y regalarse.

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